Columnas

Todo poder es efímero

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

Todo poder es efímero

Cuando en la Universidad me lo comentaron, hacía semanas que había tomado una decisión al respecto; con toda prudencia y reconociendo los ámbitos de mi desempeño profesional dentro y fuera de la Casa de Estudios, así como mi derecho a la libre expresión me dijeron, que la entonces directora del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA), Libertad García Cabriales, estaba muy molesta por las críticas que desde esta columna periodística hacía a su trabajo y que había mandado a un personero a que hablara con mis superiores para que me ordenaran callarme.

¿Qué quieren que haga? Les pregunté, “lo que tu decidas, esos no son asuntos que le atañen a la Universidad, además, desde hace mucho tú te dedicas a escribir de cultura y nadie se había quejado”. Eso que para mí fue un espaldarazo y una respuesta congruente desde el ámbito de la libre expresión no fue suficiente para cambiar la decisión que desde semanas atrás había tomado: no escribir durante el resto del sexenio de Egidio Torre sobre asuntos que involucraran al ITCA.

La decisión había sido resultado de una serie de desagradables situaciones que fueron desde la pérdida de buenas amistades, bloqueos institucionales, desplantes, hasta chismes de baja estofa.

Para entonces, ya me había percatado de que los funcionarios del ITCA eran incapaces de comprender que el ejercicio periodístico implica también la crítica, tan necesaria en la ejecución de las políticas culturales como una forma de diálogo hacia problemas que desde el poder difícilmente se perciben. Me había quedado claro que ensoberbecidos con el poder que les otorgaba su pequeño reino, su trabajo cultural debía de recibir siempre loas, aplausos y apoyos incondicionales a su “ardua” tarea emprendida.

Ahí no cabía la crítica, su piel delgada les impedía soportar el más ligero gesto de desaprobación y quienes lo hicieron se volvieron enemigos, fueron excluidos y perseguidos hasta tratar de acallarlos; un tanto en broma yo decía entonces que el brazo de la censura del gobierno estatal había llegado hasta mi escritorio universitario.

Esta columna, dedicada desde siempre a abordar temas culturales, ha criticado muchas de las políticas culturales de diversos sexenios sin que ningún director dejara de sonreír, así de sencilla resulta esa perversa relación del periodismo con la política.

Ahora, creo necesario contarlo porque confirmo que el poder humano siempre es efímero y que la libertad de expresión permanece, aunque por momentos algunos quieran asfixiarla.

Pocas cosas se pueden contar de la nueva administración del ITCA, parece que ni siquiera han podido conformar un equipo de trabajo, con direcciones acéfalas, un director ausente y cuyo brazo derecho no sabe nada de cultura. Todo indica que la nueva política cultural es no hacer política cultural; sin embargo, es necesario seguir escribiendo. E-mail: claragsaenz @gmail.com