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Tribuna

Por Javier Terrazas

Espirales

Hay algunas regiones del país donde la violencia está en franco crecimiento y son malos mensajes para sus actividades económicas.

Entre las principales fuentes de divisas para el país además del petróleo aparece el turismo y las remesas de dólares que envían los paisanos radicados en Estados Unidos de Norteamérica.

Los ingresos del gobierno se han quebrantado por la caída de los precios internacionales del petróleo y la creciente ordeña de combustibles a ductos de la paraestatal.

Así es que tendríamos que hacer esfuerzos extraordinarios en cuidar los ingresos por el turismo y las remesas.

Pero parece que también estamos flaqueando en la atención de las zonas turísticas prioritarias de nuestro país.

Los sitos de mayor afluencia de turismo extranjero y por tanto de dólares, son Cancún en Quintana Roo,  Acapulco en Guerrero, Los Cabos en Baja California, Puerto Vallarta en Jalisco y Mazatlán, Sinaloa.

Sin embargo, algunos de esos destinos turísticos se han convertido en campos de batalla de las bandas criminales que disputan territorios para sus operaciones.

Ante la ola de inseguridad que agobia también a las zonas rurales del país, los envíos de remesas de dólares están disminuyendo, por el riesgo de despojo que  representa para las familias.

También algunas ciudades importantes del país enfrentan una etapa de crecimiento delincuencial  como Monterrey en Nuevo León,  Chihuahua y Ciudad Juárez en Chihuahua,  el Puerto de Veracruz en Veracruz; y Cancún en Quintana Roo.

Cierto que el problema es muy fuerte en casi todo el país, pero en especial en éstas zonas que tenían avances importantes en materia de seguridad pública, la situación se está revirtiendo.

Quizá el caso de Monterrey y su zona metropolitana es el mejor ejemplo que puede ponerse para los tamaulipecos, por la gran interacción que con esa ciudad tiene nuestra red de ciudades.

Los avances y mejora que en éste rubro ofreció el gobernador Jaime Rodríguez Calderón, no se han registrado y la situación está cada vez más candente.

El recrudecimiento del problema y la zona metropolitana está afectando ya al municipio de San Pedro, que se consideraba como el más seguro del país e incluso blindado.

La situación es tan delicada que ya en varios sectores de esa importante plaza se arrepienten de haber dado el voto al independiente “El Bronco” y extrañan a Rodrigo Medina de la Cruz.

En Chihuahua, la inacción de Javier Corral, dejó el camino libre a las bandas delictivas que se multiplicaron en el corredor de la sierra, así como en la capital y Ciudad Juárez.

 Lo mismo pasa en Quintana Roo con el gobierno de Carlos Joaquín, que no ha sabido responder a las exigencias de garantizar la paz, al menos en las zonas turísticas de gran atracción internacional.

Tamaulipas no escapa de esas espirales de violencia, pues se ha recrudecido en puntos como Reynosa, Victoria y algunas zonas rurales.

La determinación o voluntad de la nueva administración estatal de encarar de manera frontal a esas bandas, exige resultados mejores en el corto plazo.

En los Gobiernos Estatales de esas regiones, descansará en buen medida la labor se seguridad y justicia, pues el gobierno federal entra en su etapa de retirada, es decir su último año, en el que las prioridades cambian.

Contener esas espirales, el gran reto, en especial de aquellos estados que vivieron la alternancia, por la esperanza de mejoría en la seguridad.