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AL VUELO-Armas

AL VUELO-Armas

Por Pegaso

Llega el exterminador modelo T-800 a la tienda de armas. Con su visión cibernética analiza las características de los artículos que ve en la estantería: Un fusil de asalto con mirilla láser, un lanzagranadas, una Barret y varias subametralladoras.

«Me las llevo todas»,-dice el T-800, y acto seguido dispara una ráfaga de plomo sobre el sorprendido dependiente.

¿Por qué cualquier persona puede comprar armas en Estados Unidos y hacer con ellas lo que le dé su reverenda gana?

Quien conoce la idiosincracia de los gringos no se sorprende por la pregunta porque siempre han estado más locos que una cabra y mantienen un permanente delirio de persecución. No por nada se han declarado a sí mismos como la «policía del mundo», porque dicen que tienen el derecho divino de serlo. El «Destino Manifiesto», le llaman.

Gracias a sus absurdas leyes, hasta un chamaco, un terrorista o un psicópata pueden portar armas largas, como el popular fusil de asalto AR-15, mejor conocido por estos rumbos como «cuerno de chivo».

De hecho, es el arma que más se utiliza en las masacres, como la que ocurrió en la discoteca Pulse, de Orlando Florida, donde murieron 49 personas o la más reciente, durante un festival de música en Las Vegas, donde hubo al menos 58 personas fallecidas.

Pero continuamente ocurren ese tipo de sucesos en escuelas, parques públicos e incluso, dentro del seno familiar.

Niños que toman los rifles de sus padres y se van a la escuela para matar a su maestra que lo castigó por no llevar la tarea o vengarse del amiguito que le sacó la lengua.

La locura de los norteamericanos por las armas va muy ligada con el consumo de drogas.

Allá, al menos el 80% de las personas fuman mota y crack o se meten cocaína y heroína hasta por el culo.

Cada adicto tiene su dealer (vendedor) de confianza que generalmente está a la vuelta de la esquina, sin que nadie le diga nada.

Ayer fui testigo de la actitud valiente del Gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, quien tomó el toro por los cuernos (Nota de la Redacción: Nuestro colaborador no se dio cuenta de este ingenioso juego de palabras) y habló largo y tendido del origen de tanta delincuencia que hoy azota al país entero, pero principalmente a Tamaulipas y a Reynosa.

Es la exagerada entrada de armas procedentes de los Estados Unidos lo que nos tiene así, aterrorizados, temerosos de salir a la calle por las constantes balaceras, persecuciones y asesinatos.

La venta casi sin restricciones de armamento de cualquier tipo en las armerías es un negociazo. A lo largo de la frontera sur de aquel país vemos cómo surgen más y más tiendas que comercializan esos instrumentos de muerte.

Tan sólo en el área de McAllen se contabilizan trece establecimientos de ese tipo.

Se supone que sí existen condiciones para que se vendan al público, entre ellas, que no sean menores de edad, que no estén enfermos de sus facultades mentales, que no sean expresidiarios por delitos violentos, desertores del ejército o inmigrantes ilegales, pero en la práctica los dependientes ni siquiera preguntan. Basta con una identificación oficial donde se indique el nombre del comprador y el domicilio, las cuales fácilmente se pueden falsificar.

Hay una frase entre los dueños y empleados de esas tiendas: «Lo que haga la persona con el arma, una vez que sale de aquí, ya no es responsabilidad nuestra».

Y sí. Lo más seguro es que el cliente la quiera para proteger su casa, sus posesiones y su familia, pero un porcentaje demasiado alto corresponde a sujetos que se dedican al contrabando hormiga y surten a los cárteles mexicanos de la droga.

Lo hacen pasando las armas por las garitas de los puentes internacionales, no cruzándolas por el río, como bien lo dijo el Gobernador.

Volviendo a la pregunta de por qué los gringos tienen esa fijación por las armas, la respuesta es que sus propias leyes así lo permiten. Hay voces muy débiles que han pretendido reinterpretar la segunda enmierda (Nota de la Redacción: Pegaso quiso decir, la Segunda Enmienda), pero no han tenido éxito, ni lo tendrán, se los aseguro.

Un amigo me decía que existe un artículo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos donde se permite que cada ciudadano tenga una o más armas por si la reina de Inglaterra decide recuperar el territorio que perdió durante la Guerra de Independencia.

Pero en aquel tiempo sólo había mosquetes y fusiles que disparaban balines.

Hoy, por el contrario, uno puede ir a la armería más cercana, como el T-800, pedir el catálogo y adquirir lo más sofisticado en armamento, desde una simple pistolita hasta un acorazado de bolsillo. «Al fin y al cabo es para proteger mi casa, mi familia y mis bienes»,-dicen para justificar su paranoia.

Ahí está la respuesta, pues, a lo que pasa en México. Si Estados Unidos restringiera su producción, libre venta y exportación ilegal de armas de fuego, México estaría en paz, porque entonces los malos tendrían que cargar resorteras o intercambiar disparos de cáscaras de naranja con el parque-liga-ligazo.

Ahora bien, ya que estamos metidos en esto y los gobiernos federal, estatal y municipal tienen que dar la cara a los extremos actos de violencia que se viven a diario, yo le recomendaría al Gobernador que contratara los servicios de expertos para capacitar a nuestros policías y proteger de una manera más eficaz a la población.

El equipo de expertos que recomiendo ampliamente es el siguiente: Arnold Schwarzenegger, Silvester Stallone, Bruce Willis, La Roca, Vin Diesel, Jean Claude Van Damme, Chuck Norris y Jet Li.

Los dejo con el refrán estilo Pegaso: «Hasta la próxima ocasión en que nos avistemos mutuamente, little boy». (Hasta la vista, Baby).