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Democracia paritaria, la vida privada es política.

Gaceta.

Por: Raúl Terrazas Barraza.

Democracia paritaria, la vida privada es política.

En las democracias de hoy, la participación de las mujeres en la política dejó de ser un mito, sin embargo, grandes son las luchas y muchas las acciones para legitimar desde una perspectiva jurídica la paridad, no le hace que provenga de una teoría feminista que recibió un gran impulso desde 1992, año en que se celebró la Conferencia de Atenas, que generó el marco para denunciar la falta de representatividad en los ordenes políticos de los países.

Hace 25 años que se busca el establecimiento de la democracia paritaria, es decir, la total integración y de igualdad.

En México, el avance es significativo, porque la Legislación en todos los ordenes considera la igualdad de género y lo político es uno de los últimos logros, ya que, las Leyes tanto del país como de las entidad, ya hablan de que, los partidos políticos tienen que postular para los cargos de elección a la mitad de hombres y la mitad de mujeres.

Incluso, en esa búsqueda de igualdad social, hay quienes creen que el acceso a los cargos de gobierno y electorales deberían de ser proporcionales a la cantidad de personas de uno y otro género que hay en los países.

De manera práctica y sin entrar en detalles, si en México hay más mujeres que hombres, más cargos de elección deben de ser para ello y menos para ellos, aunque, la democracia paritaria tal como es entendida por los movimientos de las féminas en el mundo, se refiere a una propuesta equilibrada de participación en los procesos de decisión política y convertirse en un reclamo de vertebración social en un cuadro de responsabilidades compartidas tanto en el ámbito público como en el privado-doméstico.

Un análisis realizado por la Doctora en Derecho Yanira Zúñiga Añazco, de la Universidad Austral de Chile, quien afirma que la escasa participación política de las mujeres dejó de ser mera anécdota para transformarse en uno de los asuntos de legitimación  más agudos que deben sortear las democracias actuales, lo que ha elevado la calidad del debate y dio paso a la conceptualización ya sea feminista o con una perspectiva de universalidad.

Esta semana una de las Consejeras Electorales de Tamaulipas, María de los Ángeles Quintero Rentería acudió en representación de esta entidad al Seminario Como Construir una Democracia Paritaria, a través del cual se hizo ver la importancia de garantizar el equilibrio entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de la sociedad, sobre todo en los cargos en los que se toman decisiones.

Temas fueron muchos, pero, basta saber que analizaron desde la violencia política, el financiamiento y la distribución que deben hacer los partidos y las administraciones de los cargos tanto eleccionarios como los de desempeño administrativo.

La Consejera Electoral de Tamaulipas, estuvo de acuerdo en que, si la democracia no es paritaria, no es democracia, ya que para que algo sea democrático, debe tener representatividad del pueblo en el ámbito público y requiere tanto de hombres como de mujeres en igualdad de condiciones.

Uno de los puntos torales del Seminario que se llevó a cabo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco a invitación de la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, se detallaron los aprendizajes que ha dejado la búsqueda de la igualdad de género y se trabajó sobre lo que falta en cuánto a retos para llegar a la igualdad.

Dese la óptica de estudiosos como Peter Leuchprecht, la democracia con paritaria, es un concepto que reconoce el hecho d que la democracia solo puede ser auténtica cuando abraza a los seres humanos tal como son, mujeres y hombres, deberían de participar en los procesos de adopción de decisiones sobre una base de paridad en torno al 50 por ciento y que tendrá que existir también, una auténtica distribución de las responsabilidades familiares entre ambos sexos. Subraya que la democracia con estas características va más allá de la distinción entre la vida privada y pública, es decir, reconoce que la vida privada es política.

La tendencia en el mundo desde 1992 es clara, los estados tienen que trabajar en la instrumentación jurídica de la paridad, por ello, el análisis de los alcances jurídicos de la equidad de género, realizados por la Doctora Zúñiga Añazco, consideran que la democracia partidaria está todavía lejos de recibir una consagración jurídica precisa, homogénea y contundente en la normatividad internacional, aunque detalla que sí se encuentran elementos que reflejan la cimentación de una opino iuris en esa dirección.

Es en este punto donde señala que es fundamental que los compromisos contraídos por los Estados se traduzcan en algo más que declaraciones de buena voluntad y se materialicen en textos de valor jurídico vinculante y en políticas públicas eficaces, como, y esto lo agregamos nosotros, ya sucede con la distribución del 50 y 50 en las candidatura para los cargos públicos y desde luego la inclusión de las mujeres en dependencias de gobierno en los tres niveles.

No deberíamos de decirlo, pero, en nuestro país, lo jurídico tiene un avance considerable y como ventana de oportunidad, las mujeres tienen que aprovecharlo al cien.

Obvio, sin reclamos ni afirmaciones en el sentido de que la violencia persiste hacia la participación política de ellas, porque, con las oportunidades a la vista, lo siguiente es prepararse y actuar en consecuencia para que la población identifique el papel de las mujeres y se pueda dar cuenta de que ya no reclaman, que están allí, con toda la capacidad del mundo para hacer igual o mejor papel que los hombres.

Las Leyes ya les dan la confianza, los ciudadanos no ven mal que le entren a la política, por tanto, más que pensar en espacios dados, tienen que pensar en espacios ganados.

En corto, hay que ver como elemental que la sociedad compuesta por mujeres y hombres, esté bien representada por ambos y que, como fans de las mujeres, que caminen más aprisa para que ganen más terreno, al fin y al cabo, no sucederá nada si encarreradas, logran desplazar a un porcentaje de hombres en cargos de elección, en el entendido de que, puede servir para analizar cómo eran los cargos públicos y la política sin mujeres o con unas cuántas de ellas.