Columnas

Cambio de Banda

Tribuna

Por Javier Terrazas

Cambio de Banda

Este 1 de Diciembre es un día histórico para la política mexicana y la población en general.

Se dará en la sede del Congreso de la Unión, en una sesión solemne el cambio de titular del Poder Ejecutivo Federal.

Culmina su periodo constitucional Enrique Peña Nieto, quien llegó a esa posición, postulado por el Partido Revolucionario Institucional.

E inicia el periodo de Andrés Manuel López Obrador, quien fue postulado por los partidos MORENA, Partido Encuentro Social y Partido del Trabajo, en la alianza “Juntos Haremos Historia”.

Para el inicio de ésta nueva administración federal, el Congreso, a través de las Cámaras de Diputados y Senadores, han realizado algunos ajustes al marco jurídico federal.

Ello, con la finalidad de adecuar la conformación del gabinete de la administración pública federal, que plantea entre otras cosas la creación de la Secretaría de Seguridad Pública.

Asimismo, una nueva relación con los gobiernos estatales a través de la figura de Delegado Federal que dependerá directamente del presidente de la república. Los llamados “Superdelegados”.

Hasta ahora, son cambios de forma que se realizan en las estructuras de gobierno para la aplicación de las políticas públicas y la interacción con otros niveles de gobierno.

Habrá que ver si a esas modificaciones prosiguen cambios de fondo que conduzcan en realidad a un nuevo modelo político, de enfoque socialista.

Lo que hemos visto hasta el momento, es un presidente electo con hambre de ejercicio de poder político, que trae prisa por tomar las riendas de la rectoría del país y definir ante los poderes fácticos, que hay un nuevo jefe.

Hay sobre la mesa muchas propuestas en materia de seguridad, salarios, educación,  de captación de recursos fiscales y fiscalización de los mismos; además de combate enérgico a la corrupción y la impunidad.

Sin embargo, a los compromisos de palabras no les acompañan a la par las reformas con oportunidad, ni tampoco personas idóneas para la ejecución de las acciones, incluso en algunas Secretarías o en las “SúperDelegaciones”.

Lo que se ve hasta ahora, insisto, es solo un cambio de forma y no de fondo.

Nuevamente, como hace seis, doce, dieciocho y veinticuatro años, estamos viviendo “El Día del Presidente”, más que el día de la renovación de las instituciones o el día de un nuevo modelo de gobierno, en donde el pueblo es primero.

La cacareada Cuarta Transformación, en alusión a que viene un cambio de fondo, después de lo que representaron “La Independencia”, “La Reforma” y “La Revolución”,  está en el discurso, no en los hechos.

Sin embargo, hay que darle el beneficio de la duda  y participar como comunidad de manera más amplia y decidida para que estos se aterricen.

El importante voto que cosechó en las urnas el 1 de Julio, no le hace un presidente poderoso, sino un mandatario del pueblo  a quien se le demandan los cambios necesarios para abatir los grandes problemas nacionales.

El país reclama un modelo o esquema más justo, ágil y viable para el mejor aprovechamiento de su riqueza y llegar al bienestar y progreso mayoritario y no de élites tradicionales.

Esa debe ser la cuarta transformación.

Que no quede en un doble cambio de banda.

El del orden de los colores en la banda presidencial.

Y el de la “Peje-Banda”  por “La Banda de la Casa Blanca”.

La Esperanza de México, no debe quedarse solo en slogan publicitario de campaña.