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Corrupción y cambio…

El Fogón

Corrupción y cambio…

José Ángel Solorio Martínez

¿Es la corrupción el peor de los males en Tamaulipas?..

¿Cuándo se exacerbó la corrupción?..

¿Qué implicaciones tendría en el sistema político tamaulipeco, el desmantelamiento de la corrupción parcial o total?..

¿Es la corrupción una práctica cultural de la sociedad tamaulipeca?..

Sí: la corrupción es el principal achaque en nuestro sistema político. Desde el arribo de Manuel Cavazos Lerma, se desquebrajó el sistema ético en la administración pública.

(No digo que los anteriores gobernadores como Américo Villarreal Guerra, Enrique Cárdenas González, Manuel Agapito Ravizé, Praxédis Balboa, Norberto Treviño Zapata, Horacio Terán Zozaya, Raúl Gárate, hayan sido unos santos. Fueron ineficaces –que es una variable de la corrupción- y la mayoría salía del cargo de autoridad con bienes como ranchos y latifundios urbanos y arbitrarios con el manejo del tesoro público. Pero nunca llegó a niveles de escándalo público sus estropicios. A los portesgilistas, hay que ponerlos en otra canasta: fue la clase política más honesta en la historia de Tamaulipas, sin lugar a dudas).

Si en el inicio de los tiempos bíblicos, primero fue el verbo, en Tamaulipas en asuntos de corrupción primero fue el alemanismo. Y fue inaugurado con la llegada de Gárate con la destitución del gobernador portesgilista Hugo Pedro. Es decir, ese fenómeno que hoy nos ha rebasado, lo inició el general matamorense: entregó miles de hectáreas a sus aliados –entre ellos a Juan Guerrero Villarreal, quien sería su Secretario General de gobierno; le regaló más de 600 hectáreas en el vergel que todavía es la región de Mante- y se posicionó de un latifundio que llamó el Garateño en el centro del estado.

Robó a pasto el general gobernador.

Era su pago, por aniquilar al portesgilismo en la entidad.

Terán Zozaya, siguió el proceso de desplazamiento de los portesgilistas de la vida pública tamaulipeca. Sin la fuerza de los factores nacionales de Gárate, su ejercicio de podredumbre se centró en un gobierno frívolo, alejado de las mayorías en el estado. Sus bacanales y reuniones pantagruélicas fueron memorables en la capital del estado.

Treviño Zapata, fue un gobernador austero y sin ánimo de acumulación de capital deshonesto. Su debilidad fue un gobierno autoritario por lo unipersonal.

Balboa, llegó a gobernador casi octogenario. Sin energía. Dejó que su pasado los iluminara y abrió el paso para que los poderes fácticos –principalmente el Sindicato petrolero y los caudillos obreros fronterizos- gobernaran sus ínsulas ante la debacle del portesgilismo.

Enrique Cárdenas, gobernó con todo el poder del centro. Y lo aprovechó. A lo mucho, se agenció algunos ranchos de calado menor y algunos medios radiofónicos e impresos, y permitió que algunos de sus colaboradores hacer negocios. Como Layún: robó poquito.

Américo Villarreal Guerra, fue apocado en todo. Varios de sus Secretarios rebasaron su capacidad de acopio.

Con Manuel Cavazos Lerma, llegó el poder neoliberal que detonó la corrupción institucional. Los nuevos políticos, llegaron con ideas según ellos novedosas. Con el apoyo del Presidente Carlos Salinas, se apropiaron del estado: desaparecieron del escenario a la Quina y a los caudillos obreros en todo el estado: Pedro Pérez Ibarra, Reynaldo Garza Cantú, Juan de la Rosa Alva y Agapito González.

Fue el acabose.

Al desaparecer a esos actores sociopolíticos, se acabaron los contrapesos a los gobernadores. Por eso -y la alternancia presidencial- Tomás Yarrington, Eugenio Hernández Flores y Egidio Torre Cantú, ejercieron como auténticos virreyes.

Los coletazos del gobierno neoliberal de Salinas, golpearon fuerte a los tamaulipecos.

Yarrington –está documentado- entregó parte de los Poderes del Estado, a los grupos delictivos. Eugenio lo continuó y Egidio, se tapó los ojos para no verlos y no confrontarlos.

Es decir: fue –en mucho- la corrupción de los gobernadores, lo que nos metió en este clima de guerra absurda y de estado fallido.

Sólo entre MCL, Yarrington, Geño y Egidio, se presume que saquearon de las arcas presupuestales –con diversos métodos y técnicas- algunos 50 mil millones de pesos.

Por eso, de que se fueron se fueron.

En concreto: primero fue la corrupción, después la expansión de los poderes fácticos.

Por eso, es fundamental atacar la corrupción desde arriba.

La deshonestidad, no está como dicen algunos en la sociedad.

Está en los gobiernos.

Cambiar, es una oportunidad que tendremos este 2018, que inobjetablemente, será trepidante y de inflexión…