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¿QUIEN FUE JOSÉ YVES LIMANTOUR?

LETRA PÚBLICA

¿QUIEN FUE JOSÉ YVES LIMANTOUR?

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

La forma actual en que es dirigida la Política Económica del gobierno -guiada principalmente por tecnócratas sin conocimiento histórico del daño político que la técnica mal empleada ha causado al arte de gobernar- ponen a reflexionar al más despolitizado de los mexicanos, resaltando la falta de sensibilidad para poder combinar conocimientos técnicos con historia, política y Estado.

Fue a partir de 1976 que un pequeño grupo surgido de la burocracia financiera encabezada por Antonio Ortiz Mena llegó al poder político y accedió a la presidencia de la República desde 1982 hasta nuestros días.

El avance en las vías democráticas por las que transita el país, es de recuperación y pluralidad política; y los indicadores señalan que el próximo presidente de México será el que decida la sociedad civil a través del voto. ¿Será un político profesional o perdurará la poca política y mucha economía?

Hasta nuestros días, el Secretario de Hacienda de Porfirio Díaz, José Yves Limantour Marquet (hijo de franceses) ha sido el paradigma de los financieros nacionales. Han transcurrido ya más de 90 años de que el proyecto económico de Limantour fue derrotado y aún los financieros modernos al servicio del gobierno siguen razonando sobre los principios fundamentales con que Limantour desde la Secretaría de Hacienda Gobernaba: «Promover el comercio y la industria, suprimiendo algunas de las formalidades más nocivas» «Nivelar los ingresos con los egresos normales, reducir hasta el límite posible el personal para levantar la situación económica».

Fue claro que el proyecto de José Yves Limantour,  fue la de crear una Secretaría de Hacienda que fuera un instrumento eficaz para la oligarquía. La política hacendaria de Limantour como en General toda la política porfirista tenía cierta semejanza con la organización democrática griega: La libertad y la igualdad de los patricios, sobre el espinazo de la gran masa de plebeyos.

Limantour tenía prisa por establecer una economía liberal en México. Lo hizo importando capitales, banqueros y otros hombres de empresa. Hizo una economía hacendaria, liberal, sólo para la minoría de capitalistas y banqueros, para los grandes comerciantes y naturalmente para algunos hacendados con características de señores feudales. Por eso uno de los perfiles de la obra de Limantour era la de hablar frecuentemente de crear confianza en la estabilidad del país.

Una confianza no pensada en la mayoría de los mexicanos, sino en la minoría: Los grandes comerciantes, los capitalistas extranjeros y los hacendados.  Una confianza que también buscaba mucho en los centros financieros del extranjero, no podía ser de otro modo, era algo de lo que necesitaba  el falso régimen liberal del porfirísmo, entre otras cosas porque los que necesitan más confianza son los falsificadores.

Lo peor de todo es que  Limantour llegó a creer su propia ficción acabando como los actores que sienten como propias las emociones que representan.  Llegando a aspirar a la Presidencia de México.

Cuando Porfirio Díaz se derrumbó, Limantour huyó a Francia, donde murió. Allá, en Biarritz, recordó cuando siendo un jovencito Porfirio Díaz lo designó Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda el 27 de mayo de 1892, cargo en el que duró poco, porque de allí salió hecho diputado federal por el partido oficial para presidir la cámara en abril de 1892, desde donde brincó por fin a la Secretaría de Hacienda, donde permaneció largos dieciocho años dando «confianza»  al país.

Algunos funcionarios del gobierno ante la falta de propuestas diferentes para convencer a la ciudadanía, han hecho del superávit financiero del gobierno actual toda una filosofía triunfalista.  Ellos parten de una premisa falsa: La de creer que la gente ve con simpatía el hecho de que exista un gobierno fuerte y un pueblo pobre.  Pero en fin como en el caso de Limantour viven involucrados en el papel que desempeñan.

El espíritu de Limantour sigue presente.  El pueblo también.

COMO DATO: A veces pienso que algunas ciudades son manejadas como si fueran aldeas. Hay un caso en el que una de estas vive una especie de ceguera colectiva como la que narra magistralmente José Saramago en su “Ensayo Sobre La Ceguera”. Resulta que el papá fue alcalde, diputado y contralor de un gobierno cuyo mandatario está prófugo por delincuente por robarse el dinero del pueblo; y le entregan la más alta presea que esa aldea le puede dar a sus hijos más brillantes. El galardonado tiene dos hijos, uno de ellos es el monarca de la aldea y es el de la iniciativa de entregarle la presea al papá, el otro hijo es diputado al congreso mayor de las aldeas y ahora resulta que el homenajeado quiere ser nuevamente alcalde de la aldea, es decir recibir de su hijo el poder total y los recursos de la propia aldea. Cualquier semejanza que usted encuentre con la realidad es una ficción. Esto no se da en la vida institucional de nuestros gobiernos que se sostienen con dinero público.

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