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Tiempo de Líderes

Tribuna

Por Javier Terrazas

Tiempo de Líderes

Tamaulipas es la suma de sus seis regiones económicas: Nuevo Laredo,  Reynosa,  Matamoros, Victoria, Tampico y Mante, con sus áreas de influencia.

Eso aplica en lo económico y político. Cada una de ellas tiene su vocación, sus cuadros políticos e idiosincrasia.

Nuevo Laredo tiene influencia en Guerrero, Mier y Miguel Alemán.

Reynosa en Río Bravo, Díaz Ordaz y Camargo.

Matamoros en Valle Hermoso, San Fernando, Méndez, Burgos y Cruillas.

Victoria en Hidalgo, Mainero, Villagrán, San Carlos, San Nicolás, Jiménez, Padilla, Abasolo, Güémez, Villa de Casas, Soto la Marina, Llera, Jaumave, Palmillas, Miquihuana, Bustamante y Tula.

El Mante, en Ocampo, Gómez Farías, Xicoténcatl, Antiguo Morelos y Nuevo Morelos.

Tampico en Madero, Altamira, Aldama y González .

La interacción de los municipios medianos y pequeños con el de mayor jerarquía política  y de servicios es natural y en torno a ella se tejen relaciones, económicas, sociales y familiares.

Estas zonas interactúan entre sí por ser parte de un estado de la república, Tamaulipas .

La capital del Estado, Ciudad Victoria, ubicada al centro, tiene la función de la capitalidad y por tanto de afianzar la pertenencia a un conjunto.

Sin embargo, esa misión no ha sido fácil. En algunas etapas de la historia de la entidad, los grupos regionales, incluso erigidos en cacicazgos, han dificultado el mando desde la silla estatal.

La modernización y el desarrollo industrial y de servicios ha contribuido a que las regiones sean cada vez más independientes e incluso su interacción sea más a otras zonas.

Por ejemplo Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros interactúan con gran fuerza con sus ciudades hermanas del Valle de Texas; así como la industriosa Monterrey, Nuevo León.

La alternancia política en los Ayuntamientos, el Gobierno del Estado y en el Gobierno de la República,  ha mermado esa interacción con la capital tamaulipeca.

Quien pretenda gobernar o ejercer liderazgos partidistas o de sectores económicos, tiene un gran reto, por la autonomía a independencia de las regiones.

Para un ejercicio real del poder o aspirar a fortalecer partidos o instituciones, es fundamental que las responsabilidades de mando se ejerzan por líderes naturales y fuertes.

Gobernantes débiles o dirigentes sin influencia en las regiones están condenados al fracaso en circunstancias actuales de la evolución política de la sociedad tamaulipeca.

Los partidos y los gobiernos que sustenten sus programas y acciones en liderazgos sociales, tendrán mayor viabilidad.

En el caso de los partidos políticos, el único que está en proceso de renovación es el PRI.

La definición de la dirigencia en una residente de Nuevo Laredo, Yahleel Abdalá Carmona, no tendrá el efecto deseado. La mayor desvinculación de su región con el resto del estado y falta de liderazgo, bajan sus posibilidades de éxito.

La misma circunstancia aplica para el relevo que se dará hoy en la CNOP, con la designación de Pedro Luis Coronado, un matamorense cuyo único mérito es haber pasado por la CNOP municipal con más pena que gloria y que la salida de Jesús de la Garza de la Diputación Federal, le dejara el espacio en la curul, donde no se le recuerda una sola intervención relevante.

Partidos, instituciones, organismos empresariales, tendrán que abrir más sus espacios a liderazgos naturales para que puedan trascender.