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Batalla del agua

Tribuna

Por Javier Terrazas

Batalla del agua

Desde la construcción de la presa “El Cuchillo” en Nuevo León, ese estado le arrebata agua a Tamaulipas.

Por eso, desde que se hizo esa magna obra, se le consideró en las zonas agrícolas del norte del estado una “Cuchillada” a las tierras de riego del Distrito 026, Bajo Río San Juan.

Y es que esa presa capta las aguas de la Cuenca del río Bravo, cortando el flujo de la corriente para retenerse en la presa neolonesa,  que abastece de agua para uso doméstico, comercial e industrial a la zona metropolitana de Monterrey.

En 1996, se firmaron por ello acuerdo entre los Estados de Nuevo León y Tamaulipas, convocados por la Comisión Nacional del Agua, en donde los vecinos se comprometen a regresar aguas tratadas.

Tamaulipas, de los estados fronterizos que se alimentan de las aguas de la Cuenca del Bravo y sus afluentes, es el más castigado, pues se trata del último en la fila de reparto.

Primero está Chihuahua, Coahuila y Nuevo León. En las tres entidades se obtiene agua para irrigación en valles agrícolas, así como consumo humano e industrial en las ciudades.

El crecimiento de las poblaciones en el norte del país, así como la ampliación de la frontera agrícola de riego o la ampliación de ranchos ganaderos, dispara la demanda del vital líquido.

De tal forma que los escurrimientos que llegaban a Tamaulipas para almacenarse en la presa Marte R. Gómez, cada vez eran menores.

Estos se agudizaron a partir de 1996 cuando se firmaron los acuerdos para que el agua de “El Cuchillo” de  alguna forma retornara para el uso agrícola como agua tratada por la Junta de Aguas y Drenaje de Monterrey.

Cuando los convenios se han incumplido, ese organismo se ha visto obligado a indemnizar a los agricultores, porque dejan de sembrar bajo el sistema de riego.

En esta nueva etapa de estiaje,  el gobernador de Nuevo León, Jorge Rodríguez Calderón, quiere hacer uso del agua de “El Cuchillo” como si fuese propia, de tal forma que quiere sean ajustados los acuerdos de 1996.

Cierto que Monterrey y su zona metropolitana demanda cada vez más agua por el crecimiento intenso que registra en materia de vivienda e industria.

Pero lo que no se vale es querer arrebatar una vez más el agua de los tamaulipecos, “solo porque su caballo relincha de sed”.

Nuevo León  tiene algunos proyectos de allegarse agua de otras regiones,  incluso el suspendido mega-acueducto que pretendía llevar agua del río Pánuco hasta la presa Cerro Prieto y de ahí conducirla a Monterrey por un acueducto que ya opera.

Sin embargo, su gobernador Rodríguez Calderón, quiere irse por lo más fácil y busca darle otra puñalada a Tamaulipas.

Juego en el que no debe caer el Gobierno de Tamaulipas, a cargo de Francisco García Cabeza de Vaca, por cierto fronterizo y conocedor del tema.

Otro bien enterado de lo que representaría ceder el agua tamaulipeca, es el Secretario de Desarrollo Rural. Ariel Longoria García, pues él mismo y su familia son usuarios del Distrito 026.

En ese tema no puede ni debe haber vacilaciones. Todos los funcionarios deben andar en la misma sintonía de defensa del agua de Tamaulipas.

No se valen los titubeos de Abelardo Perales Meléndez, Coordinador Jurídico del Gobierno del Estado. Ni de la Secretaría General de Gobierno, donde despacha  el oriundo de Xicoténcatl, César Verástegui Ostos, que entiende muy bien del tema.

Los productores agrícolas de la ribereña, no cederán ni un litro de agua.

Ahora sí que para un “bronco neolonés” otro “bronco tamaulipeco”.