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AL VUELO-Amor

AL VUELO-Amor

Por Pegaso

¡Ahhh, le amour! Volando yo por los fríos cielos de Reynosa recordé que hoy, hace 30 años contraje nupcias con mi consorte.

Mi pegasita me ha aguantado durante las tres últimas décadas, en las buenas y en las malas, en las altas y en las bajas, aunque ha habido más bajas que altas, pero ahí la llevamos. Lo que no ha faltado es mucho amor por parte de ambos cónyuges.

Bodas de Perla, según la clasificación más popular.

El aniversario de bodas es la fecha en que se cumple un número de años exacto a partir de que uno dice que sí ante un juez o ante un cura.

Una treintena de años atrás llegábamos a la Oficialía del Registro Civil que titulaba el licenciado Bolívar Hernández para solicitar nuestro enlace social, y un día después estábamos de hinojos ante el padrecito Carlos Vega para recibir la bendición de la Santa Madre y Venerada Iglesia Católica, Apostólica y Romana (¡Uffff!).

Coincidentemente, nuestro enlace matrimonial se llevó a cabo en el Día del Amor y la Amistad, así que bajo esos auspicios espero durar al menos otros treinta años al lado de mi compañera de vida.

Pero bueno, hablando de amor y de bodas, déjenme decirles que la celebración de aniversario de matrimonio se acostumbra hacer de manera privada, a excepción de los 25, 50 y 75 años, que buscan hacerse de manera pública y rimbombante.

De acuerdo con la tradición, hay una lista de títulos para cada año de celebración de bodas, de acuerdo al regalo que se debe entregar a la pareja.

1 año, bodas de papel.

2 años, bodas de algodón.

3 años, bodas de cuero.

4 años, bodas de lino.

5 años, bodas de madera.

6 años, bodas de hierro.

7 años, bodas de lana.

8 años, bodas de bronce.

9 años, bodas de arcilla.

10 años, bodas de aluminio.

11 años, bodas de acero.

12 años, bodas de seda.

13 años, bodas de encaje.

14 años, bodas de marfil.

15 años, bodas de crista.

16 años, bodas de hiedra.

17 años, bodas de alhelí.

18 años, bodas de cuarzo.

19 años, bodas de madreselva.

20 años, bodas de porcelana.

21 años, bodas de roble.

22 años, bodas de cobre.

23 años, bodas de agua.

24 años, bodas de granito.

25 años, bodas de plata.

26 años, bodas de rosas.

27 años, bodas de azabache.

28 años,  bodas de ámbar.

29 años, bodas de granate.

30 años, bodas de plata.

31 años, bodas de ébano.

32 años, bodas de cobre.

33 años, bodas de estaño.

34 años, bodas de amapola.

35 años, bodas de coral.

36 años, bodas de sílex.

37 años, bodas de piedra.

38 años, bodas de jade.

39 años, bodas de ágata.

40 años, bodas de rubí.

41 años, bodas de topacio.

42 años, bodas de jaspe.

43 años, bodas de ópalo.

44 años, bodas de turquesa.

45 años, bodas de zafiro.

46 años, bodas de nácar.

47 años, bodas de amatista.

48 años, bodas de feldespato.

49 años, bodas de circón.

50 años, bodas de oro.

55 años, bodas de esmeralda.

60 años, bodas de diamante.

65 años, bodas de platino.

70 años, bodas de titanio.

75 años, bodas de brillantes.

80 años, bodas de roble.

85 años, bodas de mármol.

90 años, bodas de granito.

95 años, bodas de ónix.

100 años, bodas de hueso.

No me imagino qué viene después de la celebración de los cien años de matrimonio, pero lo que sí sé es que todo eso es una tradición que viene de siglos atrás, inspirada en los regalos que se acostumbraban dar a los esposos en su aniversario.

Por cierto, el aniversario de bodas muchas veces se presta para hacerles bromas a las parejas o hacer chistes a sus costillas.

Por ejemplo, está aquel donde un tipo se muere después de cincuenta años de casado y al poco tiempo también fallece su mujer.

Al llegar al cielo, ésta ve a su marido muy quitado de la pena, tocando el arpa, moviendo sus alitas y acomodándose la aureola. Dando brinquitos entre las nubes va a su encuentro y le dice: «Amado mío, por fin nos volvemos a reunir».  A lo que el perdulario le responde: «¡No me salgas con chingaderas! El contrato dice: Hasta que la muerte los separe».

Está el del otro peladito que encara a su mujer y le dice:

-Fredegunda, ¿es cierto que me engañas con el filósofo del pueblo?

Y ella le contesta:

-Esas son falacias, Eustaquio, simples falacias y sofismas.

Por cierto, ayer mi mujer me dijo que ya no podía más, que necesitaba más espacio… así que le regalé un disco duro de 2 Terabytes.

Otra pareja estaba cenando en un restaurant del centro de Reynosa. De repente viene una amiga de la señora y se sienta a charlar con ella en la misma mesa.

Pasa un rato y la amiga le dice a la señora: «¡Oye, amigocha, te felicito! ¡Tienes un esposo tan cariñoso y romántico! A cada rato te da un beso en la mano».

Y la abnegada mujer le responde: «Bueno fuera. Lo que pasa es que no nos trajeron servilletas de papel».

Ahora los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice así: «Contrato nupcial y sudario descienden de la bóveda celeste». (Matrimonio y mortaja, del cielo bajan).