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Dos demócratas se reúnen, AMLO y Cabeza de Vaca

Escenario político

Por Marco Antonio Torres de León

Dos demócratas se reúnen, AMLO y Cabeza de Vaca

Ha sido una semana intensa políticamente hablando.

Muchos procesos evolutivos están en plena marcha, como las visitas de Andrés Manuel López Obrador a los estados y su encuentro en Palacio de Gobierno con el mandatario tamaulipeco, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien lo recibió como un auténtico gobernante demócrata.

La visita  de Andrés Manuel López Obrador tiene un sinfín de implicaciones políticas de corte profundo, sobre todo porque ambos políticos estrechan lazos de cooperación y comunicación, a escasos 45 días que AMLO asuma como presidente de la República.

Otra implicación notable es la educación política del tabasqueño, además de lo empático que se vio Cabeza de Vaca durante el encuentro y su seguridad mostrada. El tamaulipeco entendió señales evidentes, como por ejemplo la confirmación del dicho -manifestado una y mil veces- por el presidente electo, quien solía decir en campaña, “extiendo mi mano franca”.

Otro movimiento político gestado durante la semana fue la movilización por la geografía centroamericana de más de 4 mil hondureños, que para llegar a ciudad Hidalgo, Chiapas, debieron recorrer por carretera unos 700 kilómetros al norte, hasta llegar a la frontera entre Guatemala y México.

Por orden de importancia elegimos como tema prioritario la visita de AMLO a ciudad Victoria, Tamaulipas y su encuentro con el gobernador Cabeza de Vaca, quien supo estar a la altura de las circunstancias y ofreció respeto, tiempo y espacio a su huésped.

Fue evidente que AMLO de sintió bien recibido por el gobernador.

Sobre todo conociendo que AMLO se maneja con protocolos distintos a los usados por Enrique Peña Nieto y a presidentes anteriores como Felipe Calderón Hinojosa, el penúltimo de los mandatarios de la nación.

Aquellos suelen usar la discrecionalidad como moneda de cambio, suelen reunirse en privado, evadir preguntas incómodas. Pero ese no es el estilo de AMLO. Y el anfitrión Cabeza de Vaca así lo entendió.

Andrés Manuel López Obrador es un animal político que gusta usar las plazas públicas como escenario y exponer sus temáticas a puertas abiertas. Así lo entendió el mandatario tamaulipeco y facilitó las cosas, comportándose a la altura.

No olvidar que Cabeza de Vaca es un político con muchos puntos a favor, sus negativos sin nulos excepto los normales que suelen manejar sus enemigos políticos, en este caso los priistas.

Punto a su favor es que ha combatido la impunidad desde su primer día de gobierno promoviendo juicio judicial contra un ex mandatario, Eugenio Hernández Flores, cosa nada fácil si se considera que en Tamaulipas los ex gobernadores eran intocables hasta antes de llegar él.

Él fue quien puso el cascabel al gato.

Y otro factor que le otorga alto relieve y que ensalza la figura de Cabeza de Vaca es que el promotor del juicio es precisamente el gobierno de Tamaulipas.

Todo por una compra-venta fraudulenta ejecutada por el victorense, donde presuntamente adquirió un vasto terreno de miles de hectáreas en Altamira, Tamaulipas, siendo que el dueño no es él.

Se trató de un encuentro -entre AMLO y Cabeza de Vaca- de vital importancia para el avance económico que alcanzarían ambos entes, gobierno de Tamaulipas y gobierno federal.

Es decir, en lenguaje llano, a los dos políticos les convino la reunión, mayormente la cita privada pues seguramente en la oficina del gobernado, sin testigos, se habló como se debe hablar, de los asuntos torales y profundos, inclusive los más delicados.

Hubo un agregado que dio mayor importancia a la reunión.

Y es el hecho de que Tamaulipas alcanza un plus -en está clase de reuniones con el eventual presidente de México- por el hecho de ser un estado fronterizo y su frontera no es precisamente chica ni corta. Es vasta, extensa, con unos 500 kilómetros de longitud desde Matamoros a Nuevo Laredo, en sus límites con Nuevo León y Coahuila.

Así pues, a Tamaulipas le conviene cerrar acuerdos con la federación, sobre todo por la implicación que tienen varios puntos.

Uno, ser estado fronterizo, lo cual conlleva a pensar en temáticas torales, la reducción del IVA para radicados en la franja fronteriza, la reducción del ISR, el incremento al salario mínimo de más del 100 por ciento a los obreros radicados en aquella comarca, entre otros puntos.

El presidente electo por cierto aprovecho para publicitarse con varias perlas informativas, sobre todo con dos.

Una, su decisión de no permitir la exploración y explotación en Tamaulipas -y en general en todo el pais- de Gas lutita o gas Shell, es decir, decide anunciar la cancelación del fracking como método de sustracción de petróleo o gas. Y dos, su postura acerca de los inmigrantes hondureños, de quienes dijo, se les otorgará visa de trabajo en caso de que la soliciten.

Era obvio que para Cabeza de Vaca era de vital importancia este encuentro. Y salió bien librado.

Mayormente le favoreció el encuentro por una razón. hay dos gobernadores fronterizos que gozan de notoria fama positiva en asuntos de gobernanza y honestidad, son Javier Corral y el propio Francisco García Cabeza de Vaca.

Cacarear el huevo de la honradez y la honestidad, mayormente frente a un presidente electo que goza de esa misma fama, era necesario y hasta obligatorio hacerlo. Pecado habría sido desaprovechar la brillante oportunidad.

Cabeza de Vaca sintió hablar el mismo lenguaje que AMLO, independientemente de las diferencias ideológicas y partidistas, uno es de MORENA y otro del PAN, partidos completamente opuestos en su ideología de fondo.

Hora de pasar a otro tema.

El segundo tema de la agenda durante la semana fue el éxodo de 4 mil hondureños rumbo a México, cuyo colofón fue caótico y dio la vuelta al mundo.

Concluyendo con la invasión de los centroamericanos de la línea fronteriza Guatemala-Mexico, y donde pusieron en peligro vidas de niños y mujeres.

Las imágenes fueron impactantes y sorprendentes, sobre todo porque no había motivos para hacerlo.

De inmediato los mexicanos más radicales se fueron al extremo de llamar a ese suceso, invasión del territorio, lo cual es una exageración.

Se evidenció el racismo y xenofobia en miles de mexicanos contra los hondureños, llegando a considerarlos delincuentes, sucios, marginados y malolientes.

Es censurable el comportamiento en redes de esta clase de seudousuarios, que sin embargo, fueron repelidos por una clase mexicana más educada, que llamaron a la serenidad.

Trump ha sido cruel con los mexicanos llamándolos delincuentes y asesinos, y estos mexicanos -en contrarrespuesta- demuestran tener el mismo espíritu nocivo de Donald Trump, clasificando a los centroamericanos igual que el presidente norteamericano a ellos.

Así las cosas.

Bien, por ahora es todo, nos vemos pronto.