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Escalofriantes

Tribuna

Por Javier Terrazas

Escalofriantes

La inseguridad es un fenómeno social consecuencia de una serie de deficiencias en nuestra sociedad.

Y no es ni será combatiendo con plomo el último eslabón de la cadena delincuencial, como se logre contener.

Desgraciadamente, el uso de las fuerzas federales por parte del Gobierno Central para abatir la violencia e inseguridad en el país ha estado enfocado en ese objetivo.

Y las acciones de otras instancias federales, estatales y municipales para atender la prevención de los delitos, ha sido insuficiente.

Los números aportados a nivel nacional por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, son escalofriantes.

Durante el presente año se han registrado 37 mil 527 homicidios,  el  año más violento en dos décadas.

De estos, 23 mil 101 son asesinatos, en tanto que 14 mil 426 fueron culposos.

Solo el pasado mes de noviembre  ocurrieron  2 mil 212 homicidios dolosos y mil 341 culposos, para llegar a 3 mil 553 muertes.

La situación en Tamaulipas es complicada. Ninguna de las grandes ciudades escapa de esa situación, aunque por ahora sea más crítico en escenario en Victoria y Reynosa.

Desde que en 2011 el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa declaró la “guerra al narcotráfico” usando para ello a las fuerzas armadas  y que continuó Enrique Peña Nieto,  van cerca de 150 mil muertos.

Igual son más de 30 mil desaparecidos, de los cuales cerca de 6 mil se han denunciado en Tamaulipas, por ser estado fronterizo y de paso de migrantes, además de la criminalidad alta.

Ante esa cruda realidad, es indispensable que además de la lucha permanente contra la delincuencia organizada con el uso de las áreas de inteligencia, se fortalezcan a las instituciones formadoras de buenos ciudadanos.

Y ello empieza en las familias, a través de programas de fomento a los valores y a la convivencia y armonía en esa célula básica.

Igualmente, en la escuela, donde los maestros en coordinación con los padres de familia tienen una tarea muy relevante sin realizar.

Incluso, las iglesias como orientadoras de la sociedad a través de sus sacerdotes, ministros o pastores tienen que multiplicar su labor y ser de alguna forma respaldados por el Estado.

Una institución esencial es el Ayuntamiento, quien debe tener elementos para velar por el cabal cumplimiento a los bandos de policía y buen gobierno, ya que son la autoridad más cercana a la población y la obligada a vigilar lo que ocurre en sus calles y barrios.

Si éstas cuatro instituciones (familia, escuela, iglesia y Ayuntamiento) están débiles o no hacen su función  de manera adecuada y  coordinadas,  siempre será insuficiente la misión de las fuerzas armadas en esta delicada misión.

 

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