Columnas

Vaya estupidez delictuosa de Mario Soria Landeros

 

Remache del cambio

Por: Enrique Zúñiga Castillo

Vaya estupidez delictuosa de Mario Soria Landeros

 

Cuando leí el titular de la nota me pareció increíble. Luego encontré otras en el mismo sentido, en otras páginas electrónicas, y me desengañé. Es cierto. Aunque al estimado lector también le pueda parecer inverosímil, Mario Soria Laderos, contralor del gobierno estatal tamaulipeco, afirmó ante la prensa, en esta semana, que los servidores públicos quedan autorizados para ir de compras a centros comerciales utilizando vehículos del patrimonio público.

Dejó claro, el auditor Soria, que quienes tenga a su cuidado carros oficiales no pueden trasladarse a otros estados, tampoco a Estados Unidos, ni visitar en ellos centros de diversión donde expendan bebidas alcohólicas.

“Hay personas que es el único vehículo que tienen y pueden ir a comprar el mandado”. Vaya, no se midió el contralor. Sus palabras, por sí mismas ya son una invitación a cometer un delito. De eso, seguramente no le han hablado sus asesores o cercanos colaboradores.

El Código Penal para el estado de Tamaulipas establece en su artículo 218, fracción II, que  comete el delito de peculado:

 “Todo servidor público que para usos propios o ajenos distraiga de su fin destinado dinero, valores, fincas o cualquier otra cosa perteneciente al Estado o al Municipio, a un organismo descentralizado o a un particular, si por razón de su cargo los hubiere recibido en administración, en depósito o por cualquier otra causa”.

Resulta obvio que Mario Soria Landeros no se encuentra facultado, ni tantito, para dar permisos de uso de las unidades automotrices del gobierno estatal. Pero resulta más peligroso que un funcionario de tal nivel exhiba tamaña ignorancia jurídica. Si así piensa el jefe…

Al respecto, encontré un texto en mi libro Memoria de sal. La obra es una crónica de Altamira en los cuarenta del siglo pasado.

Remache de ayer

 

“En aquel tiempo el Ayuntamiento llegó a tener un automóvil turismo adquirido de oportunidad en 3 mil pesos y una camioneta que representaron ambos un valioso auxiliar para el desempeño de comisiones cuando estaban en buen estado y una taladrante migraña a la hora de comprarle las refacciones. Para 1949, se acordó comprarle al síndico Adrián Olvera un automóvil en mil doscientos cincuenta pesos.

Al empleado auxiliar de la Secretaría se le comisionó como chofer de la camioneta de la municipalidad cuando fuera necesario. Se le daba una gratificación por la segunda chamba. Ya a fines de la década cuando el carro no daba ningún servicio, al chofer se le dejó de pagar esa compensación.

Un hecho, nuevo por su personaje, pero reiterado como práctica en la administración pública es el que a continuación se narra. En sesión de cabildo alguien solicitó una amonestación por mala conducta al escribiente de la Secretaría que también fungía como chofer de la camioneta pero aun así se le continuó dando la gratificación y se le advirtió que se le retiraría de su empleo si persistía en sus malas maneras. Por lo visto, sí se empecinó en hacer mal uso del parque vehicular que un día alguien lo agarró en curva. Un regidor exigió tener más cuidado con el manejo de las unidades para usarlas en comisiones de trabajo oficial y que con permiso exclusivo del presidente podrían moverse a viajes de personas con asuntos particulares. Por lo visto el chofer se solazaba manejando los carros oficiales para uso personal. ¿Cuándo el lector se ha enterado de algo parecido en la actualidad?”.

 

¡Qué suene la banda, Alma!

 

La insensibilidad y la ignorancia han prevalecido en la decisión de desparecer la Banda Municipal de Música de Altamira Tamaulipas. En contraste, síndicos y regidores han insertado en las listas salariales a hijos, ahijados, sobrinos, cuñados, parejas, guachomas y otros especímenes. Esta política forma la suave brisa del cambio encabezada por Alma Laura Amparán, la presidenta municipal. ¿Pensar en reelección? De que se van, se van.

contrarraya@gmail.com