Columnas

El hombre de la Revolución Verde.

Gaceta.

Por: Raúl Terrazas Barraza.

El hombre de la Revolución Verde.

Un hombre que trascendió a su generación en la actividad política de la entidad, Don Enrique Cárdenas González, dejó de existir la madrigada de este, primero de marzo en esta capital. Tenía 91 años de edad y, por demás está decir que fue un factor decisivo para muchas acciones políticas y desde luego para que infinidad de políticos estuvieran en acción por décadas.

NI siquiera hay que dudarlo, de su familia, incluido el también radiodifusor de Matamoros, Jorge Cárdenas González, quien fuera su hermano, Don Enrique es, a quien mejor se le dio eso de actuar en la política.

De sus hijos, Enrique Cárdenas del Avellano, se ha mantenido activo en la política y de sus sobrinos, quien más sobresalió es el actual Diputado Federal por el Partido Movimiento Ciudadano, Adolfo Cárdenas Gutiérrez.

Eso sí, los hijos del clan Cárdenas González, en su gran mayoría son empresarios a partir de que relevaron tanto a Don Enrique como a sus hermanos en los negocios que crearon a lo largo del tiempo, haya tenido que ver o no, con la política.

La Revolución Verde, la modernización de caminos y carreteras a todas las regiones de la entidad, como San Carlos, Bustamante, Hidalgo y los municipios circunvecinos, son un ejemplo de las acciones de obra que llevó a cabo en su administración gubernamental.

Quienes le recuerdan como alcalde de Victoria, comentan que fue entrón y que, para su tiempo hizo más de aquello que esperaban los ciudadanos de un hombre que hablaba fuerte y que, en un segundo llegaba de las palabras a los hechos.

Resolvía cosas todos los días y de manera paradójica, muchos de quienes colaboraron con él jamás alcanzaron el mismo nivel para resolver necesidades de los ciudadanos, es más los hubo que le complicaron el panorama, como a mitad de su administración debido a las diferencias políticas, parecía que el mundo se le venía encima, porque se llegó al grado de manifestaciones numerosas y hasta la quema de inmuebles.

Sus detractores pensaron que, le derrocarían, sin embargo, como siempre sucede, del golpeteo que debió aguantar, cuando las aguas se calmaron redobló su presencia en todas las regiones de la entidad y se fortaleció en lo político y en lo personal.

No podemos negar que fue un hombre muy criticado debido a sus convicciones y la forma de trabajar, pero, podemos decir que, al enfrentar las críticas, en vez de sumar enemigos hizo más amigos, de ahí que, cuando llegó la hora tanto a sus amigos, los hijos de sus amigos o los suyo y hasta sus nietos, estuvo ahí para impulsarles y echar las llamadas por teléfono necesarias a la capital del país para que, fueran tomados en cuenta.

Los apellidos de Don Enrique, eran sinónimo de poder a nivel nacional y hubo momentos en que representaron la otra cara del hombre que, al no estar de acuerdo con personas y grupos, debió enfrentar el momento de la otra verdad, con la que, se excluía la suya y daba paso a la razón de otros.

El sexenio de Don Enrique Cárdenas González concluyó al inicio de los años ochenta, es decir, hace 38 años, mismos que vivió sin líos y con toda la tranquilidad el mundo, sumado como uno más a la población de la capital de Tamaulipas.

En lenguaje actual, fue un ícono de la política de esta entidad y desde luego de su partido, el PRI, al que defendió durante su existencia, no le hace que sus hermanos y sobrinos hayan migrado a otras corrientes políticas, como para demostrar de que estaban hechos los otros Cárdenas.

Don Pancho que vivió toda su vida en Soto la Marina, anduvo en la izquierda y don Jorge, el empresario de Matamoros, padre del Diputado Adolfo Cárdenas estuvo en el PARM y de ahí a otros partidos.

La debilidad del exmandatario que falleció este jueves, era el Municipio de Soto la Marina, porque allí está enclavado su rancho, La Marina Vieja y al que fue miles de veces, además de que, creó algunos negocios comerciales en ese lugar.

Desde luego, era ilógico pensar en Don Enrique y no hacerlo en su esposa, Doña Bertha del Avellano de Cárdenas González, su gran compañera de la vida y que, siempre estuvo allí para apoyarle y contribuir a las tareas políticas que les tocó llevar a cabo como priístas y también en gratitud a todo el cariño que las familias de Tamaulipas les tienen.

Todavía no llegaban sus restos a la funeraria donde sería velado y ya las coronas de flores y los arreglos daban la vuelta al edificio, situación que corrobora nuestra apreciación en el sentid del cariño para la familia Cárdenas del Avellano.

Siempre sucede que, al morir un hombre que se dedicó a servir, se hablan maravillas de él, quizá por tratarse de honrar su memoria, aunque, en el caso del exgobernador, exalcalde, exsenador, ex funcionario de Hacienda en la capital del país y padrino de infinidad de mujeres y hombres que incursionan en la política, la diferencia con Don Enrique es que, el lado humano, comprensivo y determinante para apoyar a quien lo necesitaba, no requiere de palabras rimbombantes, solo decir que fue una gran persona.