Informes rabones.
Los informes de gobierno, desde el presidencial, de gobernadores o alcaldes, se hacen porque la ley obliga a ello. Deben rendir cuentas ante el Congreso Federal, el Congreso Local o los Cabildos.
Puede hacerse de manera sobria o convertirse en un acto casi faraónico.
Depende de cada gobernante, tiempo, circunstancia, estilo o presión política.
Rendir cuentas es el compromiso, pues deben justificar la aplicación del gasto y que este sea congruente con el Plan Federal, Estatal o Municipal de desarrollo.
Nadie escapa, de lo que la ley obliga, así es que recientemente lo hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador y hoy toca el turno a los alcaldes tamaulipecos.
Varios ya lo hicieron, otros tantos lo hacen ésta semana y el resto del mes.
Ha sido un año complicado para todos ellos, la pandemia del COVID-19 y sus efectos sanitarios y en la economía, vino a agravar un periodo de recesión económica nacional y regional.
Las restricciones presupuestales, la austeridad amplificada, la reorientación de gasto a la prioridad de salud, además de la reducción drástica en movilidad gubernamental, por las medidas de prevención y aislamiento, cambió casi todo.
Las prioridades fueron otras y exigió que los alcaldes y sus equipos, se aplicaran a fondo para atender desde el territorio, el problema sanitario y sus efectos.
La mayoría lo hicieron, unos de manera eficaz, otros medianamente, otros más por compromiso, y otros, lo vieron como justificación para la inacción
De hecho, esta temática ha ocupado buena parte de los contenidos de los informes, a la vez que modificó la forma de las sesiones solemnes de cabildo, desde los sitios, los espacios, los invitados y la protección.
Y como ha sido un año de contingencia sanitaria, de bajos presupuestos y de austeridad, pero en contraparte de muchas necesidades de la población, los resultados de los gobiernos, han sido de magros a pobres.
Ningún presupuesto, mucho menos un presupuesto rabón, como los que tuvieron los alcaldes, puede alcanzar para cubrir las contingencias, emergencias, urgencias, planes y rezagos.
Así es que no pueden los Ayuntamientos vanagloriarse de grandes avances o logros, cuando en los hechos, no los representan.
Cierto que hay diferencias entre municipios en Tamaulipas, por el tamaño de su población, sus presupuestos, su riqueza e ingresos propios. Pero a ningún alcalde le alcanzó para todo lo que planeó o surgió en el marco de la contingencia sanitaria en el curso del año.
A presupuestos rabones, resultados rabones.
Claro que también hay de alcaldes a alcaldes, aquellos que se aplicaron a tocar puertas, presentar proyectos, hacer gestiones en otras instancias, les fue mejor.
La comunidad sabe muy bien, cuál es el trabajo y resultados de sus alcaldes, más allá de lo que éstos presenten en el documento escrito o vídeos, que están de moda.
Ayer, por ejemplo, se dieron los informes de Mario Alberto López Hernández, alcalde que llegó respaldado por MORENA al Ayuntamiento de Matamoros, y el de Xicoténcatl González Uresti, impulsado por el PAN en Victoria.
Cada uno contó su versión. Y los resultados están a la vista.
Uno mostró ejes, indicadores, avances e imágenes de obras pequeñas, medianas y grandes.
Otro, enfocó su narrativa echar culpas al pasado, quejarse de reducciones a presupuesto y a resaltar una sola obra en la zona centro de la ciudad y a presentar testimonios halagadores.
Ambos, hicieron su mejor esfuerzo y mostraron sus capacidades. La comunidad los calificará en el mediano plazo. Difícil que haya alcaldes de 10. Pero tampoco los puede haber de 0, algo debieron hacer bien.
Por cierto, a las representantes del Gobernador Francisco García a los eventos de informes de Matamoros y Victoria, Sandra Luz García Guajardo, Directora del ITCA y Cecilia del Alto López, Secretaria de Obras Públicas, les dieron el mismo guion, solo le cambiaron el nombre del alcalde.