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López Obrador noquea a Anaya; Meade y sus «perame, perame»

ESCENARIO POLÍTICO

Por Marco Antonio Torres De León.

López Obrador noquea a Anaya; Meade y sus «perame, perame»

Parece mentira pero quién le dio al debate el picor, la pimienta y el relax que necesitaba, es aquel al que Javier Lozano llamo viejito disfuncional, Andrés Manuel López Obrador, todo por lo estar en condiciones de conducir un automóvil.

Y es que tras la rudeza innecesaria usada por Ricardo Anaya Cortés, quien se acercó físicamente más de la cuenta al tabasqueño, las actitudes relajadas y bromistas del candidato de MORENA salvaron los tensos momentos.

Hubo un momento donde pareció que las cosas se saldrían de control, por lo que pareció ser una grosería del candidato presidencial Ricardo Anaya, en un exceso de agresividad.

Por fortuna AMLO jugueteo con el momento y hasta se dió el lujo de humillar al candidato del Frente PAN-PRD-MC.

El candidato del PAN fue bastante frontal y agresivo con el tabasqueño, aunque aparentemente no esperaba la capacidad de respuesta de su adversario.

Eso resto puntos y apoyos, demasiados apoyos al queretano, quien por su parte no supo disimular la aplastante  respuesta del tabasqueño.

Aparte, AMLO  se dió el  lujo de llamarlo «»Ricki Rickin Canallin» en alusión a los 400 mil pesos mensuales que éste dijo ganar en un programa de televisión de Milenio cuando la periodista Azucena Uresti lo acorraló hasta sacarle la confesión.

El matiz rojizo de las mejillas de Ricardo Anaya Cortes fue inocultable.

Andrés Manuel López Obrador por su parte, al fin entendió que no está obligado a complacer  a sus confrontadores sino para darle momentos de alegría a sus simpatizantes.

El hecho de sacarse la cartera del bolsillo al ver venir a Ricardo Anaya dirigiéndose a su humanidad, y reaccionar tan espontáneamente, lo hizo verse bien.

En escala de valores, quien se vio mal en imagen fue Anaya Cortés.

Un sesgo de irrespetuosidad se le notó al invadir el espacio de Andrés Manuel.

Asimismo, la percepción acerca de José Antonio Meade fue en general mejor que en su primera intervención.

Rebasó los límites cuando irresponsablemente aludió a Nestora Salgado, candidata de Morena al Senado de la República, juzgándola de secuestradora y endilgandole delitos que ya el mismo juez federal desestimó, pues judicialmente es libre de culpa.

Tuvo vistos de intolerancia cuando un par de veces quiso callar a los periodistas que lo interrogaban, tanto León Krauze como Yuridia Sierra, evocando su cacofonía repetitiva, “perame, perame, perame”, dijo hasta una tercera vez.

Como que recordó que fue objeto de crueles memes en su debate con una televisora de cadena nacional, y optó por no volver a callar ni frenar los cuestionarios.

Dijo que Enrique Peña Nieto no se equivocó al invitar a Donald Trump, pero su primer respuesta fue evasiva y elusiva.

Ambos periodistas -sabedores de sus facultades periodísticas- lo invitaron a responder y Meade no tuvo más remedio que comprometer su respuesta.

Jamás acepto que Peña se equivocó.

Un emotivo momento fue cuando Jaime Rodríguez El Bronco invito a AMLO a darle la mano en señal de saludo a sus dos contendientes MEADE y ANAYA, invitación que aceptó.

Primero se abraza a sí mismo, pero enseguida corrige y decide acercarse físicamente a ambos, priísta y panista, y los saluda cordialmente.

Bromea a un paso de distancia de ANAYA y le vuelve a aplicar lo que ya le había aplicado.

-Cuidare mi cartera, dijo.

Meade segundos antes le extiende la mano; y como él acostumbra, lo hace dando un chocón de manos, como hacen los jóvenes.

Fue un detalle que para muchos no pasó desapercibido.

Le quita en un instante el erróneo perfil de belicoso y cuadrado, que tanto le habían criticado ambos candidatos, así como sus detractores.

En el fondo nadie, ninguno de los cuatro, fue brillante a la hora de exponer los tres temas trascendentales. Obvio, por haber sido Secretario de Hacienda, canciller y secretario de SEDESOL federal, José Antonio Meade quiso aparentar saber más.

Y quiso lucirse. Pero el público avispado descubrió su cansona retórica, sin esencia, parecida más bien a su famélica discursiva utilizada mil veces en sus recorridos por el país como Secretario de Gabinete tanto con Peña, Fox y Calderón.

Pasemos a otro tema.

La secretaria de salud de Tamaulipas está haciendo bien la tarea. Esta yendo a cada rincón orográfico del estado a combatir las plagas que azotan a los ciudadanos en esta época de calor y lluvias, dengue, zika y chicungunya, suerte de enfermedades causadas por un mosquito o zancudo agresor.

El gobernador Francisco García Cabeza de Vaca ha girado instrucciones a todas las dependencias de la Secretaria de Salud de Tamaulipas para que combatan con efectividad está plaga oportunista.

Aparte del abate indispensable para impedir la inoculación de los huevillos que causan el nacimiento del zancudo, se recomienda mantener saludable el medio ambiente, derruir llantas o receptáculos de agua lodosa y añeja, pues en este escenario es donde el mosquito se reproduce.

La secretaria de salud está derrotando está plaga, a base de atacar el problema de salud pública.

La instrucción es abatir el dengue, el zika y el chicungunya.

Buen, por hoy es todo, nos leeremos pronto.