Columnas

Quinazo, 30 años

Tribuna

Por Javier Terrazas

Quinazo, 30 años

Hace 30 años, el 10 de enero de 1989, el entonces todopoderoso cacique del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Joaquín Hernández Galicia, fue sacado en calzones de su residencia en Ciudad Madero y llevado preso a la capital del país.

Al hecho, se le bautizó mediática y políticamente como “El Quinazo”, pues fu el fin de un liderazgo de claroscuros, positivo para los beneficiarios y negativo para los afectados con las decisiones del diminuto hombre que tenía como Feudo  Madero-Tampico y Altamira.

Su pecado político fue que luego de haber sido puesto, encumbrado y tolerado en sus excesos por el sistema priísta, llegó a amenazar al entonces presidente Miguel de la Madrid con frases como “si se hunde PEMEX se hunde usted”.

Y en el terreno político, haber dado la espalda al candidato presidencial del PRI Carlos Salinas de Gortari y respaldar y dar la línea a los petroleros del país, para sumarse a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, entonces candidato del PRD y del Frente Democrático Nacional.

Los motivos legales de su captura, entre otros, presuntamente tráfico de armas y homicidio de un Agente del Ministerio Públicos, que aparentemente fueron “sembrados” por las autoridades federales.

Los delitos por los que le acusaron fueron graves y del orden federal, por lo que le llevaron a la capital del país, donde permaneció varios años en el reclusorio. De esos delitos, se defendió con un buen equipo de abogados y al concluir el sexenio Salinista empezaron a destintarle el expediente.

Finalmente, con la alternancia y llegada de Fox a la presidencia, salió de la cárcel y  le fue limpiado el expediente de los cargos endilgados.

El objetivo político del Salinato se cumplió, pues lo quitaron del camino, dando paso a otras dirigencias, que desgraciadamente siguieron sus pasos y excesos en el sindicalismo petrolero, tan viciado y corrompido.

Con la caída de “La Quina” en Tamaulipas, luego del histórico “Bazucazo”  de Ciudad Madero, vino después el desmantelamiento de cacicazgos cetemistas en la entidad, como el de Pedro Pérez Ibarra en Nuevo Laredo; Reynaldo Elizondo Garza en Reynosa; Agapito González Cavazos en Matamoros; Diego Navarro Rodríguez, en Tampico.

Se habían convertido en el poder tras el trono en sus regiones, al grado de que pesaban más que el gobernador y eran quienes ponían y quitaban alcaldes, diputados, regidores, síndicos, armaban gabinetes.

Para Tamaulipas fue finalmente saludable la erradicación de los caciques, pues eran muy nocivos para el desarrollo democrático, económico y social de las regiones.

El más fuerte y tenido era el de “La Quina” en la entonces llamada zona del “Sólido Sur”, pero con alcances nacionales.

“La Quina” ponía y quitaba desde los alcaldes de Tampico, Madero, Altamira, Aldama y González, hasta el policía municipal, agente vial de la esquina, los directores de escuelas primarias, secundarias y hasta de la universidad.

Sus excesos, atropellos y tráfico de influencias,  así como sobrepasar a las instituciones municipales, estatales y pretender hacerlo con las federales, cavaron su tumba política.

Fue, si no el padre, si un buen precursor del las grandes corruptelas que en complicidad de Sindicato y funcionarios de PEMEX hicieron de esa empresa un nido de negocios turbios que a la postre hundieron a la paraestatal.

Y desde entonces nunca se pudo controlar. La situación actual, es herencia de aquellos tiempos, que tuvieron su época dorada en la década de los ochentas del siglo pasado.

Ciudad Madero y los petroleros que amamantaba “La Quina” le lloraron por años. Y en su defensa se transformaron a perredistas y desde esa trinchera, el municipio se pintó de amarillo, beneficiándose incluso sus dos hijos Juan y Joaquín, que fueron alcaldes “de izquierda”.

Ahora su junior Joaquín Hernández Correa, cobra con la derecha como Diputado Local.

Tras  la muerte de “La Quina”,  Madero se alejó de la izquierda y llegó a ser gobernada por el PAN.

Pero desde el mes de octubre del 2018 regresó a la izquierda, con MORENA, de la mano de Adrián Oseguera y  Andrés Manuel López Obrador,  alejada de los empanizados herederos de La Quina.