Columnas

ELEMENTOS PARA SABER QUIEN GANÓ EL DEBATE

CUADRANTE POLÍTICO

POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO

ELEMENTOS PARA SABER QUIEN GANÓ EL DEBATE

Ya desde estas horas, y  con mayor fuerza, después del debate, el agarrón entre  las redes sociales que  favorecen a AMLO  y  la línea gubernamental que  pesará  mucho en las opiniones  de radio y televisión, a favor de Meade…¿o de Anaya?,  se perfila, como  el escenario más inmediato.

En esta lucha de titanes mediáticos, la prensa  y quienes  nos dedicamos al análisis de los hechos políticos, tenemos la obligación  y la oportunidad, de representar el  equilibrio, y el punto medio, aportando juicios sensatos, sin caer en los estridentismos masivos de  los unos, o bien en el manipuleo elitista  de los otros.

Si la idea es contribuir a la democracia, debemos de poner  en la justa balanza, el resultado de lo que se diga o de lo que  se pase por alto, a la hora de evaluar, quien de los  que ya discutieron sobre los máximos problemas del país, es el merecedor de ganar el  mayor  reconocimiento de la opinión pública. Esta columna se leerá hoy lunes, cuando  ya las tendencias y los posicionamientos estén galopando fuerte a favor o en contra de los contendientes, pero por cuestiones  de horario en la prensa  escrita, la envíe ayer  poco antes  de iniciarse el debate.

Antes de continuar con éste texto, debo poner en claro lo siguiente: el mercado de electores  que estuvo en juego, no fueron los incondicionales  de AMLO, de Anaya, o  de Meade. El verdadero segmento que  estuvo en juego, y probablemente podría definir la elección, son aquellos que no han manifestado sus preferencias. Los que, como decimos coloquialmente, siguen arriba de la barda. Por ellos fueron los candidatos anoche.

Ahora que ya se conoce lo que se dijeron los candidatos,  de lo que se acusaron, y cuáles fueron sus reacciones, me preocupa  que por encima  del  tinte espectacular  y de los apasionamientos  que hayan salido a relucir,  la calificación del debate, se guíe en función de quien o quienes supieron manejarse con una inteligencia emocional mucho más marcada. Es este temple  cerebral, lo que  en buena parte  define la capacidad de un Jefe de Estado, que recibirá un país, agobiado por la inseguridad, la violencia, el desempleo y  la desesperanza colectiva.

No podemos  definir al ganador del debate, por  su velocidad de emitir palabras, o por sus ráfagas  de oratoria o por su  capacidad de sarcasmo, capaz  de  arrancar alguna que otra risa de quienes los vemos y escuchamos.

El debate más memorable  que se recuerda, justo en una coyuntura que sirvió como antesala  de la caída del PRI, en el año 2000, fueron los dichos del entonces candidato  Vicente  Fox, que a la postre sería el primer presidente de la república, emanado de un partido, diferente al  Revolucionario Institucional.

 

Fox fue Presidente por seis años, pero después  nos dimos cuenta que, sus dichos rancheros, no le sirvieron para conducir con justicia, honestidad y equilibrio un país que siguió siendo el mismo, y donde no hubo cambio alguno, fuera de su estilo personal de gobernar.

En el debate del 2012, el candidato del PRI,  Enrique  Peña  Nieto que lideraba las encuestas, fue en cierta forma benévolo con el sexenio calderonista que agonizaba, en medio de una guerra sangrienta contra el tema de la inseguridad. Entre EPN y FCH  había, ya, se dice, una suerte de pacto, que incluía  la ausencia del respaldo presidencial, para la candidata panista Josefina Vázquez Mota.

El pacto transexenal parecía estar preparado, con la  candidatura panista  de Margarita Zavala, en este 2018, pero  los  Calderón  soltaron el PAN, y los grupos  que se beneficiaron con el reacomodo, encontraron en la persona de Ricardo Anaya, al joven ambicioso que no tuvo dudas en apoyar la reforma estructural  de Peña Nieto, adjudicándose el papel del llamado “Joven Maravilla”, con el que lo bautizarían desde Los Pinos.

Pero, todo eso se vino abajo, cuando  Anaya creyó que ya había crecido lo suficiente, como para echarle patadas al pesebre, y se le fue a la yugular al Presidente, justo después de que, se le vio en reuniones  con el ex presidente Carlos Salinas. Esta es la narrativa que precedió a lo que hoy es ya un debate consumado.

Los elementos del post  debate, son claros y no ofrecen duda: el Estado neoliberal, cuyo gobierno peñista  llega a su final, sumamente desgastado, está dando el último empujón a su candidato externo, para que se coloque, en el segundo lugar. Los grupos económicos del país, están también a la expectativa con  el tema Meade, y sus posibilidades  de que de el salto hacia arriba, o  de su paso final hacia el vacío.

Si las cosas  le salieron bien  a Meade, en el debate de ayer, es muy probable que, ya hacia la recta final, por allá por la tercera semana de junio, Margarita Zavala pudiese  sumarse  al candidato del PRI. El Bronco  podría hacer lo mismo. Entonces estaríamos hablando ya de un bloque abierto del PRI contra MORENA y  AMLO. Anaya estaría desplazado.

Pero, si en cambio, Meade no funcionó en este primer debate, el corredero del barco priista se dará en dos direcciones: hacia  Anaya y hacia Andrés Manuel.

Dejamos para el final,  el comentario sobre la decisión del gobierno peñista: ¿Para quién sería su voto, en caso de que,  el candidato Meade  no funcione?

En este  tema hay dos corrientes  de opinión: para unos,  la obligada reconciliación entre  el gobierno y Anaya, favorecería que,  el gobierno federal  le diera todo su respaldo al candidato del Frente, como el último recurso  para vencer a AMLO.

Pero también, hay quienes  creen que, Enrique Peña Nieto, no le va a soltar el poder  político de la presidencia  a un Ricardo Anaya que ya declaró  públicamente que lo metería a la cárcel.

O  sea, el gobierno, preferiría jugársela con el PEJE.

Hoy que ya ha trascurrido el debate, con todos los elementos de análisis que ya le hemos aportado, juzgue usted estimado ciudadano, al margen de manipuleos…

¿Quién lo ganó? Esperamos que los ganadores, hayan sido los ciudadanos.