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El hocico del diablo

 

Rutinas y quimeras

El hocico del diablo

Clara García Sáenz

El camino rojo es un trozo del antiguo Camino Real a Tula que el Gobierno del estado ha empezado a intervenir como un espacio rural al gusto de quienes durante mucho tiempo vinieron acariciando un proyecto de intervención para esta zona del municipio de Victoria.

Hay que señalar dos elementos importantes sobre el asunto: primero, existe una tendencia mundial donde los caminos se han puesto de moda, a pesar de que muchos son milenarios como el Camino de Santiago en España. Viejas rutas, algunas olvidadas se restauran con miras a su uso recreativo y turístico. El segundo elemento es la moda del turismo rural, ante el gran crecimiento de las ciudades, las personas encuentran atractivo escapar a lugares tranquilos para estar lejos del ruido y del estrés. Así, el proyecto del Camino rojo parece venir a ajustarse a estas tendencias, como una opción para los habitantes de Ciudad Victoria.

Inicia en la entrada del ejido Altas Cumbres, se le conoce como el camino rojo porque está hecho con tierra de color rojo que es propia de esa zona, cuya cualidad es su durabilidad, ya que si está bien compactada la lluvia difícilmente puede desbaratarlo, porque su consistencia tiene propiedades minerales que le permiten una buena filtración.

Hace algunos días nos propusimos un pequeño grupo de estudiantes y egresados de la Universidad Autónoma de Tamaulipas recorrerlo para ver cómo están realizando el proyecto de su restauración. El camino tiene los dos patrimonios, el cultural y el natural, cuenta con algunos monumentos históricos y un paisaje natural extraordinario.

Con un clima envidiable pudimos recorrerlo tranquilamente un domingo por la mañana, olvidándonos del terrible calor que aquejaba la ciudad, nos dimos tiempo de parar de vez en vez para tomar fotografías de las espectaculares vistas de la Sierra Madre Oriental; casi al final del recorrido nos encontramos con la placa que anuncia quien fue el constructor de un muro que sostiene parte del trazo del camino, desde ahí divisamos las ruinas de la Hacienda del Olvido del Obispo Eduardo Sánchez Camacho; para llegar ahí nos fuimos caminando, al llegar hicimos espacio para comer unas suculentas flautas, sándwich y fruta que mis jóvenes acompañantes habían llevado.

Regresamos al camino rojo y antes de continuar pasamos por el puente de piedra, que a simple vista es muy sencillo pero el arco que lo sostiene es una verdadera obra de ingeniería, digna de admirarse por la época en que fue construido; regresamos por la antigua carretera a Victoria y nuevamente pudimos disfrutar la sierra hasta llegar al Santuario del caminero.

Desde ahí se ve Victoria a lo lejos abrazada por los cerros; aunque en esta ocasión sólo pudimos apreciar una gran nube gris, alguien comentó que era el calor que asfixiaba a la ciudad, entonces Ángel Guerrero exclamó: es el hocico del diablo; todos reímos con cierto nerviosismo, al pensar lo que nos esperaba.

E-mail: claragsaenz@gmail.com