Columnas

Del dicho al hecho…

Tribuna

Por Javier Terrazas

Del dicho al hecho…

Se acabó la luna de miel de tres meses que gozaron los presidentes municipales electos con la sociedad que les dio su confianza en las urnas.

En éste periodo, tuvieron la gran oportunidad de evaluar el tipo de administración municipal que recibirían, diseñar el plan y estrategia para un buen cierre de año fiscal 2018  y el arranque de un buen año de trabajo en 2019.

Habrá quienes con cierta visión de futuro, experiencia administrativa y conocimientos de planeación, hicieron la tarea para arrancar con el pie derecho su encomienda.

Así como aquellos que se quedaron dormidos en espera que las autoridades que iban de salida les hicieran su tarea.

Los gobiernos municipales son instancias muy difíciles de operar, porque tienen pocos recursos propios, muchos gastos de operación y aparatos burocráticos viciados.

En federalismo que plantea el fortalecimiento de los Ayuntamientos como primer nivel de gobierno, es en realidad una utopía.

Utopía que se estrella en el centralismo acentuado del sistema presidencial y paternalista que rige en el país.

Si un alcalde quiere trascender y cumplir los compromisos hechos en campaña,  debe convertirse en el gran gestor ante las instancias federales y estatales.

De lo contrario, a lo más que puede aspirar es a ser un administrador de la ciudad o municipio y dedicarse a brindar servicios públicos de calidad.

Desgraciadamente para ésta generación de alcaldes tamaulipecos, entran en funciones en un año de alternancia en el gobierno federal, con muy poco flujo de recursos para el último bimestre por parte del gobierno que sale y una advertencia de marcada austeridad  por el gobierno que viene.

Si a ello se suma el interés político partidista que impera en la asignación de recursos federales o estatales para los municipios, sobre todo en un año que será electorero (renovación del Congreso Local), dará una complicación adicional.

La bolsa más grande de recursos tanto para infraestructura del desarrollo, asistencia social y programas especiales  de seguridad y justicia, están en el gobierno central.

Así es que los alcaldes tamaulipecos obligados están a hacer gestión en forma directa en las oficinas centrales de las diversas instituciones,  en la definición de presupuestos por el Congreso de la Unión, o ante la nueva figura del Delegado Federal  para la entidad.

O bien, ante las instancias estatales, para que sea el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca y su gabinete quienes hagan la defensa de recursos.

No hay que olvidar que MORENA tiene el control de las Cámaras Alta y Baja del Congreso de la Unión,  por donde pasa la mayoría de las defin iciones presupuestarias relevantes, así como un gabinete de origen izquierdista o del ala dura del otrora poderoso tricolor.

Con ese contexto no muy terso que digamos, pronto veremos los resultados de las habilidades tanto de alcaldes como del gabinete estatal.

Los 31 municipios que ganó el PAN en coalición con PMC (Aldama) y PRD  tienen al Gobierno del Estado como su mejor aliado.

En tanto que los alcaldes Mario López de Matamoros y Adrián Oseguera de Madero; así como sus colegas de Güémez, Cruillas y Díaz Ordaz (PES); a los diputados federales y senadores MORENOS y al gabinete federal.

Más complicada la situación para los seis alcaldes tricolores de Miguel Alemán, Guerrero, San Carlos, San Nicolás, Abasolo y Bustamante, que tendrán que operar sin colores, para evitar ser marginados.

Todos, los 43 alcaldes, tienen una delicada responsabilidad. Es hora de pasar de los dichos a los hechos ante la ciudadanía.  El desgaste empezó ya. Veremos pronto ¿Quién es quién?