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INTELECTUALES Y POLITICA

LETRA PÚBLICA

INTELECTUALES Y POLITICA

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

En la historia de cada etapa crítica de México nos encontramos con la presencia del intelectual preocupado por los problemas de su país y del mundo entero; invadido de solidaridad humana, busca afanoso realizar aportaciones constructivas.

En el concepto moderno el intelectual tiene la obligación de ser reflexivo y estudioso, pues con el instrumento cultural que dan ambas actitudes puede lograr que su acción se concrete dentro de la comunidad a la que pertenece, sin los errores que acarrea la falta de información, la frivolidad o el vedetismo.

Los hombres dedicados a las ideas son la conciencia de su época, coherente con ello, no deben tener otra meta que la construcción realista del progreso social; si no es así, no son intelectuales. Son sonámbulos sumidos en el pasado, o ilusos prendidos a una utopía para el futuro. Unos, desfasados de su tiempo y de su patria, suspiran con cursilerías hacia usos y maneras dieciochescas, otros, vehementes, urgan en un porvenir utópico que, por definición, no tiene lugar ni posibilidad de realización.

El gran tema para el historiador de las ideas en México, es el papel que han desempeñado los intelectuales en cada época crítica o transicional de nuestra historia. Severo Maldonado, Ramos Arispe y Servando Teresa de Mier en el movimiento de independencia. Ocampo e Iglesias en el Reformista. Cabrera, Flores Magón y Molina Enríquez en el movimiento de 1910. Esto solo para mencionar a algunos.

La política, es el escenario propio del verdadero intelectual. El político sin formación intelectual, actúa solo por instinto y cae a menudo en la improvisación. El dirigente moderno; -lo sabe incluso el político intuitivo- tiene que combinar su sensibilidad y agudeza política con los conocimientos realistas de los técnicos y la reflexión de los humanistas y filósofos. Cuando el político logra realizar lo anterior, acaba por ser también un intelectual.

El deseo que tienen los mexicanos de modificar lo caduco y eliminar lo anacrónico en la vida sociopolítica de la nación puede seguir dos rutas: La frustración y la toma de caminos ilegales y violentos o la entrada directa a la práctica de una política que incentive la economía popular, (aunque en estos momentos la moda en el arte de gobernar sea la globalización mundial). La verdad es que a pesar de la evolución y despegue de naciones como Estados Unidos y los Estados Europeos (hoy en crisis); América Latina, sigue debatiéndose entre el viejo y anacrónico concepto que fue el combustible de acontecimiento revolucionario en el pasado: La miseria y la opulencia.

Las clases oprimidas, insatisfechas y pobres, ya no razonan que el poder político asegure un orden real y dudan que éste, establezca un camino a la justicia social. Ven en el orden y en el establecimiento social el encubrimiento de los privilegios y la dominación de los poderosos, para ellos la política es lucha.

Por otra parte, las clases acomodadas, los ricos, en una palabra, encuentran que la sociedad es armoniosa y consideran que el orden que proporciona el poder político garantiza la estabilidad, para éstos, la política: Es integración de los de la misma condición socioeconómica.

Es frecuente ver que el sistema político, a través de los medios electrónicos, confunda al pueblo de que la política es nefasta y que sus protagonistas persiguen intereses egoístas y ambiciones personales. Desorientando al pueblo, las clases poderosas aseguran una gran ventaja, porque toda despolitización favorece al orden establecido actual, lleno de contrastes económicos y de desigualdad social y hoy en nuestros días lamentablemente matizada con una inseguridad agobiante que ha destruido la economía en la mayoría de los estados que son víctimas de la acción del crimen organizado.

Por 12 años el país fue gobernado por dos regímenes surgidos del PAN, que nació en 1939 como una férrea oposición al partido que la Revolución Mexicana había creado y que afectaba fundamentalmente los intereses de las clases conservadoras y latifundistas. Los 12 años de gobiernos panistas, primero con Vicente Fox y después con Felipe Calderón fueron de un absoluto desencanto para la población en general, un gobierno gerencial con criterio globalizante y que jamás entendió que la verdadera tarea de un gobernante en este país es realizar una acción coordinada en contra del crimen organizado que tanto daño ha causado a nuestra nación, desarrollando tareas de inteligencia y sobretodo destruyendo los recursos financieros de los carteles de la droga más peligrosos, solo de esta forma el país podría entrar en un camino de franca recuperación. Esa es la acción que tiene que consolidar Enrique Peña Nieto con los mexicanos para que se pueda hacer realidad la instauración en la práctica y la vida cotidiana de los mexicanos la serie de reformas que aprobó el Congreso de la Unión para sacar al país del marasmo económico en que se encuentra.

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