Columnas

Sed y lluvia

Tribuna

Por Javier Terrazas

Sed y lluvia

Un título contradictorio, pero realista en Ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas. En medio de una tormenta y no hay agua en las tuberías de muchos hogares en el sector poniente y norte.

Una ciudad de cerca de 350 mil habitantes que tiene un problema de desabasto de agua potable porque un estiaje severo agotó algunas de las fuentes de suministro.

La población victorense requiere de mil 750 litros por segundo (cifras aproximadas)  para atender sus  requerimientos básicos.

La principal fuete es el acueducto Guadalupe Victoria que se alimenta de la presa Vicente Guerrero y aporta poco más de 900 litros por segundo.

Otras son los pozos de la zona norte,  los manantiales de La Peñita y otros pozos independientes dentro de la ciudad o en los cañones de la sierra.

Como estas fuentes están diezmadas por el estiaje de meses, no hay presión suficiente en las tuberías para alimentar a la ciudad.

Otro problema serio del sistema de agua de la ciudad es la alta filtración que registra la añeja red de distribución en algunos sectores de la ciudad, especialmente el centro y las colonias viejas.

Esta situación no la viviría la capital tamaulipeca si hace diez años se hubiese construido la segunda línea del acueducto “Guadalupe Victoria” que desde su  inicio quedo proyectada.

Después de la aportación del gobierno de Américo Villarreal Guerra  con el respaldo de la federación para la primera línea, no se le dio seguimiento ni se tomaron las previsiones para la segunda etapa.

Hasta ahora que el crecimiento poblacional y la insipiente industria demandan más agua en tiempos de estiaje, volvemos a recordar los pendientes del pasado.

También contribuye al problema la tolerancia que las autoridades municipales de las últimas dos décadas dieron a que la ciudad siguiera creciendo al sector poniente, donde es más complicado dotar de agua potable.

El crecimiento anárquico también paga la factura y de él es responsable no solo la autoridad municipal, sino los propios habitantes que optaron por asentarse en lugares de complicado acceso de los servicios básicos.

Sin embargo, la ciudad no puede deshacerse y se requieren alternativas de solución aunque éstas sean más costosas.

Una salida definitiva al déficit actual y las demandas para el crecimiento de los próximos años, es precisamente la segunda línea del acueducto, sobre la que deberán trabajar las nuevas autoridades municipales, las estatales y el nuevo gobierno federal.

Difícil para cualquier gobierno que venga dar respuesta inmediata a las necesidades del vital líquido.

Sin infraestructura adecuada para hacer frente a los estiajes, solo la madre naturaleza podría salvarnos si nos trajera un buena tormenta tropical anual a la zona centro de la entidad para recargar los acuíferos.

Por lo pronto, en éste inicio de periodo de lluvias, seguiremos con el irónico contraste: los ríos de agua en las calles por la falta de drenaje pluvial y las tuberías del sistema de agua en los hogares de las zonas altas, vacíos.

Salvo que Xicoténcatl González Uresti o Arturo Soto Alemán, traigan una varita mágica.