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AL VUELO-Abecedario

AL VUELO-Abecedario

Por Pegaso

¡Ojo, mucho ojo!, como diría el famoso comercial de televisión para prevenir el abuso infantil.

Hago esa severa advertencia porque veo con preocupación la manera en que evolucionan los llamados «retos» o «juegos» que se difunden en las redes sociales: Cada vez son más espeluznantes, más crueles y más peligrosos, pero lo peor de todo es que cada vez afectan a niños más pequeños.

Hojeando algunas páginas virtuales en mi laptop HP convertible a Apple, recostado en mi nubecilla viajera, vi un encabezado que me llenó de consternación y me hizo recordar aquella película llamada «Juego Macabro», donde un demente secuestra a sus víctimas y las obliga a realizar diversas acciones que eventualmente terminan con su vida.

¿Por qué lo digo?

Pues por el nuevo juego llamado «El Abecedario del Diablo».

Aún no logramos reponernos del horror causado por «El Reto de la Ballena Azul», cuando una nueva moda salta a las redes sociales cual macabra sombra.

El mencionado juego consiste en lo siguiente: Un niño, generalmente el líder de un grupo, escoge a un compañerito para hacerle una «prueba» como condición para ser aceptado.  El elegido debe recitar palabras con cada una de las letras del alfabeto, mientras que el líder empieza a rasparle el dorso de la mano o el brazo con unas tijeras.

Conforme avanza el juego, la fricción de las tijeras con la piel es mayor, hasta llegar a causar heridas graves.

El nuevo juego es una expresión de sadismo extrema, sobre todo si tomamos en cuenta que estamos hablando de párvulos de apenas ocho, nueve o diez años.

¿Qué mente atroz y atormentada puede crear ese tipo de acciones, pregúntome yo?

¿Será el mismo sujeto que está nada más pensando en cómo crear los retos más estrambóticos, crueles y absurdos?

Hay una obra literaria, si así se le puede llamar, cuyo autor es el Marqués de Sade, donde cuatro ricachones trastornados realizan todo tipo de perversiones, cada una más atroz que la otra.

Al final terminan con algo que se llama «La Perversión del Diablo», que consiste en infringir el mayor sufrimiento posible a una víctima, generalmente mujer.

¿Será que nos estamos llenando de individuos maquiavélicos?

La perversidad ya no sólo pulula en la «Deep Web», sino que ya ha invadido el espacio virtual en el que navegamos comúnmente, al que tienen acceso nuestros hijos pequeños.

¿Qué seguirá después de «El Abecedario del Diablo»?

En la película «Scream» se ve una escena donde dos chavos se acuchillan uno al otro simultáneamente, hasta que ambos llegan a perecer.

¿Es lo que quieren nuestras nuevas generaciones?¿Por qué seguir cayendo en modas nocivas?

Padres, platiquen con sus vástagos, mantengan una comunicación constante y estén alertas ante cualquier señal de que algo anda mal.

Quiero imaginar que los «retos» obedecen al mismo principio que los ritos de iniciación de la antigüedad.

Un individuo que pretende pertenecer a un grupo cerrado debe pasar antes por una prueba instituida por la misma cofradía.  Si la pasa, será aceptado, si no, será rechazado.

En una famosa caricatura que era muy popular en las décadas de los setenta y ochenta, un rechoncho adolescente llamado Toby tenía un club cuyo punto de reunión era una casita construida en un árbol con un letreo que decía: «No se admiten niñas».

Los nuevos miembros, que debían ser todos del sexo masculino, tenían que pasar por una prueba antes de ser aceptados.

La diferencia con los modernos retos es que entonces se trataba de juegos inocentes, como saltar un charco o rodear un árbol.

Hoy, por el contrario, se requieren de mutilaciones o flagelaciones para poder convertirse en miembro de alguna pandilla juvenil escolar.

Ni duda cabe que estamos involucionando.

Venga pues el refrán estilo Pegaso: “Nuestro desplazamiento es retrógrado, cual crustáceo decápodo». (Vamos pa’atrás, como los cangrejos).