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Oportunidad

Tribuna

Por Javier Terrazas

Oportunidad

Desgraciadamente los gobernantes en nuestro país pocas veces de desligan de sus mentalidades partidistas.

Una vez que empiezan a gobernar, deberían hacerlo para todos, sin distingo de ideologías, grupos políticos y colores.

Pero se empeñan en marcar diferencias y una de las manifestaciones es la práctica de colorear sus acciones de aquellos colores que dan identidad a sus partidos.

Ahora mismo está la batalla entre el azul y el marrón, pues éste año en Tamaulipas tenemos elecciones del Congreso Local.

Los colores se usan desde los uniformes las burocracias,  los logos en la papelería, los logos en los vehículos.

Es una forma de querer marcar territorios cuando sus responsabilidades es gobernar para todos.

Pero éste vicio no es ahora,  viene de muchos años atrás. Y tampoco es de un solo partido político, sino de todos.

Los priístas se montaron en el rojo y el verde; los panistas en el Azul y el blanco; los perredistas en el amarillo con negro;  los de Movimiento Ciudadano en el naranja; y nos morenistas en el guinda o marrón.

Ante esa mala práctica y en el afán de evitar la polarización de la sociedad en función de colores e ideologías, debería legislarse para evitarlo.

Sería una muy buena acción de austeridad y ahorro,  pues lo que los gobiernos gastan en pinturas podría utilizarse en educación, obras públicas para el desarrollo de las regiones.

Poco ayudan a la gobernabilidad del país y sus regiones este tipo de prácticas.

Por ejemplo, en unos días más estará en la petrolera Ciudad Madero el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es un municipio gobernado por el  alcalde Adrián Oseguera, que llega con el respaldo de MORENA.

Acaba de relevar a un ex alcalde del PAN José Andrés Zorrilla Moreno.

Si el alcalde Oseguera quiere borrar la huella azul de Zorrilla tendrá que destinar  una buena parte del presupuesto en pintura.

Más allá de los colores y los íconos de cada gobernante o grupo político, lo urgente para el país es que en el ejercicio del poder político se pongan de acuerdo para resolver asuntos torales.

La inseguridad y violencia; o  el estancamiento de la economía tendrían que atenderse de manera conjunta, pues los gobiernos federal, estatal y municipales son corresponsables.

La región sur de la entidad, por ejemplo,  Madero es MORENO y Tampico-Altamira son del PAN.

Sin embargo, la sociedad de esa zona conurbada exige soluciones conjuntas a la problemática común, más allá de los colores a ideologías del origen de sus gobernantes.

Por si eso fuese poco, ahora hay unas nuevas categorías que el presidente López Obrador, se empeña en repetir a lo largo y ancho del país : Los Fifís y Los Chairos.

El domingo, López Obrador tendrá su segunda visita a Tamaulipas con la investidura de presidente en funciones.

Y aunque se trata de un municipio gobernado por su partido de origen MORENA,  el estado en lo general es gobernado por  un político surgido del PAN, Francisco García Cabeza de Vaca.

Una oportunidad relevante para que por encima de colores y  grupos de poder o ideológicos,  se instrumenten acciones para detonar el desarrollo de la región sur de la entidad y el estado en general.

Tamaulipas y los tamaulipecos tenemos prisa por el progreso, independientemente del origen de los gobernantes; sus filias y sus fobias.

Gobernar para el pueblo sin distinciones es lo más sano para todos. Nuestros políticos deberían ser daltónicos a la hora de ejercer el poder.

Son las buenas acciones y obras trascendentales las que les darán el voto de confianza para seguir gobernando.  Y no los miles de litros de pintura que gasten en colorear municipios completos o el estado.

Si lo gastado en pinturas se dedicara a tapar baches, tendríamos calles de primer mundo.

Esperemos que la visita a Ciudad Madero abone a la construcción de una gobernanza en la pluralidad y democracia.

Y dejemos en manos de la sociedad tamaulipeca la responsabilidad de elegir a sus Diputados al Congreso Local, sin injerencias de los gobiernos.

Debe ser  tarea de los ciudadanos, más que un duelo de estructuras federal  y estatal.