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AL VUELO-Cumbia

AL VUELO-Cumbia

Por Pegaso

         Andaba yo volando allá, por el rumbo de la vieja refinería de Reynosa, donde un pequeño grupo de personas colocaron mantas como protesta por el gasolinazo.

         Y a pesar del frío que calaba hasta los huesos, aquellos activistas soportaron un poco más de una hora, y después se fueron a echar un rico cafecito en una tienda de conveniencia que estaba ahí cerquita.

         Tras recoger los datos y elaborar la información veraz y objetiva que siempre ofrezco a mis fieles lectores, también me fui a libar un poco de aquella aromática bebida que se obtiene de la semilla tostada y molida del cafeto.

         Entre sorbo y sorbo escuchaba las alegres melodías que provenían de un programa de televisión.  Tocaba la Sonora Dinamita.

         Como Pegaso aficionado a la Psicología que soy, me puse a analizar las letras de algunas canciones de ese guapachoso conjunto musical.

         Siempre me he preguntado, por ejemplo, porqué el Negro Sebastián le pega a su mujer.

         «Yo le pego a mi mujer por descarada, yo le pego a mi mujer por atrevida»,-es la explicación que da el falaz individuo para justificar lo injustificable.

         Si viviera en Reynosa, otra cosa sería, porque lo menos que podría hacer la afectada es llamar a un amigo mañoso para que le den al Negro un levantón y una tableada.

         ¿Y qué me dicen de El Viejo del Sombrerón?  Hasta ahora no estoy muy convencido del argumento que presenta la señorita cuando le preguntan por qué está tan entregada al viejo:  «Es que una gota de agua sobre una piedra hace un orificio».

         Sí, pero la piedra tarda decenas, cientos o a veces miles de años en horadar la roca, por el contrario, la muralla de castidad de aquella jovenzuela no pudo soportar los embates producidos por los piropos y el pitido de El Viejo del Sombrerón.

         La Parabólica es un compendio de sabiduría popular:  «Yo a tí te comparo con una antena parabólica, que se te meten las señales por toditos los canales».  Sublime letra.  Tal vez el compositor era un técnico en mantenimiento de instalaciones de telecomunicación o algo por el estilo.

         Por otro lado, no he podido averiguar hasta ahora qué es lo que quería el Negro.

         Resulta que la negrita se va a quejar con su mamá porque al parecer, el Negro estaba rabioso y la destapaba cuando ella se tapaba con alguna cobija o frazada.

         ¿Qué edad tenía el Negro? ¿Tenía ya despierta la líbido? O sólo quería jugar a los carritos y trenecitos con la negrita.

         La historia de Capullo y Sorullo me enternece.  La pegajosa melodía empieza narrando que en el pueblo del compositor había un matrimonio rubio como la mantequlla, el cual tuvo ocho hijos rubiecitos, pero el noveno salió negrito.

         Entonces, Sorullo increpa a Capullo y le exige que le diga si aquel negrito es su hijo, ya que sospechaba que no era así.

         Pero, ¡oh, sorpresa! Resulta que el negrito era el único suyo.

         Pregunta: ¿Se equivocó el autor al decir que ambos eran rubios? Porque de acuerdo con la teoría genética de Mendel se heredan las características de los padres, luego entonces, Sorullo no era rubio, sino negro.

         Y la voz que se oye en la canción lo confirma, porque es voz como de mulato.

         Otra cumbia que hizo época se llama «A mover la colita».  Es una canción infantil que pretende enseñar a los peques la mecánica del movimiento de los apéndices animales.

         «A ver, a ver, a mover la colita; si no la mueves se te puede poner malita.  La mueve el tiburón, y la mueve la ballena, la mueve el cocodrilo y Tarzán allá, en la selva».  ¡Qué candorosa interpretación!

         La última canción que pude escuchar antes de reitrarme de aquel lugar fue «Tu Cucu».

         Pienso que el compositor de tan melodiosa rola era coleccionista de relojes de pared, ya que expresa su admiración por el Cucu de su acompañante.

         «Qué bello tu Cucu, bonito tu Cucu, redondito y suavecito, yo quiero tu cucu»,-dice la letra.

         Y ella le contesta: «No te metas con mi Cucu, yo sé que tienes tu mujer, así que deja mi Cucu».

         Por lo cual puedo deducir que la mujer del sujeto tenía un Cucu parecido en casa.

         Nos quedamos con le refrán estilo Pegaso, que dice:  «A cualquier sonido armónico, suelo danzar». (Al son que me toquen, bailo).