Columnas

8 de 8 y 21 de 22

Tribuna

Por Javier Terrazas

8 de 8 y 21 de 22

Las victorias ni las derrotas son para siempre en los procesos electorales.

Cada elección es única e irrepetible.

La victoria de hoy no garantiza la victoria del mañana, pues las condiciones, entorno, candidatos y desgastes de los gobiernos son distintos.

Recuerda usted la soberbia del gobernador priísta Egidio Torre Cantú cuando en una elección federal de diputados  del 2015 ganó ocho de ocho distritos posibles.

Y a la siguiente contienda, la de 2016,  entregó la gubernatura y el Congreso Local, amén de una buena parte de los Ayuntamientos.

Por ello, aunque de gran importancia para el Partido Acción Nacional y el Grupo Político en el Gobierno, porque las facilita un tránsito seguro para el segundo trienio, no es una visa para el futuro.

Por lo general éste tipo de elecciones intermedias de renovación de Congresos, sean locales o federales, son de baja participación.

Y al ser una participación baja, el voto duro de los partidos y la clientela de los programas sociales, alcanzan para obtener victorias sin mucho esfuerzo.

Por ello, desde los asientos del poder, donde se tenían los controles de los Ayuntamientos, se apostó a la votación baja.

Y en aquellos puntos de mayor riesgo, hubo interés mayor de los grupos de poder para movilizar a los ciudadanos a sufragar.

Así se explican asistencias a las urnas de entre 25 y 32 por ciento en los distritos de Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Tampico, Madero y Altamira.

Mientras que en Victoria, Mante y Xicoténcatl, se disparó hasta los 40 y 46 por ciento.

El buen cálculo la operación territorial de los estrategas panistas permite este resultado que asegura sobradamente el control del Congreso de Tamaulipas.

De alguna forma, el PAN se saca la espina de la elección federal anterior cuando perdió la elección presidencial, las senadurías de mayoría y seis de las nueve diputaciones federales.

Y el sabor a triunfo es mayor porque es el único punto en donde el PAN sale mejor parado, después de las derrotas dolorosas en las gubernaturas de Baja California y Puebla, así como en el Congreso de Quintana Roo.

Coloca a Tamaulipas como un bastión albiazul nacional, aunque prendido de alfileres porque la votación apenas fue del orden del 32 por ciento.

Lo que sí es una realidad es que se vuelve a meter al tú por tú en la pelea por los cargos de elección del 2021 y del 2022.

Dando golpe político a quienes aparecían ya como cabezas de playa por parte de MORENA, entre ellos al Senador Américo Villarreal Anaya; al Delegado de MORENA en la entidad José Ramón Gómez Leal;  al Oficial Mayor de la SEP Héctor Garza González y al Director de Radio, Televisión y Cinematografía Rodolfo González Balderrama.

Quizás puedan surgir nuevas figuras morenistas en el corto y mediano plazo sea en las dirigencias regionales, estatal o como candidatos a las diputaciones federales.

Incluso elementos que puedan provenir del Partido Revolucionario Institucional, pero sin cola que les pisen.

Personajes como Carlos Canturosas Villarreal en Nuevo Laredo; Oscar Luebbert Gutiérrez  en Reynosa;  Homero Díaz Rodríguez  y Enrique Cárdenas del Avellano de Victoria;  o Alvaro Garza Cantú en Tampico, pueden dar las sorpresas en ese instituto político.

Lo peor que podría hacer el PAN de Francisco Elizondo Salazar, es echar las campanas al vuelo con este triunfo amplio pero de raquítica votación.

Tampoco puede apostar todo a las cartas más visibles como prospectos a la gubernatura: Ismael García Cabeza de Vaca; Gerardo Peña Flores o César Verástegui Ostos.

Tendrá que abrir su abanico de posibilidades a los alcaldes que mejor papel realicen en ésta administración y tienen plataformas de despegue relevantes como Jesús Nader de Tampico; Maki Ortiz de Reynosa y Enrique Rivas de Nuevo Laredo.

Nada para nadie en el futuro. El 2021 será un nuevo reto. Y el 2022 el reto superior.