Columnas

Históricamente bella

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

Históricamente bella

Cuando se revisa la historia de Ciudad Victoria es frecuente encontrar las más hermosas descripciones de ella por parte de visitantes, extranjeros o avecinados que se enamoran de sus encantos.

Es el caso de muchos viajeros que por motivos oficiales, científicos o culturales hicieron descripciones fascinantes del lugar. Y una de las cosas que más me sorprende cuando los leo es el potencial económico que ven en ella así como un lugar privilegiado para vivir.

Por eso les comparto fragmentos de La reseña geográfica y estadística de 1910, en la referencia que hace de Victoria: “Está rodeada Victoria por el Oeste, de arboledas de naranjos, álamos y fresnos, que le dan el aspecto de un gran jardín y aun muchas de sus manzanas se ven ocupadas por huertas de árboles y arbustos, que mantienen siempre frondosos las aguas  que, tomadas del río, se distribuyen en muchas acequias que atraviesan la ciudad.

Es ésta pues en extremo pintoresca y la guía de Reau Campbell dice que es “una de las más atractivas entre las ciudades de México, y que en su recinto o en sus cercanías se dan con profusión naranjas, limas, plátanos, piñas, uvas y en general todos los productor tropicales”.

Sus calles que se cortan en ángulos rectos, están orientadas unas de poniente a Levante y estas llevan todas, de extremo a extremo, nombres de personajes notables en la historia de la Nación o del estado (Abasolo, Allende, Bravo…) y las otras de sur a norte, y van llamándose la 1ª, 2ª, 3ª, hasta la 22ª. Hacia el Sur, al pie de la Loma del Muerto, y separado del resto de la ciudad por el río San Marcos, se halla el barrio del Río Verdito, y al Sureste pero a la misma margen del San Marcos que la ciudad ocupa, se encuentra, a la falda de otra loma, el cementerio.

Victoria cuenta con varias plazas, como la principal ocupada por un hermoso jardín que en su centro tiene un kiosko, la del mercado, las de Morelos, la libertad, etc. Hacia el Suroeste se halla el parque Pedro J. Méndez y la Alameda, con una hilera de magníficos árboles a cada lado y cerca de la que se levantan muchas de las más hermosas residencias particulares. Ha dado a una de sus mejores avenidas el nombre de Prieto, honrando así al patriota historiador del estado.

Sus fábricas de aguardiente de caña y piloncillo, de vinos, de hielo, de aguas gaseosas, de cigarros de hoja, de dulces, de galletas, de pastas alimenticias, de muebles, de ladrillos, y teja le dan cierto movimiento industrial.

Es el centro de una región eminentemente agrícola. Su comercio es también importante y en ella figuran varias casas importadoras.

Victoria la antigua Aguayo que solo tenía 908 habitantes en 1757, contaba con 10,086 en el último censo de 1900.”

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