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ANIVERSARIO 50 DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD

LETRA PÚBLICA

ANIVERSARIO 50 DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

Argentina tiene un mérito      que los mexicanos nunca podremos equiparar ya no digamos superar; fue el único país de habla hispana que tuvo el valor de apostarle a la posteridad y obtener el triunfo irreversible de la eternidad: editar y publicar para todo el mundo a través de la editora Sudamericana los escritos que por partes Mercedes Barch les envió desde la Ciudad de México, donde vivía Gabriel García Márquez y donde escribió desde principio a fin la memorable e inmortal novela que el mundo conoce como “Cien Años de Soledad” y que la crítica especializada la considera la novela más hermosa jamás escrita y que pienso que en un futuro cercano superara la calidad legendaria que al menos conserva todavía Don Quijote de la Mancha. Que es una narración épica que satiriza en un español medio, las novelas de caballería, llenas de súper héroes, muy de moda en ese tiempo; y en un acto de verdadera franqueza he de confesar a los lectores que al igual que muchos que me lo han comentado tuve que realizar un verdadero trabajo de concentración y de consulta para poder leer en su totalidad esta novela, lo que no sucedió con “Cien Años de Soledad” que desde su principio hasta su final nos mantiene conectados con el universo mágico que García Márquez logra recrear en su obra para que nosotros los vayamos acomodando a nuestro tiempo e historia como país y como ser humano.

Este próximo 5 de Junio se cumplirán 50 años de la primera edición de “Cien Años de Soledad” que salió a la luz en la Ciudad de Buenos Aires, (la ciudad más hermosa de América Latina) y que como un fenómeno que no he visto repetido desde que apareció esta hermosa novela que escribió desde su principio hasta su final el Gabo en la Ciudad de México en una colonia del sur de esa ciudad en donde Mercedes su esposa, negocio con el rentero de la finca pagándole varios meses por adelantado porque el Gabo no iba a salir de su estudio en virtud de que estaba escribiendo la novela que lo salvaría para siempre. El único requisito que García Márquez le rogo a su compañera de vida Mercedes Barch es que le tuviera siempre a su disposición 500 hojas de tamaño oficio para no parar de escribir y dos máquinas de escribir Smith Corona, por si se descomponía una. Lo que sucedió después fue una revelación la novela sola se recomendó de boca a boca, recuerdo como si fuera ayer mismo, que le daba una vuelta a la plaza principal de Ciudad Victoria con el economista José Ángel Torres quien era el encargado de planeación del gobierno de Don Manuel Ravize, y que sabiendo de mi entusiasmo por la literatura me recomendó que leyera “Cien Años de Soledad”.

La Real Academia Española con motivo del IV centenario de la publicación del Quijote, realizó una edición masiva y popular de la primera parte de la obra de Cervantes, que como usted sabe, tuvo algunas modificaciones que el propio autor realizó para poder agradar a los hombres del poder de aquella época que no veían con buenos ojos como Cervantes en una novela de caballerías resumía la filosofía popular del mundo en que vivía. Millones de ejemplares se vendieron en todo el mundo a un costo no mayor de 100 dólares. Es el Quijote el punto de referencia para citar el origen de nuestra lengua, simbolismo en el que confluyen todas las formas diferentes e idénticas como América Latina e Iberoamérica se expresan y construyen día con día su destino por encima de las sombras que por momento parecen envolvernos en un mundo infernal, tendremos un destino maravilloso.

Siguiendo la misma pauta que se marcó para imprimir una edición conmemorativa de la obra del Quijote, la Real Academia Española, a solicitud de la Academia Colombiana, decana de las academias de Hispanoamérica acordó homenajear a García Márquez, realizando una edición conmemorativa que se distribuyó en millones por todo el mundo en pastas de lujo pero con un precio popular de 100 pesos mexicanos para que esté al alcance de todos los que admiran la obra del hombre que nació en Aracatáca y que fue uno de los 16 hijos del telegrafista de ese pueblo.

La edición conmemorativa de «Cien Años de Soledad» sigue en venta en nuestro país en todas las librerías; también se encuentra aquí en nuestra ciudad a un costo de 115 pesos que resulta una verdadera ganga tratándose de una obra monumental que transcurrido el tiempo alcanzará un valor similar al de las primeras ediciones de escritores célebres, como fue el caso de James Joyce, autor del «Ulises» quien hace una década un lector tenía en su poder la primera edición de este genio de las letras que fue James, y que ofertó en una galería para que la comprara uno de los tantos coleccionistas que abundan en el mundo, en una cantidad estratosférica de libras esterlinas que superaban los 3 millones de aquella época.

El libro de García Márquez tiene en su portada una corona de laureles que enmarcan el título de la novela, donde aparece un epígrafe que señala que es una edición conmemorativa de la Real Academia Española y la asociación de academias de la lengua española; en el anverso del texto viene una relación de todas las academias de habla hispana que existen en América Latina. Quizá lo más importante, además de que se trata del texto de «Cien años de Soledad» es que este ejemplar viene engalanado con la colaboración a modo de presentación de esta obra maravillosa por Álvaro Mutis, un poeta colombiano, compañero fraternal de Gabo, quien cuenta de manera sencilla y agradable lo que sabe de Gabriel.

Carlos Fuentes por su parte presente un ensayo que titula «Para darle nombra a América», Fuentes fue sin duda el escritor mexicano más cerca a Gabriel García Márquez, por la razón que perteneció a la misma generación. El narra en forma explícita los inconvenientes por los que García Marques atravesó cuando llegó a nuestro país para poder sobrevivir y también cuenta que desde que lo conoció sintió la descarga eléctrica (esto lo pienso yo) que estaba en frente de un gran genio de la literatura. Fuentes fue el primer escritor que en 1966 en un viaje en automóvil hacia Acapulco con Gabo y Mercedes conoció el original de lo que serían «Cien Años de Soledad». Otros escritores habían conocido algunas partes como fue Álvaro Mutis y Plinio Apuleyo Mendoza, que lo cuenta en el «Olor de la Guayaba”.

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