Columnas

PRI

AL VUELO

PRI

Por Pegaso

Después de sesudas elucubraciones, recostado en mi cumulonimbus favorito, he llegado a la siguiente conclusión: El PRI debe cambiar de nombre.

No es broma.  En uno de los momentos más críticos de su historia, el Partido Revolucionario Institucional está obligado a eso, a revolucionar, a cambiar, pero a cambiar totalmente y sin simulaciones.

No es sólo adoptar otras siglas.  No.  Se tienen que reemplazar todas las estructuras.  El PRI debe partir de cero, reinventarse para intentar resugir de las cenizas, como la mítica Ave Fénix.

De lo contrario, estará destinado a desaparecer.

La idea no es nada nueva.  En 1928, a instancias de Jefe Máximo, Plutarco Elías Calles, se creó el Partido Nacional Revolucionario (PNR), mismo que duró hasta 1938, cuando hubo una ruptura entre Calles y el nuevo Presidente, Lázaro Cárdenas.

De 1938 a 1946 se llamó Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y de 1946 a la fecha, Partido Revolucionario Institucional (PRI), evolución motivada por el arribo de las nuevas generaciones de políticos mexicanos que dejaron muy atrás a los militares y sus ambiciones de poder.

Más, he aquí que ya es tiempo de cambiar de vestuario.

Hace poco más de un mes, en este mismo espacio, hacía referencia a un posible cambio de siglas y estructuras del PRI.

Un buen amigo me recomendó por Facebook que buscara a la ex senadora, Amira Gómez, quien traía por ahí alguna inquietud similar.

Cuando la vi en un evento de consejeros, le pregunté y me miró con cara de sorpresa, para después asegurarme que nunca en su vida había tenido semejante pensamiento.

Le creo, pero no le creo.  Al interior del PRI ya se piensa seriamente en dar una buena sacudida al árbol porque se dieron cuenta que los mexicanos ya están hasta la madre de mentiras, simulaciones, fraudes electorales, saqueos a los dineros públicos, nepotismo y todo lo que el viejo sistema representa.

Apenas ayer comentaba con mi compadre, el doctor Víctor Aguilar Orta, uno de los más fieles militantes del Revolucionario Institucional en Reynosa, sobre el motivo por el cual no se realizó algún evento para celebrar el aniversario de su fundación.

Por supuesto que no hubo respuesta.

Alguien que estaba en la misma mesa comentó que tal vez fue porque no hubo dinero para hacerlo, pero otra voz contestó que los dos diputados y dos regidores priístas bien pudieron apoquinar una pizcachita para hacer una celebración más o menos decente.

Pero no fue así, y por primera vez en la historia del PRI, al menos en Reynosa, la fecha del 4 de marzo pasó desapercibida.

La crisis existencial del PRI se siente en el aire, pero la renuncia de Fernando Azcárraga, empresario de televisión emparentado con Emilio Azcárraga, Director General de Televisa, es sólo una manifestación del desmoronamiento.

Peor aún, ésto pudiera ser el inicio de una desbandada hacia un partido fresco, como MORENA, integrado en un principio por ex militantes del PRI, como Andrés Manuel López Obrador.

Tras la adhesión de Azcárraga, aparecieron rumores sobre otros connotados priístas que seguirían sus pasos, entre ellos el reynosense Oscar Luebbert Gutiérrez.

Por cierto, en una entrevista con Héctor Garza González, a quien no sé por qué razón lo apodan «El Guasón», me comentaba que hay instrucciones para poner un cedazo y no dejar entrar a priístas o panistas que se hayan caracterizado por ser corruptos.

Yo recuerdo que allá por los noventas, recién desempacado Luebbert de la Secretaría de Organización del CEN del PRI, Garza González fue coordinador de su campaña como candidato a diputado federal por el Distrito 02, que entonces abarcaba Reynosa y toda la Ribereña.

Ahora, si la versión es cierta, los papeles se van a invertir y Luebbert tendrá que hacer cola para aspirar después a puestos de elección popular, o por lo menos, a mantener vigente su coto de poder político.

La aplastante derrota que sufrió en Tamaulipas no ha sido la puntilla para el PRI.  A nivel nacional se siguen cometiendo exactamente los mismos errores, y uno de ellos fue nombrar al ex director general de la CFE como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional, por ser artífice de algunos de los golpes más duros a la economía de la gente, con el alza a las tarifas de la luz.

Además, esa sonrisa de pendejo no le ayuda en nada.

Dialogando con el ex líder del PRI en Reynosa y ex diputado federal, Guillermo Acebo Salman, me comentaba que Reynosa es rescatable para su partido en el 2018.

-Sí, le contesté yo, como buen Pegaso analista, pero para ello tienen que postular a un buen candidato.  Y le remarqué esto último, porque históricamente han sido las mismas familias y los mismos grupos de poder los que acaparan las candidaturas:  Que los Deándar, que los Gómez, que los Luebbert, que los Garza Cantú, etc., etc.

-¿Pero quién podría ser?-me contestó con el signo de interrogación en el rostro.

No le contesté, pero me quedé pensando en la respuesta:  Debe ser una gente buena, porque a final de cuentas, no todo en el PRI está podrido.

¿Cuándo le dieron oportunidad, por ejemplo, a mi compadre Víctor Aguilar? ¿Cuándo les dieron de perdido una regiduría a las entronas y enjundiosas lideresas de colonias?

Incluso, si es que no hay cuadros realmente honestos en la estructura local del Revolucionario, ¿por qué no pensar en un candidato externo?

Pero claro.  Primero tendría el partido que pasar por cirugía mayor.

Nadie me lo cree, más yo pienso que cambiar de siglas y de changos es lo mejor que le pudiera pasar al PRI, si no quiere ser historia.

Para consuelo de ellos debo decir que no son los únicos que están al borde del abismo.  Los acompañan el PRD y la pléyade de partiditos pequeños que sólo sirven para consumir el dinero del pueblo y no dan ningún resultado positivo.

Anticipo pues, que la lucha en el 2018 estará polarizada entre dos partidos: Acción Nacional y MORENA.

Finalmente, los dejo con el refrán estilo Pegaso: «A pesar de que la hembra de la especie Pan troglodita porte vestimenta elaborada a base de la secreción glandular de la oruga  Bombix mori, tenderá a conservar su estado natural». (Aunque la mona se vista de seda, mona se queda).