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El coloso Colosio

Tribuna

Por Javier Terrazas

El coloso Colosio

Tuve la suerte de conocer a Luis Donaldo Colosio Murrieta en persona. Desde la campaña presidencial de Carlos Salinas de Gortari tuvo un rol estelar.

El y Manuel Camacho Solís, fueron siempre piezas claves en el ajedrez de Salinas. En ambos alimentó la ilusión de su relevo.

Sin embargo, a la hora de las decisiones la balanza se inclinó por el nativo de Sonora. Era un político más completo, producto de la cultura del esfuerzo, con presencia, discurso y liderazgo.

De alguna forma cumplía con todos los requisitos y elementos para ser un candidato ganador, que alejaba el peligro de la derrota, que acarició al abanderado tricolor en 1988.

Colosio soñó en grande, pero trabajó también en grande en busca de hacer realidad sus sueños.

De alguna forma lo marcó su nombre y apelativo.

Donaldo es un nombre masculino de origen Celta que significa “valiente conductor de su pueblo”.

Mientras que Colosio, muy parecido y posible derivado del término coloso que de acuerdo al diccionario de la real academia de la lengua española significa estatua de proporciones gigantescas.

Y se usa para referirse a una persona o cosa que sobresale por sus cualidades grandiosas o excepcionales.

Pero Luis Donaldo Colosio Murrieta, fue grande más por su preparación constante y por sus acciones.

Se convirtió en un líder capaz de recuperar el entusiasmo en el PRI luego de una elección muy cuestionada en 1988, en la que se impuso Carlos Salinas de Gortari, pero nunca pudo borrarse la sospecha de la derrota.

Por ello su cobarde asesinato en Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California, cimbró no solo al PRI, sino al sistema político mexicano y a la economía nacional.

Ayer en ocasión del 23 aniversario luctuoso de Colosio, me vinieron a la mente algunos momentos emotivos que viví en la cobertura periodística de algunas actividades de Colosio.

Como el acto del 6 de marzo en la capital del país en donde pronunció el histórico discurso denominado “de la ruptura”, celebrado en la explanada del Monumento a la Revolución en la ciudad de México.

O una de sus últimas intervenciones como Secretario de Desarrollo Social cuando acudió como representante presidencial en la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores en Monterrey.

Tuvo entre sus amigos cercanos a varios tamaulipecos, como al empresario victorense Javier Cervera en la etapa estudiantil en el Tecnológico de Monterrey.

Y más tarde al integrarse al equipo de economistas en la Secretaría de Programación y Presupuesto, coincidió con Manuel Cavazos Lerma y Tomás Yarrington.

También fueron colaboradores en algún momento, Oscar Luebbert Gutiérrez de Reynosa y Adrián Gallardo Landeros de Matamoros. Otros que vía terceros lograron entrar a su equipo ampliado en algún momento fueron Ramón Durón Ruiz y Roberto Ibarra Ojeda.

En el área del Comité de Financiamiento, su amigo Javier Cervera y con el Rodolfo Higuera Terán.

Algunas anécdotas de esa tarea contó ayer Rodolfo Higuera Terán, actual Secretario de Finanzas del CDE del PRI que dirige Aída Zulema Flores Peña, en la ceremonia de homenaje luctuoso que se realizó ayer aquí en la sede tricolor.

El acto, presidido en esta ocasión por José Hernández Cuesta, Secretario General, en ausencia de la dirigente que viajó a la capital del país al acto nacional, también tuvo como oradores a la Diputada Nancy Delgado y al titular de la Fundación Colosio, Horacio Reyna Guerra.

Fue un acto sencillo, representativo y emotivo, que cumplió bien con recordar a uno de los líderes naturales más relevantes de los últimos 40 años del PRI.

Por cierto un buen discurso pronunció en el acto nacional, José Narro Robles, uno de los buenos colaboradores de Colosio en la SEDESOL de aquellos tiempos.