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LA LEGENDARIA SIMONE

LETRA PÚBLICA                                                                                                                          

LA LEGENDARIA SIMONE

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

Se están celebrando una serie de homenajes en algunas universidades Europeas, principalmente en Francia, relativos a la personalidad de Simone de Beauvoir, una extraordinaria mujer, cuya actividad académica y literaria sentaron el precedente de que las mujeres del siglo pasado que buscaron empoderarse para poder intervenir en las decisiones de la vida de su país y del pensamiento universal, convirtieron en plataforma: la conducta y la ideología, así como la obra literaria de está Francesa, que es identificada en el mundo y la historia de Francia como la eterna compañera del famoso filósofo Jean  Paul Sartre.

Sartre y Simone, que pese a que nunca se casaron establecieron un pacto de honor que los ligaría de manera permanente a través de los sentimientos con la condición -sine cua non- de que los dos eran libres y tenían permiso de vivir emociones amorosas atormentadas, con una carga sexual que se contaban entre si y que en lugar de destruirlos los unía.

Simone no hubiera alcanzado el rating con el que actualmente cuenta si en su vida no se hubiera atravesado a sus escasos 19 años un estudiante normalista, deturpado, bizco pero con una conversación cautivadora que la inquietó y la unió por siempre con quien se convertiría pasado el tiempo en el pensador que mayor influencia haya ejercido en la juventud Europea como lo fue el autor del «Ser y la nada» «La Mosca» «La Náusea», que alcanzó el Premio Nobel de literatura; escandalizando a la academia Sueca y a sus millones de lectores, como a los envidiosos compañeros intelectuales, al rechazarlo públicamente por considerar el Premio Nobel, un decadente acto de la burguesía que tanto detestaba Jean Paul Sartre.

Simone de Beauvoir nació el 9 de enero de 1908, en una provincia de Francia, muy jovencita se instaló en París para vivir en hoteles de tercera y practicar la independencia que llevaba dentro de sí, que significa el rechazo al sometimiento de que son objetos las mujeres en distintas sociedades, etapas y ámbitos. El mérito de ésta interesante mujer Francesa consiste en que logró con su actitud independiente que el cerebro cuadriculado de los hombre que trató y de sus lectores, se arriesgaran en las arenas movedizas de sus ideas y de sus frecuentes y atormentadoras dudas existenciales. Pareciera que en la medida que el sufrimiento aumentaba se fortalecía la independencia de esta escritora excepcional que logró demostrarle al mundo y a los segmentos femeninos que eran víctimas de la histeria por el deseo reprimido; que era factible el cambió de rol que el machismo del hombre había impuesto a las mujeres. Sin embargo ella que tanto luchó por ser independiente alcanzó la plenitud de sus propósitos merced a la grandeza y la comprensión, así como la fama de Sartre, que la proyectó a la historia como su compañera en la vida. Me atrevo a pensar que de no haberse  dado esta relación tormentosa pero a la vez paradójicamente cálida y compenetrada no hubiera existido Simone de Beauvoir.

Algunos biógrafos documentan de manera simple algo que me parece proverbial como es el encuentro entre Simone y Sartre: cuentan la historia de un hombrecito bizco y una larguirucha jovencita de una belleza modesta, (austera opinaría yo) de cómo estos dos filósofos al principio se dieron la espalda por considerarse indeseables el uno para el otro, pero como ya sabemos que todos los ríos llegan al mar, estos dos estudiosos, ambos neuróticos, con rasgos cercanos a la sociópatia finalmente se conocieron y ese mismo día se hicieron el amor. No sin antes establecer un contrato moral en el cual los dos actuarían sentimentalmente comunicando sus cuerpos y sus ideas pero no establecerían  un vínculo institucional  como  el matrimonio porque consideraban que constituía un veneno para el amor.

Técnicamente está pareja de franceses, representantes del pensamiento más avanzado del mundo, no vivieron juntos. Pero estaban vinculados por el pensamiento y el deseo mientras duró, cuando este terminó; la relación se hizo más sólida porque eran dos extraordinarias mentalidades intercambiando conocimientos y construyendo figuras literarias. Sartre llamaba a Simone el «Castor» porque consideraba que era un animalillo constructor; al principio Sartre estaba muy enamorado de su encantador castor, los dos practicaban el amor cuando casualmente coincidían y respetaban los gustos individuales. Sartre hacía el amor con las mujeres que le gustaban y Simone también. Ella representaba el justo papel de esposa morganática, bien educada; esta escritora cumplió el pacto con aroma platónico. Se acostaran cada quién por su lado y se lo confesaron todo, trabajaran juntos; así estaba dicho, así lo cumplieron.

«Una mujer no nace, sino se hace» ahora esta expresión parece  ya un lugar  común, que se repite en la superficie banal sin llegar a conocer la profundidad de la expresión. La obra literaria de Simone es detalladamente la forma de cómo convertirse en una mujer de tiempo completo. «EL segundo sexo» que publicó en dos tomos plantea la iniciación sexual de la mujer. Ella confiesa que cuando redactó esta obra trataba de poner en orden el remolino en el cual vivía su relación con Sartre y otros hombres. El texto resulta denso para las mujeres y los lectores que no conocen lo estimulante que significa descubrir bruscamente a los 30 años el aspecto de un mundo que hiere a las mujeres. Despertando el «Segundo Sexo» una serie de malentendidos que ella nunca propuso, que consistían en enfatizar las diferencias entre el hombre y la mujer. Cuando lo que Simone pretendía era todo lo contrario, analizó sistemáticamente como el hombre y la mujer se querían desde la infancia hasta la vejez, mirando las oportunidades que el mundo ofrece a las mujeres, las que les quita y los límites que le imponen la sociedad, concluye en que las frustración y evasión son las dos expresiones más nítidas de la represión en la que se desenvuelve la mujer.

Su obra más conocida es el «Mandarín», cuando la publicó ya era una «Santona» de las letras, ya el filósofo Sartre había conmocionado al mundo cuando rechazó el premio nobel de literatura e hizo público la solidaridad de Simone y la suya con la Revolución Cubana de Fidel Castro. El comandante Cubano (que anteayer cumplió 87 años de vida) con frecuencia sentó a su mesa a esta increíble pareja que logró  que la Revolución Cubana fuera admirada por los sectores progresistas y avanzados de las elites intelectuales del mundo.

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