PEÑA NIETO Y CABEZA: ¿UN ENCUENTRO INCÓMODO?
CUADRANTE POLÍTICO
POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO
PEÑA NIETO Y CABEZA: ¿UN ENCUENTRO INCÓMODO?
El gobernador García Cabeza de Vaca, está gestionando ante la CONAGO y la CNDH, su demanda de que revierta el tema Geño, todo ello después de que, el juez de Distrito Eucario Adame, especializado en el nuevo sistema de justicia penal, acaba de opinar que, “por su nacionalidad mexicana, el país, no está obligado a entregar al ex gobernador, por la naturaleza de los delitos, por los que es perseguido, en territorio estadounidense”.
“Conforme a las leyes nacionales, los hechos involucran, probables actos de corrupción, de un funcionario de gobierno, de una de las entidades federativas, durante su encargo, y el perjuicio de recursos públicos”, justificó el juez, y señaló que, de acuerdo a la Constitución, esto constituye un impedimento, para conceder la extradición.
“No sería adecuado, a la soberanía de los estados, reconocer que, para una nación extranjera, pudiesen resultar penalmente relevantes, las conductas de servidores públicos mexicanos, contra bienes jurídicos, como el manejo honesto, y adecuado de los fondos públicos de la federación, o de las entidades federativas”, dijo el funcionario del Poder Judicial.
El caso Geño, se mete de lleno al escenario electoral federal. El tema se politiza inevitablemente. Seguramente este será un punto que estará presente, en la conversación privada, que sostendrán el gobernador Cabeza y el Presidente Peña Nieto, este martes 30 de enero, durante la visita de EPN, a la convulsionada Reynosa.
Será una charla, de poder a poder, y por la naturaleza de los probables reclamos, y las posibles respuestas, un encuentro incómodo.
LA MALDICION DE PALACIO
En el inicio del siglo XXI tamaulipeco, el gobierno de Tomás Yarrington coexistió, con la presidencia panista de Vicente Fox, y no se llevaban tan bien, como se quisiera. Con todo y que Fox era tranquilón y campechanote, TYR no era de su partido.
Tal vez, movido por esa circunstancia, y agradecido con quien, se dice, le ayudó a tender puentes con el foxismo, fue que Yarrington, impulsó el pluralismo, favoreciendo la alcaldía de Cabeza de Vaca, en Reynosa, pues este era y sigue siendo amigo de la familia Fox-Sahagún, especialmente de los hijos de la señora Martha.
Ahorita, por cierto, esa poderosa familia guanajuatense, están invitando a CV, para que se una a la causa de Meade. Tal vez logren convencerlo, pues Anaya, de plano se está desinflando.
Pero bueno, sigamos con nuestro tema, de los gobernadores de Tamaulipas, que no se han llevado bien, con el tlatoani en turno.
El sucesor de TYR, Eugenio Hernández hizo su gestión, con el Presidente Felipe Calderón, también del PAN, al cual, por cierto apoyó electoralmente de buena fe, confiando en las promesas de Elba Esther Gordillo, pero el resultado fue que Felipe convirtió a Tamaulipas, en un infierno de violencia y sangre. Bajo el periodo calderonista, Tamaulipas fue siempre la llaga purulenta en los medios nacionales. Desde el altiplano, se miró a nuestro estado, como lo peor.
Enseguida vimos al panista del closet, Egidio Torre Cantú, personaje de mal genio, y anti carisma que, odiaba todo lo que oliera a PRI, aunque, de dientes para afuera, y arriscando el bigote, aceptaba de mala gana, ser de este partido.
Este personaje, emanado de las cloacas del contratismo de la obra pública y sus camarillas, soportó coexistir con un Presidente tricolor como Peña Nieto. Ambos no se tragaron jamás, y se sabe que de adrede, solo para darle las contras, ETC siempre viajaba a los eventos del Presidente, con su corbatón anaranjado, a sabiendas de que EPN y su grupo mexiquense, la usaban roja.
Para acabar pronto, simplemente, nunca hubo buena química, pues la personalidad altanera y displicente del gobernador, chocaba abruptamente con la vanidosa aureola de Peña Nieto. Imagínese, el estatal era un coagulito, y el federal, un pavo real, nunca congeniaron. El resultado de este alejamiento, fue que, el centro abandonó a Tamaulipas, durante seis años, de violencia y degradación social.
Egidio, naturalmente buscó el triunfo de su verdadero partido, el PAN, y lo logró, en la elección de 2016, cuando el mostachón salió del closet, y se declaró, al menos en los hechos, abiertamente azul.
Sin embargo, ahora, su sucesor y amigo, Francisco García Cabeza de Vaca, enfrenta el riesgo de ejercer el mando tamaulipeco, bajo una administración sexenal, por demás incómoda, como sería la de un Presidente como Andrés Manuel López Obrador, con el cual, podría chocar diametralmente, tanto o más de lo que sus antecesores lo hicieron, con el jefe del país en turno.
Ante este cíclico capricho de la historia, los tamaulipecos esperamos que, de darse el triunfo obradorista en el país, el cabecismo sepa llevar la fiesta en paz, y haga las gestiones necesarias, para que a la sociedad de nuestro, estado, tan agobiada por la violencia, el desempleo y la inseguridad, de una vez por todas, le vaya bien.
Uno de los escenarios, desde ahora factibles, es que, de llegar AMLO al poder, el próximo primero de julio, a la vuelta de la esquina, tendríamos los comicios por el Congreso local del 2019, donde Tamaulipas podría tener un poder legislativo morenista.
En fin, pese al estilo de choque, característico de CV, sabemos que es un mandatario, con amplia experiencia, en el arte de sopesar y medir los escenarios que se le presenten.
Y si esto se combina, con que AMLO promete llegar con el signo del amor y paz, pues esto puede ir bien, y la maldición de palacio, podría romperse.