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EL MUNDO DIFERENTE DE THOMAS MANN Y PAUL AUSTER

LETRA PÚBLICA                                                                                                                                                                                                              

  EL MUNDO DIFERENTE DE THOMAS MANN Y PAUL AUSTER

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

El tema de la novela «La Montaña Mágica» que significa un elevado acto de heroísmo terminarla, por lo voluminosa que es, consiste en una trama que se desarrolló en un hospital de alto postín ocupado por enfermos que padecen el infierno de la tuberculosis. Allí en ese hospital al que solo accesan millonarios, que también aprovechan su enfermedad para escaparse de los horrores de la guerra, Tomás Mann logra recrear un ambiente en el que cada enfermo es un personaje importante con algún valor intelectual o artístico.                                                                                    Por ejemplo, hay un psiquiatra que logra convencer a todos los pacientes que la tuberculosis, significa de cierta forma la mejor sinfonía de recibir en nuestro cuerpo a la muerte. Incluso a la hora en que se reúnen a comer todos los aristócratas tuberculosos realizan un canto en donde ven a la enfermedad como una trilogía que se compone por el cuerpo, la vida y la muerte, entendida esta no como una maldición, sino como la oportunidad de liberarse de la existencia horrorosa que significan los días en la Europa de aquellos días.

Sobre sale en la trama la relación amorosa entre el personaje central de la novela Hans Castorp y una bella mujer que simulaba estar enferma para volver más locos de amor a los habitantes de ese hospital.

Existe en la montaña mágica por parte de Tomás Mann un trato de manera subliminal del tema de la Pederastia, por el cual en algunas ocasiones el autor de la Montaña Mágica fue señalado por tener amores con menores de edad. Sin embargo en la novela, es imposible negarlo, el tratamiento que le da Tomas Mann al personaje central de la Montaña Mágica en su recuerdo con aquella imagen que nunca pudo olvidar de un compañero que trató como condiscípulo en la secundaria.

El escritor norteamericano que más lectores tiene en la actualidad es Paul Auster, a quien en lo personal a mí me parece uno más de todos lo que redactan Best Seller y que son muy comunes dentro de la metodología gringa que con sus recursos globalizadores transforma a un escritor en un éxito que tan solo dura 2 o 3 años su prestigio y después se pierde en el mundo maravilloso del anonimato en el que todos vivimos y del que en ocasiones nos asfixia, y nos produce ansiedad y es cuando entonces sufrimos por alcanzar los 5 minutos de fama de los que habla la mitología popular norteamericana.

Terminé de leer un libro de Tomás Eloy Martínez, que junto con Juan Gelman que vivió hasta su muerte en México y Eduardo Galeano son la excelencia de la literatura sudamericana.          El tema de la novela es sobre un ensayo que escribió sobre Kafka, Paul Auster. En donde inventa una historia en la cual Kafka tiene una relación epistolaria con una muñeca que una niña había perdido. Se la encuentra llorando en una esquina y al saber el motivo de su dolor le promete a la menor que le escribirá una carta a la muñeca para que regrese pronto.

Antes de entrar en el tema, brevemente podría describirles que la novela de Paul Auster, «Brooklyn Follies», resulta una narración familiar en donde una comunidad intelectual a la que pertenece la niña, en las inmediaciones de la casa se encuentra librerías, tiendas de arte, cafeterías Starbucks, un ambiente en donde todos se conocen por pertenecer a una Universidad cercana en donde la mitad de la comunidad imparte las clases y la segunda son alumnos.                            El escenario es espléndido y factible de encontrar en algún centro universitario en las inmediaciones de Boston, en donde abundan comunidades en las que la actividad central de los que viven en esa zona es la de ser docentes de las Universidades existentes. Por lo tanto la frecuencia de encontrarse en bicicleta a la Universidad el alumno y regresar en otra al profesor es una escena común y corriente. Kafka tuvo una característica en su vida que es muy conocida, el de no contraer ningún compromiso que le representara una carga, incluso la cita con el Doctor le ocasionaba frecuentemente ataques de pánico. Por esa razón los críticos de Paul Auster y el que escribe no podemos dar por cierto el hecho que sobre Kafka relata en su ensayo.

La obligación que representaba comprender el dolor de una niña era algo que a Kafka le produciría una convulsión.

Sin embargo cuenta Tomás Eloy Martínez, que asistió a una conferencia del autor del ensayo sobre Kafka y le hizo la pregunta de la invención entre el contacto de la niña llorando y la preocupación de Kafka por ella y después las cartas que escribió Kafka a la muñeca que según Paul Auster todas fueron contestadas.

La respuesta de Paul Auster al formularle el escritor argentino fué contundente: «Por que realmente le sucedió eso a Kafka, y me desarmó, yo no lo inventé. Hubo tres semanas de cartas de la muñeca. Cartas verdaderas, que lamentablemente no han sobrevivido».                                              C

ontó Tomás Eloy Martínez que el auditorio al escuchar esto se conmocionó y un estudiante comentó que, en verdad la historia parecía demasiado buena para ser real, y que quizá fuera mejor pensar en ella como algo que sucedía dentro de la novela o ensayo llamado «The Brooklyn Follies», Auster preguntó entonces con respeto a Tomás Eloy Martínez, ¿Qué era lo que el pensaba? Tomás Eloy Martínez contestó: «Estoy perplejo, los seres humanos nunca sabemos si la realidad es una inmensa novela, o si no hay otra novela que la lisa y llana realidad».

 

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