Columnas

La urgencia del empleo temporal.

Gaceta.

Por: Raúl Terrazas Barraza.

La urgencia del empleo temporal.

Desde la óptica gubernamental, el empleo temporal contribuye al bienestar de los hombres y mujeres que enfrentan una reducción en sus ingresos y de la población afectada por emergencias, mediante apoyos económicos temporales por su participación en proyectos de beneficio comunitario y se cristaliza a través de jornales que pueden repartirse para apoyar a las familias.

El PET, como le dicen en el lenguaje de los programas sociales al empleo temporal, lo pueden trabajar muchas dependencias del Gobierno Federal y es en la SEDESOL, SEMARNAT o la Secretaría de Comunicaciones y Transportes donde más demanda tiene.

Los presidentes municipales, son los más felices cuando alguna institución les avisa que consiguieron bajar una determinada cantidad de jornales para empleo temporal, de ahí que, inmediatamente se preparan a través de sus colaboradores y contactan a los representantes de las comunidades que viven presionados para tratar de apoyar con trabajo a cientos de conocidos suyos que, no saben ni como le harán para que sus familias coman el día siguiente.

Es en función de lo anterior que las palabras del Delegado de la SEMARNAT en la entidad, Jesús González Macías, suenan muy fuerte ya que, habla de traer recursos para apoyar a unas mil 800 personas durante dos meses si logra obtener nueve millones de pesos que según él, están sin aplicación en las oficinas centrales.

Para que haya empleo temporal, lo más fácil es que suceda una emergencia ocasionada por fenómenos naturales, ya que, hasta del Fondo Nacional de Desastres que maneja la Secretaria de Gobernación, se puede echar mano para generar puestos de empleo temporal a los afectados, quienes recibirán un sueldo que hará más llevadera su situación, mientras las cosas vuelven a la normalidad.

Sin embargo, no se trata de esperarse a las emergencias para hacer que el empleo temporal pueda tener un plus a favor de los mexicanos que se encuentran en situaciones adversas, de manera especial en las comunidades rurales o en aquellas colonias de la periferia de las ciudades, donde no hay posibilidades de empleo formal.

En la actualidad, el salario mínimo en el país es de 80 pesos con cuatro centavos, que, no es a lo que equivalen los jornales del empleo temporal, sin embargo de acuerdo a las reglas de operación, pueden establecerse criterios para respaldar a los ciudadanos con jornales dobles, para que se acerque a lo que puede ganarse como salario mínimo diario.

El empleo temporal como programa está vigente desde 1997, por la necesidad de apoyar a las personas afectadas por la inestabilidad de sus fuentes de ingreso, por la disminución en la demanda de mano de obra. Para saber si el programa logra sus objetivos, se generaron evaluaciones, como la del 2011 que permite establecer que el 70 por ciento de los beneficiarios percibieron una mejoría en sus condiciones de vida y el 80 por ciento mejoraron sus ingresos.

Hay una evaluación internacional en la que se observa que otros países con programas similares al del empleo temporal de México, tienen de la misma forma resultados positivos y a partir de ello, hasta se logró información que permite rediseñar los esquemas nacionales y se buscará además, tratar de medir el impacto, porque de esa manera el objetivo del programa se logrará al cien por cien.

La fortaleza del empleo temporal esta en su alineación a dos de los ejes principales del Plan Nacional de Desarrollo, a partir del cual se ha reforzado la parte teórica, con la idea e que las reglas de operación también se fortalezcan.

Es básico que el empleo temporal cuente con evidencia que justifique que su intervención tiene efectos positivos en la población que se atiende.

El empleo temporal es como una bendición para las comunidades rurales, porque se trata de hacer cosas que benefician a la población, ya sea por la renovación de infraestructura vial, deshierbe, chapoleo, rehabilitación de la comunidad, situación que propicia una derrama económica que llega a sentirse, porque las personas con la dignidad que da el trabajo pueden adquirir cosas que requieren para vivir.

En otras palabras, no están a expensas de que les den, con su fuerza de trabajo y el sudor de su frente se ganan algún dinero que les permite comprar alimentos y productos para el hogar.

Si este tipo de programas fuesen reclamados como una demanda sentida de la sociedad, desde las presidencias municipales, a lo mejor otro gallo cantaría y en lugar de solo nueve millones de pesos, el Delegado González Macías de la SEMARNAT de Tamaulipas, anduviera por cuatro veces más esa cantidad, para cerrar bien el año en todas las regiones de la entidad.

De que el empleo temporal urge, claro que urge, por tanto además de SEMARNAT, deberían de estar en la búsqueda de más recursos la SEDESOL Federal, la Delegación de SCT y la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, que son a través de las cuales el Programa funciona desde 199

Los otros.

Lo que son las cosas, mientras que unos están en espera de empleo aunque sea temporal, hay otros, como los especialistas del Hospital ubicado allá por el oriente de la ciudad, que se van de Victoria y dejan la chamba. Desde luego los motivos son variados, pero, el asunto es que el Director de la Institución, doctor Vicente Flores Rodríguez, no puede detenerlos, porque no se trata falta de trabajo o de sueldo.

La cosa es que, para recuperar la plaza de los que dejan el consultorio, resulta muy difícil, debido a que tiene que gestionarse en la capital el país y es difícil que se la asignen a algún doctor de la región, quien mandar gente de otras partes.

Ya hace muchos meses que el Director ha dicho que la plantilla que tiene para atender la demanda de pacientes, no es suficiente, sin embargo, la autorización jamás llega.