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Los Juan Diegos

Tribuna

Por Javier Terrazas

Los Juan Diegos

Con la visita que realizó Andrés Manuel López Obrador el pasado sábado a la capital tamaulipeca,  dejó constancia de que sus posibilidades de ser una carta fuerte para el 2018 son reales y no “un espejismo del Peje”.

Venir a un estado gobernado por el PAN, que ganó la primera magistratura con más de 200 mil votos y a un municipio gobernado por el PRI y cosechar muchos adeptos, no es fácil.

Y el mérito es ser reconocido por las bases, por la gente de a pié, de microbús, de auto chocolate, de la gente del pueblo,  de los que hubo miles en el gimnasio de la UAT.

Ahí es donde está llegando con su mensaje el tabasqueño y encontrando eco, por el desencanto de esas bases en los gobiernos emanados del tricolor y del albizul.

Aunque es muy pronto para asegurar que el bono de la alternancia ya se agotó, si hay algunos sectores de la sociedad victorense, incluidas los ex burócratas y burócratas, que están volteando a ver al “rayo de esperanza”.

Reunir a miles de personas un domingo al mediodía cuando el sol cala fuerte y las temperaturas superan los 35 grados centígrados tiene su mérito, sobre todo cuando el sitio de la reunión no contó con el servicio del aire acondicionado.

 A López Obrador, se sumaron varios personajes de la izquierda tamaulipeca, algunos del Partido del Trabajo como el ex candidato a gobernador Armando Vera,  el ex diputado del PRD Pedro Alonso Pérez, el ex alcalde de Madero Alfredo Pliego Aldana y Mario Reyes de San Fernando.

E incluso algunos personajes de la zona fronteriza que en las pasadas elecciones contendieron como candidatos independientes en Nuevo Laredo Ramón Cantú Deándar y en Reynosa José Ramón Gómez Leal.

Como era de esperarse, también estuvieron algunos ex militantes del PRI que habían asistido a actos previos y que el sábado reafirmaron su respaldo a López Obrador y su proyecto.

Ahí estuvo Américo Villarreal Anaya, por muchos años Director del Hospital General y Subsecretario de Salud, por el peso del nombre y apelativo en las lides priístas, pues su padre Américo Villarreal Guerra fue gobernador.

También Eduardo Gattas Beaz, que fue candidato a Diputado Local por el PRI en Victoria, pero que se quedó en el camino. Su desencanto del tricolor fue muy rápido y desde hace meses hizo punta hacia MORENA, a título personal,  sin su padrino Enrique Cárdenas del Avellano.

Sin embargo, hubo más expriístas que se aparecieron en el acto y que sorprendieron porque habían señalado que no tenían inclinación por ningún partido, simplemente que el PRI ya no cubría sus expectativas.

Entre ellos, uno de los más destacados Felipe Garza Narváez, ex dirigente estatal del PRI y de la CNOP, tres veces diputado local, director del ICADEP tricolor, así como Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso.

También lo hizo el ex dirigente de la CNOP y de la FSTSE en la entidad, también ex diputado  Reynaldo García Martínez, quien siempre había estado pegado a la Secretaría General de Gobierno en los últimos doce años.

Y el ex alcalde de El Mante, ex diputado local y malabarista sexenal desde Manuel Cavazos a Egidio Torre, Javier Villarreal Terán.

Igual, el junior maderense Erasmo González Robledo, quien añora los zapatos de su padre que fue alcalde en tiempos del cacicazgo de La Quina en Madero, y que había tenido una meteórica carrera tricolor, pasando por la dirigencia priísta municipal y la diputación local.

Por cierto que su presencia no pasó desapercibida para la tropa, quien los abucheó.

Hubo quien los bautizó como los morosos  “Juan Diegos”, pues muy tarde descubrieron el manto de  MORENA, para buscar protección.

El juego político por el 2018 en Tamaulipas apenas empieza. Y se visualiza una batalla de tres: PAN, PRI y MORENA. No necesariamente en ese orden.