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AL VUELO-Mártires

AL VUELO-Mártires

Por Pegaso

Después de mi vuelo matutino me fui a refugiar a mi búnker, y ahí me puse a hojear las páginas electrónicas para conocer los top trendings, videos virales y toda la parafernalia de la comunicación cibernética que nos inunda diariamente.

Y ahí, en la pantalla de mi lap top HP convertible a Apple ví una noticia que me dejó patidifuso, anonadado y rete apendejado.

Resulta que el Papa argentino Francisco Bergoglio, alias Pancho Primero canonizó a tres niños indígenas mexicanos, Hugo, Paco y Luis… (Perdón, esos eran los sobrinos del pato Donald), Cristóbal, Juan y Antonio, quienes desde ahora serán los santos patronos de la niñez mexicana.

«Los Niños Mártires de Tlaxcala», como se les conoce, no tienen nada que ver con los «Niños Héroes de Chapultepec», pero igual murieron por la injusticia de los extranjeros.

Los primeros fueron víctimas de la brutal y cruel colonización española, entre 1527 y 1529, los segundos, como ya todos sabemos, fueron abatidos en el castillo de Chapultepec durante la Intervención Francesa, aunque yo pienso que ya encarrilado Monseñor Bergoglio debió caninizar también a los seis chavos que defendieron la patria con honor, que son: Juan Escutia, Francisco Márquez, Juan De la Barrera, Vicente Fernández, Agustín Melgar y Fernando Montes de Oca.

Las crónicas periodísticas que nos llegan desde el Vaticano señalan que una delegación de varios cientos de mexicanos de Tlaxcala encabezados por el Obispo de la Diócesis, Julio C. Salcedo Aquino y los cardenales José Francisco Robles Ortega y Alberto Suárez Inda estuvieron presentes en la ceremonia litúrgica de canonización, ya que desde el 6 de mayo de 1990 el Papa Juan Pablo II los había beatificado.

Para que nos demos una idea de qué se trata, los llamados «Niños Mártires de Tlaxcala» eran tres jóvenes indígenas, de entre doce y trece años, de los primeros laicos americanos que sufrieron martirio en defensa de la fé católica en México.

Los frailes dominicos y franciscanos los evangelizaron casi inmediatamente después de la conquista. Como su padre, un cacique llamado Acxotécatl aún adoraba a los ídolos, los canijos frailes le pidieron a Cristóbal, ahora San Cristóbal, que lo convirtiera al cristianismo, pero como era más pedales que la Chupitos y La Corcholata juntas, le dio tal paliza con un garrote que lo mandó derechito al otro mundo.

Algo parecido les pasó a San Antonio y San Juan, quienes fueron enviados solos a Oaxaca para que trataran de convertir a los idólatras indígenos y a romperles sus estatuas e idolillos de barro, lo que obligadamente causó la furia de los residentes de Tecali y Cuauchtinchán, donde fueron asesinados a macanazos.

Yo no quiero meterme mucho en asuntos propios de la religión católica, pero se me hace que el Papa se quedó corto en lo que a México se refiere.

Por eso mismo aquí le hago una relación de posibles candidatos a ser beatificados y después canonizados para que intercedan piadosamente por nosotros los pecadores:

-San Enrique: Este santo se caracteriza por aguantar el bulliyng de todo un pueblo, el mexicano. Desde su llegada a Los Pinos no pasa un día sin decir una frase o hacer algo que inmediatamente después se sube a las redes sociales y provoca la jocosidad, el regocijo y el solaz de todos sus conciudadanos. Los memes han sido su látigo y corona de espinas, así que considero que éste mártir tiene méritos suficientes para subir derechito al cielo donde San Pedro lo estará esperando para disfrutar de sus muníficas ocurrencias.

-San Manuel Andrés: Un santo de a devis, un rayito de esperanza para un pueblo desesperanzado. Su mayor virtud es haber realizado tres larguísimas campañas para la Presidencia de la República sin un cinco en la bolsa, porque todo se lo pagan sus simpatizantes. Ha sido para él un martirio recorrer toda la República a bordo de camionetas que no están blindadas, aguantando a personajes insufribles y aventándose el mismo discurso de hace dos décadas.

-San Eugenio: Está sufriendo el calvario de la soledad. Cuando estaba al frente del Gobierno de Tamaulipas todo era felicidad, rodeado siempre de lambiscones y cuatachos que se enriquecían escandalosamente mientras él, con sus azules ojitos pispiretos hacía derretir a las féminas por donde pasaba. Ahora está solo en prisión, aunque ya se está investigando también a la bola de gandallas que se beneficiaron a sus costillas.

-San Egidio: Mártir que tuvo que sufrir la horrible muerte de su hermano. Por azares del destino su partido político decidió que él sería la persona idónea para ocupar el lugar de su fraterno y pudo así ganar la elección para Gobernador. Luego de dejar el cargo, fue señalado con dedo flamígero por los fariseos tamaulipecos, quienes lo acusan de habarse clavado una buena lana y edificar una sutuosa mansión de 340 millones de devaluados persos en San Pedro Garza García. Ahí nomás pa´l quemón.

Y en general, el Papa tendría que canonizar a los más de 800 mil reynosenses que todos los días sufrimos el martirio de la inseguridad pública.

Yo mismo llevaría, si me fuera permitido, la propuesta a don Pancho Primero con la lista anterior de candidatos a ser canonizados en la mismísima Basílica de San Pedro.

Teniéndolo ante mí le diría (con acento argentino): «¿Sabés, ché boludo? Aquí te traigo mi lista de mártires para que los beatifiquéis, para que puedan ser intercesores de las causas imposibles de todos los mexicanos».

Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: «No en demasía que pueda ocasionar ignición en la sacra figura, pero tampoco con carencias que eviten su iluminación». (Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre.)