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Rosario: mujer que sabe latín

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

Rosario: mujer que sabe latín

En el invierno de 1993 elegí como lectura para mis vacaciones la novela de Rosario Castellanos Balúm Canán, nada en particular me había movido para elegirla sino el simple hecho de verla en oferta en una librería del Fondo de Cultura Económica. Estaba en sus capítulos finales, cuando me enteré por televisión de que en Chiapas había surgido un levantamiento armado de indígenas; entonces entre a una dimensión desconocida, porque por una parte leía una novela publicada en 1957, que hablaba de la explotación a la que estaban sometidos los indígenas chiapanecos, la ignorancia, la lucha por mejorar sus condiciones de vida, el choque entre blancos caciques e indígenas explotados y por la otra, estaba viendo por televisión la misma historia en versión contemporánea.

Fue ahí donde descubrí la trascendencia de Rosario Castellanos como escritora, con su pluma acertada, con su capacidad visionaria. Entonces empecé a leer gran parte de su obra, con interés y concluí, que su lugar en la literatura y la cultura mexicana como una de las grandes protagonistas le ha sido regateado, no solo como figura del siglo XX sino de la historia mexicana.

Rosario era hija de terratenientes chiapanecos pero la permanente convivencia con su nana y la hija de su nana, ambas de origen tzotzil, la introdujeron en el mundo indígena, aprendió su cosmovisión y su lengua. Esto hizo que la percepción de la escritora, fuera en la comprensión del mundo indígena más precisa que cualquiera de los escritores del siglo XX o de quienes han escrito acerca de los indígenas. Fue además una de las pocas que en su tiempo ejerció con maestría todos los géneros: novela, cuento, dramaturgia, periodismo, ensayo, crítica literaria y poesía.

En 14 años produjo la gran parte de obra literaria, dice Emmanuel Carballo que, entre la prosa de sus compañeros de generación, la de Rosario Castellanos es la mejor construida e ideológicamente la “mejor orientada”, además de reafirmar sus dones: la sagacidad y la ironía.

Es frecuente encontrar opiniones que caracterizan su obra en tres aspectos: indigenista, feminista y autobiográfica.

En cuanto al primer calificativo, se afirma que Castellanos creo la más importante trilogía del indigenismo, (corriente literaria muy socorrida en el México posrevolucionario) compuesta por Balúm Canán, Oficio de tinieblas y Ciudad Real. Las primeras dos llevadas al cine.

Sin embargo, Castellanos se deslinda de esta etiqueta cuando afirma: “Si me atengo a lo que he leído dentro de esta corriente, que por otra parte no me interesa, mis novelas y cuentos no encajan en ella. Uno de los defectos principales de esta corriente reside en considerar el mundo indígena como un mundo exótico en el que los personajes, por ser las víctimas, son poéticos y buenos. Esta simplicidad me causa risa. Los indios son seres humanos absolutamente iguales a los blancos solo que colocados en una circunstancia especial y desfavorable.

La segunda afirmación acerca de la obra de Castellanos es que es autobiográfica, a lo ella responde: “De ningún modo. Por el contrario, y desde el principio no quise referirme a esos temas. Además, desconfío de la eficacia del desahogo. No creo que los estados de ánimo sean válidos por el hecho de fugaces, variables, no los considero como elementos que aspiren a la permanencia”.

La tercera afirmación es que fue una de las precursoras del feminismo en México, Emmanuel Carballo señala “fue una especie de registro en el mundo que le tocó vivir”, a esto hay que agregar que la palabra feminismo se ha vuelto un concepto polisémico pasando por lo maldito, equivocado o impreciso.

Por eso considero que, para no entrar en controversias con el término, tendríamos que asumir que fue una escritora que habiendo leído a sus contemporáneas tanto latinoamericanas como europeas que hablaban de lo femenino, más allá de los clichés, escribió con voz de mujer, acerca de las mujeres y de lo que pensaban las mujeres.

Fue una mujer exitosa laboral y artísticamente hablando, vivió de la literatura y se convierte en una voz que habla de igual a igual con su época, dando presencia al mundo de las mujeres, de los indígenas, de los pobres. Algunos críticos, aseguran que después de Sor Juana, la escritora más influyente en México es Rosario Castellanos y posiblemente así sea, pero para esto es necesario dejar de ponerle calificativos de feminista, indigenista, autobiográfica y verle despojada de estos estigmas para que al igual que Rulfo, Sabines, Fuentes, Paz, solo sea una gran escritora del siglo XX.  E-mail: claragsaenz@gmail.com