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LOS HOMBRES QUE DISPERSÓ LA DANZA (II DE II)

LETRA PÚBLICA

LOS HOMBRES QUE DISPERSÓ LA DANZA

(II DE II)

En memoria de el C. P. René Govela Sierra, amigo y tampiqueño ejemplar.

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

La diferencia, enorme diferencia, entre la vida de Andrés Henestrosa y  Macbeth (Mi personaje favorito de Shakespeare) reside en que Don Andrés fue un hombre fecundo y trascendente que logró romper las cadenas coloniales con las que nació en su condición de Zapoteca encadenado, sin rencor alguno, cultivó su espíritu en el universo de las letras hasta llegar a convertirse en el promotor principal de la cultura Zapoteca de la que surgió y que nunca olvido. Macbeth,  en cambio es una especie de vida tormentosa llena de sonido y de furia que no significa nada y que a veces parece ser un cuento contado por un idiota.

Don Andrés vivió más de 100 años, perteneció a esa generación de seres humanos que me parecen en lo personal personajes inmortales, con todo y que en algún momento, lamentable por cierto, deban partir al mundo de la eternidad. La vida y la obra de estos personajes a quién clasifico como inmortales, es un simbolismo convertido en una fuente milenaria en donde abrevan todos aquellos que nacieron en las mismas condiciones de adversidad como a las que Andrés Henestrosa venció, utilizando como instrumento de combate la cultura y el respeto infinito por los libros. Recuerdo un prólogo escrito por Jorge Luís Borges, en una enciclopedia estupenda. Convencido que no tiene la menor idea de que el mundo exista sin la presencia de los libros. Abunda, vaticinando la posibilidad, por la maldad del hombre de que tengamos un mundo en donde no existan las aves y los árboles, pero no acepta la existencia de un mundo sin la presencia de un libro. Los libros son libertadores, que no esperan nada a cambio.

Siendo un niño indígena  Andrés Henestrosa logró aprender el español hasta que alcanzó la adolescencia en la capital del país a la llegó teniendo tan solo 16 años. Su madre lo impulsó para que siguiera los pasos que transitó el presidente Juárez. Era imperativo que aprendiera español, le aconsejaba su madre para entender los grandes enigmas que se encuentran detrás de todo acto discriminatorio de los sectores indígenas que no son aceptados por las sociedades urbanas que solo los toleran como gente para el servicio o para que realicen los trabajos similares a los que las bestias, por su falta de inteligencia no logran concluir. A todos estos demonios de la  civilización, con altura y cultura, Andrés Henestrosa convirtió en polvo, hasta alcanzar el reconocimiento de una sociedad muy proclive a cerrarle las puertas a los que no son del mismo color o de la misma condición social. Henestrosa hizo efectivo el apotegma que afirma que «El polvo que piensa no regresa al polvo».

Actualmente en el mundo se vive un fenómeno de xenofobia como resultado del flujo migratorio que llega a las grandes capitales del mundo en busca de trabajo, libertad, capacitación y hacer factible la esperanza de que tienen derecho a una comodidad que no encuentran en sus lugares de origen. Los que abandonan sus hogares por la despiadada y prolongada política colonialista de explotar las materias primas y la naturaleza dejando solo campos yertos y sin rasgo de vida. No hay forma de que la tierra vuelva a producir, porque la contaminación a la que fue expuesta por la modernidad y la inversión extranjera fue contundente y mortal. Es cuando el hombre emigra con su familia a otros lugares en donde por las imágenes de la televisión observa asombrado que todo está al alcance de sus manos. No es así. El infierno que espera a los migrantes es más doloroso que el infierno que Dante describe como «Una mezcla de sangre y de lágrimas».

Henestrosa fue víctima de la discriminación por su condición étnica cuando llegó a la capital del país. Afortunadamente México en ese momento estaba ejecutando la transformación social que conocemos como el proceso revolucionario que se inició en 1910, con el sacrificio del apóstol de la democracia el presidente Madero. Al llegar al Distrito Federal después de 7 años de trabajos diferentes y de hablar correctamente el español, Henestrosa escuchó hablar de José Vasconcelos, un paisano, nacido en Oaxaca en sabanas de seda que no se parecía a los  hacendados que explotaban a los indígenas. Vasconcelos hablaba de cultura, de libros, de que en México existía una raza cósmica y  se le conocía como el «Ulises Criollo» con una enorme influencia sobre el general Álvaro Obregón, en ese momento líder máximo de la revolución mexicana. Se incorporó Henestrosa a  las legiones culturales que Vasconcelos creó para llevar a los indígenas la sabia de la libertad que se encuentra en los libros para que aprendieran a leer y  escribir. Acompañó a Salvador Novo, Gómez Arias, Enríquez Ureña, Julio Torrí, Gabriela Mistral y Diego Rivera a repartir libros y a enseñar el alfabeto a los indígenas mexicanos. Vasconcelos era ministro de educación siendo presidente Obregón,  convenció al revolucionario que destinara recursos públicos para llevar la cultura la pueblo de México, con el argumento indestructible que solo «La cultura nos salvará de Barbarie».

Se cumplió el destino de Andrés Henestrosa de forma magistral, fue un escritor notable que logró redactar un texto que se convirtió en un clásico de la literatura mexicana «Los hombres que dispersó la danza» una cosmogonía de su pueblo originario en el que estaban integras todas las leyendas inventadas por los primeros Zapotecas. La segunda obra enorme de Henestrosa y convertida en una de sus creaciones cruciales fue «El retrato de mi madre» ésta estupenda narración convirtieron su literatura en una muestra ilustre de la literatura nacional. Cada palabra utilizada para describir a su madre es un trazo en donde el decoro y la sobriedad sobresalen para hacer incandescente el recuerdo de su madre.

Militó en el partido revolucionario institucional, cinco veces fue diputado federal, una vez senador y estuvo a punto ser gobernador de Oaxaca, cuando su compañero y amigo Adolfo López Mateos fue presidente de la república. También consta en sus antecedentes que hubo una época de su vida que fue miembro del partido popular socialista creado por Vicente Lombardo Toledano en 1947, junto con Alejandro Gómez Arias y Manuel Moreno Sánchez. Pero su mayor hazaña política fue la de haber participado entusiastamente-vida de por medio- en la campaña de José Vasconcelos en 1929 cuando el Ulises criollo decidió quitarle a los militares la patria mexicana. No fue así, Vasconcelos después de ésta derrota fabricada navegó en los océanos de la amargura hasta los últimos días de su vida.     

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