ColumnasTitulares

EL PRI TRAIDOR, CON GUAJARDO A LA CABEZA

CUADRANTE POLITICO

POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO

EL PRI TRAIDOR, CON GUAJARDO A LA CABEZA

Primero traicionaron a Rodolfo.  Después  apuñalaron a  Baltazar, enseguida  le echaron montón a Luebbert. Hoy son los primeros que festinan la cárcel para Geño. Obsérvelos, analícelos: son los mismos traidores, y acabarán por devorarse entre ellos mismos.

El apellido Guajardo, en la casa  de Emiliano Zapata, no es bien recordado por la historia, pero….el  Consejo Político estatal del PRI, fue en el viejo edificio portesgilista de la Liga agraria.

El show del  PRI  pastelero y excluyente empezó temprano.

Con la bendición  de palacio de gobierno, el Checo Guajardo hizo  su grilla, y  tal como lo hacen las hienas, en la cadena alimenticia,  acató las instrucciones  de  acabar  a dentelladas verbales, con los restos  pictóricos  del geñismo, plasmados en las  paredes  del viejo edificio cenecista.

El portador  de la encomienda, fue el  actual representante  de la  CNC, Florentino Sáenz Cobos.

Feliz  el Checo, pues   con el apoyo  del cabecismo, su padrino Egidio se acaba de deshacer  políticamente  del  ex gobernador  Eugenio  Hernández. Lo anterior, obviamente que tendrá un elevado costo  en los comicios, pues  se quedan sin un excelente pulmón electoral para el 2018.

Ya no hay hacia donde voltear, pues  el egidista, es un grupo  cuyo hedor  a corrupción, sigue  alimentado el hartazgo de la ciudadanía. Los  tamaulipecos  de bien, simplemente  no los quieren, pues  los siguen considerando, una pandilla que  se enriqueció  a  lo largo  de seis años, sin  hacer  obra  pública. Aunque, sospechosamente, como lo  detallaremos más  adelante, el cabecismo, sigue sin fijarse en ellos.

A estas  alturas, el PRI  en Tamaulipas, es un  deshecho, del cual nadie espera nada. Sin embargo, todavía  puede  ser rentable, como negocio, que  subastará  las candidaturas  a cargos de elección, en el 2018. Egidio y Checo, se aprestan a ponerle precio a la democracia. Hacia allá se encaminan.

El cabecismo mantiene al monigote tricolor, por conveniencia política,  aunque le representa una carga administrativa, pues  se sabe, que  han tenido que cubrir  los  elevados  despilfarros  de 20 millones  de pesos, perpetrados por  Aída Zulema  y   Rafael  González   Benavides.

La verdad, es que a nadie  le inspira, la más mínima seriedad, el PRI  chequista. Su franquicia se encuentra en manos de tres o cuatro ambiciones  de poder,  que, en su momento difícilmente van a lograr  ponerse  de acuerdo, para atrapar la senaduría, y otras suculentas  candidaturas  de elección popular.

Tal vez  por  esta  circunstancia, personajes  de la política  estatal como  Baltazar  Hinojosa  Ochoa  y Paloma  Guillén  Vicente, así como Oscar  Luebbert Gutiérrez  no asistieron   a este evento, calificado por muchos, como  la preparación, para imponer solamente  a  sus cuadros más afines, dejando fuera  a  priístas con suficiente  capacidad y  derechos  de ser electos.

El alcalde  victorense, Oscar  Almaraz, tampoco validó  el evento.

Cuando la comisión  respectiva del CEN  priísta, aun ni siquiera  habla del tema,  aquí en Tamaulipas, el PRI  de Checo, ya se echó encima de los restos  políticos  del geñismo.

Las  Hienas del  PRI, en escena.

MÁS  DE LO MISMO:   REGRESAN  LAS CARAVANAS

Carreteras  inseguras,  violencia imparable, caos, angustia, son  los signos que se siguen viviendo en Tamaulipas, a más  de un  año del arribo de la alternancia política. Es  hora que, el  gobierno estatal, no eleva su voz para exigirle  al gobierno de  Peña  Nieto, la solución a los más  graves  problemas   de nuestro estado.

El discurso  anti PRI, sigue  permeando el escenario político estatal. Pareciera que, el actual  grupo en el poder, pretende  hacer del amarillismo político,  su justificación para  seguir  sin  hacer obras públicas  que  beneficien  a los  tamaulipecos.  Seguimos  padeciendo el más elevado desempleo, inseguridad y anarquía.

El  regreso  de las  caravanas  de vehículos custodiados por  la policía federal, es  el mismo cuento de siempre. Definitivamente, más  de lo mismo.