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LA MALQUERIDA

CUADRANTE POLÍTICO

POR  FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO

LA  MALQUERIDA

La  vida  de los tamaulipecos ha cambiado. Para comprobarlo, no recurra usted  a las estadísticas, o a los discursos, pues  son lugares comunes  del  discurso de Estado y  de la minimización a ultranza. En cambio,  le recomiendo  consultar  por el rumbo de  los psicólogos y  hasta  de los psiquiatras, como  profesionistas  de las patologías emocionales.

Otra fuente  confiable  y  bastante  acertada  son  las iglesias  y las religiones  que  han visto  aumentar  considerablemente  su padrón de creyentes. Los tamaulipecos rezamos mucho, tanto en las calles, como en nuestros hogares. Se trata de un fenómeno sociológico interesante de analizar.  Las oraciones de la gente común,   han sustituido  la  confianza  que alguna vez  se llegó a tener, en el poder público.

Procuraré  a lo largo de esta charla escrita, no disgregarme hacia otros temas, ajenos  a Tamaulipas y a la inseguridad que vivimos. Buscaré no dar vueltas sobre  cosas obvias que todos ya sabemos y espero  finalmente  dejar  muy claro,  que  es lo que  realmente  ha venido ocurriendo, por lo menos durante  los últimos 20 años, en la relación  de nuestra entidad federativa, con  las máximas autoridades civiles y militares del país.

La palabra que ha definido  la relación  entre Tamaulipas  y los supremos príncipes políticos  del altiplano,  ha sido solamente  una: abandono. Con sus múltiples  variantes de  carácter partidista y político, la  respuesta  de las autoridades  federales  ha mantenido  una constante que nos convierte  en el territorio,  del cual nadie quiere saber nada en la capital  de la república. Ni siquiera estados como  Sinaloa, Michoacán y Chihuahua, famosos  por sus  problemas  de narcotráfico, han sido  víctimas de semejante menosprecio.

Pareciera  que  Tamaulipas  y su  población es una tierra que apesta a  conflictos  y que nadie que se encuentre en los altos niveles  de la pirámide del poder, estaría dispuesto  a  atender,  sin correr el riesgo de  desgastarse  políticamente. En su momento, los gobiernos  priístas anteriores  a la alternancia  presidencial  del 2000, solo utilizaron a Tamaulipas como botín de negocios mal habidos en el tráfico aduanal, y como corporativismo obrero  del sector petrolero.

Posteriormente, ya en la era panista, los personeros  del gobierno federal, hicieron negocios en la obra pública   e igual se llevaron a sus alforjas, parte de las cuotas  generadas  por  el mercado ilícito en la frontera. Calderón convirtió al estado en un baño de sangre, y el actual régimen peñista,  ha seguido ignorándonos, y  estimulando una guerra  de carteles, de todos contra todos.

En los hechos,  así es como se observa  la estrategia del actual  Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong: dejar que las cosas corran y que  se  produzca la destrucción y el caos, mientras que al mismo tiempo, el gobierno federal evade su responsabilidad  constitucional, de establecer la paz social en el estado.

Tamaulipas,  ha sido y es, la Cenicienta, el Patito Feo, la mal querida, y todos aquellas palabras que  identifiquen una política discriminatoria que  se genera, desde  los más altos niveles  del gobierno federal,  y  termina  por marchitar  a nuestras familias, a nuestra población.

Ante  esta situación,  es hora que todos  los que aquí  hemos nacido  y los que  seguimos habitando en  pueblos y ciudades,  no  logramos  hacer un frente común, ante  el estado mexicano, para exigir una mayor  atención. Nos hemos perdido en juegos artificiales  de poder,  en grillas, en fobias  y en filias. En su momento, los priístas  establecieron  la idea de que, el PAN era el malo de la película, y  hoy los panistas  están aplicando la misma fórmula: todo lo que huela a PRI  debe ser  erradicado, y hay  órdenes de que no se les dé,  ni agua.

Ya es hora de que cambiemos esta cultura  e identifiquemos  a las verdaderas  causas  de nuestra actual situación. Actuemos todos, como tamaulipecos, y no como panistas, priístas  o de cualquier otro partido.

La  realidad que  agobia a nuestras familias, es una realidad que no tiene colores. Tamaulipas, debe de dejar  de ser  la olla  de jaibas, que se derriban entre ellas mismas.

Debemos  de hacer algo, porque  de otra  manera, nuestra entidad  seguirá  siendo por muchos años, y al margen de los partidos que la gobiernen, LA  MALQUERIDA.

¿QUIEN  CERRARA LA PUERTA, EN MATERIA  DE CORRUPCIÓN?

Es hora, se sabe, que  en el Congreso local, no hay propuestas para nombrar  al fiscal anti corrupción. Y  la verdad es que, el tema   es demasiado complejo, porque todos o casi todos, los seres humanos, han estado vinculados alguna vez, a  este tipo de asuntos. La cerna  y la mente, son pecadoras  por naturaleza. Pero pienso que sí  se puede  escoger al menos peor. No esperen encontrar  a  un santo, pero al menos  a un ciudadano  dispuesto  a hacer las cosas bien. Creo que eso sí  es factible.