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AL VUELO-Monstruo

AL VUELO-Monstruo

Por Pegaso​

Viendo yo en mi smart tv la noticia de los feminicidios de Ecatepec, me puse a pensar cuántos Juan Carlos y cuántas Patricias puede haber regados por ahí, en los pueblos y colonias más marginados de nuestro querido México.​

El «monstruo de Ecatepec», como ya se le conoce, secuestraba a sus víctimas, todas ellas mujeres, las mataba, las desmembraba y a veces se comía las partes más suculentas.​

En una sociedad como la nuestra, donde el delito paga mucho y casi nadie pisa la cárcel, el caso que nos ha horrorizado no debía sorprender a nadie.​

Ya hemos tenido mataviejitas, narcos caníbales, poquianchis y muchos escalofriantes casos más, dignos de aparecer en la serie American Horror Stories.​

El culto y refinado lector se preguntará: «¿Qué pedo con esta gente?»​

Ya se sabe que los recovecos de la mante humana aún es territorio desconocido, y basta sólo una chispa para cruzar la línea de la locura.​

El pasado 8 de octubre iba Juan Carlos con su infernal pareja empujando una carreola de bebé por la calle cuando los federales le cayeron como a Juan Charrasqueado, de a montón.​

Lo que los cumplidos agentes vieron en el interior de la vivienda ubicada en la colonia Jardines de Morelos, en Ecatepec, Estado de México, fue una barbarie.​

No quiero repetir lo que ya se ha dicho en los noticieros de cadena nacional y en los diarios de mayor circulación, pero las películas Halloween, Viernes 13 y Pesadilla en la Calle del Infierno son cuentecitos para niños de pecho.​

Al dar su declaración, el orate sólo repetía que si salía de esa, seguiría matando mujeres porque las odia a todas.​

Su madre era prostituta, fue abusado cuando era niño y además, su anterior pareja lo abandonó.​

«Si yo no soy feliz, nadie va a serlo»,-le decía una voz en el interior de su cabecita loca.​

Pienso que después de que fue internado en el penal de Chiconautla, va a vivir un verdadero infierno porque ahí lo espera el Negro Llorarás.​

Pero este es sólo un caso que llegó a conocerse casi por casualidad.​

El 99.999999…% de feminicidios, infanticidios, homicidios y todo lo que termine en -idios quedan impunes en México.​

El burocratismo impide investigar las miles de quejas diarias que llegan a las Agencias del Ministerio Público y la situación rebasa con mucho la capacidad de las autoridades.​

Casos como el «monstruo de Ecatepec», por ser tan mediáticos, son garbanzo de a libra.​

El que quiere delinquir, lo hace sin ningún remordimiento, estando convencido de que por lo menos en los próximos cinco o diez años nadie hará nada por detenerlo.​

Así son las cosas en mi país.​

Termino con el refrán estilo Pegaso: «¡Es deseable que la deidad nos sorprenda una vez que concluyamos el acto de contrición!». (¡Que Dios nos agarre confesados!)