Columnas

Equidad un mito

Tribuna

Por Javier Terrazas

Equidad un mito

Los partidos políticos de Tamaulipas tienen una gran deuda con la equidad de género en la definición de candidaturas a cargos de elección popular.

Lo mismo ocurre con las instituciones gubernamentales en sus tres niveles y en el caso del Federal y Estatal, en los tres poderes que conforman las estructuras del Estado.

Desgraciadamente el sistema presidencial que impera en nuestro país ha propiciado que las decisiones políticas descansen sobre los varones.

Y la mujer había estado relegada por décadas a las tareas del hogar, al cuidado de los hijos y a coadyuvar en las tareas del campo, en el reciente México Rural.

Pero la mujer ha ganado terreno en todos los campos en forma paulatina. Los espacios en la educación básica y en la cátedra han sido relevantes.

También en las actividades empresariales, particularmente en el comercio y la industrial.

Sin embargo, todavía hay una resistencia fuerte de los poderes fácticos que tras bambalinas influyen en las grandes decisiones del país, a la igualdad de oportunidades para ambos géneros.

Será porque los jerarcas eclesiásticos son hombres, los capos, los grandes empresarios, los líderes obreros y camarales.

La mayor parte de los Ministros de la Corte y Jueces, los Senadores, los Diputados Federales, los Secretarios de Estado, los gobernadores, los integrantes de los gabinetes estatales.

Hay una reforma reciente a la Ley Electoral y a la Constitución para que en el terreno de las candidaturas se vele por la equidad.

Pero se está dando  la “Equidad  de las Juanitas”, pues  son pocas las mujeres para quienes se abren los espacios en reconocimiento a sus liderazgos, talento, capacidad, responsabilidad  y sensibilidad social.

En casis todos los partidos una buena parte de las candidaturas se están entregando a las esposas de los políticos tradicionales, a las hijas, a las mamás, cuñadas, concuñas y hasta una que otra querida.

Ejemplos hay en las precandidaturas del PAN, del PMC, MORENA, PRI o en cualesquiera otro que instituto en que se revise quién es quién en los expedientes que se integran.

Ahí es donde la legislación electoral tiene que revisarse de nuevo para que esa apertura para la mujer sea realmente para que lleguen las mejores mujeres a los cargos de elección popular y que la política pueda dignificarse.

Los cambios deben ser para mejorar, no para seguir igual o peor, porque “las juanitas” en los Ayuntamientos , Diputaciones, Senadurías, son más riesgosas, ya que solo sirven a intereses de sus manejadores y sin autonomía.

El caso de Altamira, donde Alma Laura Amarán del DIF pasó a la alcaldía, pero el poder tras el trono es su marido el ex alcalde priísta, Juvenal Hernández Llanos, quien quiere reelegir a su “Juanita”.

También habría “juanitas” en Xicoténcatl y Güémez en caso de ganar las virtuales candidatas del PAN que son esposa y madre, respectivamente, de los actuales jefes edilicios.

En otro tema, gran consternación en la comunidad católica victorense por el fallecimiento del Sacerdote David Martínez Reyna, uno de los más apreciados por la comunidad y de los más críticos a los gobiernos locales. Descanse en Paz.