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Cambio climático

Tribuna

Por Javier Terrazas

Cambio climático

Los meses de temperaturas más extremas,  diciembre y enero el frío, así como  julio y agosto el calor, son los que nos hacen pensar  en el cambio climático.

Dos o tres grados más bajas las temperaturas en la temporada invernal y dos o tres grados más elevadas en el verano, con acentuaciones más drásticas en el último lustro, son evidentes.

Lamentablemente la gran mayoría de los ciudadanos solo nos preocupamos como hacerles frente en los entornos más cercanos, es decir, en el hogar, el trabajo, la escuela o el automóvil.

Buscamos  contar con equipos de aire acondicionado para sortear el calor y calentadores para mitigar el frio.

Pero no modificamos conductas para consumir menos energía y generar menos contaminación en todos sus tipos.

La  explosión demográfica mundial,  el consumismo y satisfactores que dan la modernidad, el desarrollo industrial,  así como las nuevas tecnologías, sin guardar el equilibrio ecológico, tienen su costo.

Un elemento  de gran impacto es el  confort que en base a la economía de consumo separa cada vez más a la población del entorno de su hábitat.

La escasa convivencia con la naturaleza, sean plantas, animales, el bosque,  el mar o el campo,  hacen más grande y peligrosa esa distancia.

Sin embargo, el cambio climático está cobrándonos esos errores de olvidarnos de la madre naturaleza, de la madre tierra.

Los ciclones más severos, los sismos o terremotos, los maremotos, las sequías más prolongadas, las heladas y caídas de nieve más severas,  son producto de las alteraciones de los ecosistemas.

Nuevas enfermedades endémicas, plagas que antes no azotaban a éstas regiones, las estamos sufriendo.

Hay una gran responsabilidad del hombre de todas las épocas con el cuidado de la naturaleza.

No deben romperse los equilibrios que permiten la sobrevivencia de todas las especies de cada ecosistema.

Crear conciencia de ello es obligación de autoridades educativas, cívicas y universitarias.

Tamaulipas tiene en su territorio varias zonas de reserva ecológica que estamos obligados a preservar.

La amplia zona de reserva de la biósfera conocida como “El Cielo” y que comprende parte de los municipios de Gómez Farías, Ocampo, Llera y Jaumave; así como La Laguna Madre.

Son dos grandes ecosistemas que nos deben motivar a cuidar todo nuestro entorno.

Poco hemos logrado en los últimos años a pesar de que existen ya normas internacionales,  nacionales y estatales para su protección.

El problema es que si no modificamos nuestras conductas consumistas y de falta de respeto a la madre tierra y sus ecosistemas, ni la economía más boyante podrá hacer frente a las alteraciones derivadas del cambio climático.

Triste realidad de nuestro mundo en la era posmoderna, amenazado cada vez más por las guerras y el uso de las armas nucleares.