Columnas

El Rito y el Reto

Tribuna

Por Javier Terrazas

El Rito y el Reto

Claudia Ruiz Massieu Salinas estuvo ayer en Ciudad Victoria, la capital tamaulipeca, por motivos político partidistas.

Pisó una ciudad de la que no debe tener gratos recuerdos, ya que varios personales locales estuvieron implicados en el crimen de su padre, el ex secretario general del CEN del PRI, José Francisco Ruiz Massieu.

Del Ejido Corralejo de San Carlos es Daniel Aguilar Lucero, autor material del crimen, pero victorenses son  los hermanos Rodríguez que le contrataron y el desaparecido ex diputado Federal Manuel Muñoz Rocha, también señalado en el caso.

El hecho de que ella siga dentro del instituto, habla de su temple y agallas para la delicada misión de transformar  al tricolor en un partido que responda a las exigencias de los nuevos tiempos,  con una sociedad más plural, educada, crítica y participativa.

Tamaulipas hay que decirlo y ella mismo lo reconoció, estaba olvidado por el CEN del PRI, el Comité que presidió Enrique Ochoa Reza y que no pudo enderezar René Juárez Cisneros.

Claudia vino a tomarles la protesta a Yahleel Abdalá Carmona y a José Benitez Rodríguez como presidenta y secretario general del Comité Directivo Estatal, en relevo de Sergio Guajardo Maldonado y Aída Zulema Flores Peña.

Una designación, que aunque es eso, designación, debió cabildearse con los grupos regionales y estructuras territorial y sectoriales, para facilitar el trabajo de reorganización, tras la dolorosa derrota del 1 de julio de 2018.

Esa decisión, aunque inyecta entusiasmo a la dirigencia tricolor,  tendrá  algunos problemas para generar confianza en la militancia, pues de entrada, solo estuvieron cuatro ex dirigentes: Lucino Cervantes Durán, Ramiro Ramos Salinas, Rafael González Benavides y Aída Zulema Flores Peña.

Se notaron las ausencias de Homar  Zamorano Ayala, Eliseo Castillo Tejeda, Enrique Cárdenas del Avellano,  Luis Enrique Rodríguez Sánchez, Antonio Martínez Torres, Homero Díaz Rodríguez, Oscar Luebbert Gutiérrez, Ricardo Gamundi Rosas, entre otros.

No convocados, olvidados, inconformes o con otras tareas en zonas distantes, pero fueron notorias sus ausencias.

En el contexto en que se desarrolló el relevo, el mensaje de Claudia Ruiz Massieu, tuvo sus contrastes, pues planteó un partido abierto, incluyente,  horizontal, con participación de todos, en donde cada uno es importante.

Incluso, de la clase política tricolor vigente, no estuvieron ni el 50 por ciento de los compañeros legisladores de la nueva presidenta.

Hay que recordar que fue Diputada federal por Nuevo Laredo y solo acudieron sus colegas Edgar Melhem Salinas de Río Bravo y Pedro Luis Coronado de Matamoros.

Le fallaron María Esther Camargo de Reynosa; Miguel González Salum de Victoria, Mercedes Guillén, de Tampico; Esdras Romero de Madero; Monserrat Arcos plurinominal, e incluso Alejandro Guevara Cobos, quien fue su compañero de fórmula como candidatos a senadores.

Una reflexión profunda tendrá que hacer Abdalá antes de empezar éste nuevo reto, porque antes que poses de diva, de regaños o de descalificaciones al trabajo de sus antecesores, debe asumir el cargo con humildad,  sencillez y  una  actitud de armonizadora.

El rito de la toma de protesta ya pasó y el trabajo de verdad tiene que empezar desde éste fin de semana, despojada de soberbia y con la apertura total a escuchar y atender a la militancia, organizaciones filiales, comités municipales, sectores y liderazgos regionales.

A ver si el Delegado Julián Luzanilla, un sonorense que estaba con esa tarea en San Luis Potosí, aterriza realmente en la entidad y coadyuva al reordenamiento  y  unidad tricolor.

Y es que hubo más ex dirigentes priistas en un desayuno en el restaurante “La Tía” del 7 Aldama, que en la toma de protesta de la neolaredense.