Columnas

MESON 41 O EL MESON DEL ALCALDITO

HIPÓDROMO POLÍTICO

POR CARLOS CORTES

MESÓN 41 O EL MESÓN DEL ALCALDITO

En el glamour de la farándula, los y las artistas se decantan por ser restauranteros y le invierten una buena cantidad de sus ahorros para instalar sus restaurantes que, bien pudieran ser franquicias o conceptos originales que, por cierto, las inversiones son muy importantes. Luis Gerardo Méndez es dueño del Restaurante Mexsi Bocu; Cuauhtémoc Blanco es propietario de El muelle 10 y La Palapa del 10, dos exitosos conceptos de mariscos; el portero Jorge Campos es dueño de la franquicia se Sportortas Campos; Roberto Palazuelos es dueño del concepto Diamante K en la Riviera Maya; y Lucero, junto con su mamá y su hermano Antonio Hogaza, es propietario del Restaurante Gabanna, ubicado al sur de la ciudad de México.

Es entendible, claro, que estas figuras puedan, producto de su trabajo, invertir en estos y otros negocios porque ellos no viven de los recursos públicos, y que bueno que le inviertan y que mejor que les vaya bien.

Lo censurable es cuando los políticos amasan grandes fortunas en poco tiempo y no tienen la forma de explicar de dónde salieron los recursos que les permiten cambiar de la noche a la mañana su forma de vida.

Y hoy me voy a referir a un personaje de la vida pública de Reynosa quien, hasta el 2016 era un burócrata de segunda, pero su suerte le cambió a partir del primero de octubre de ese año, cuando se hizo responsable de la Secretaría Técnica del Ayuntamiento de Reynosa. Y si, me refiero a Hugo Ramírez Treviño quien hasta antes había sido candidato perdedor a diputado y burócrata de segunda en el Instituto Mexicano del Seguro Social, claro, atinó, bajo las órdenes del hoy primer consorte del municipio, Carlos Peña Garza.

De la noche a la mañana Hugo Ramírez Treviño, llamado también “El Alcaldito”, se hizo de mulas Pedro y se volvió rico. Su casa de repente creció exponencialmente; sus hijos pasaron de ser típicos muchachos estudiantes clasemedieros a tener la capacidad para ir a Brasil a intercambios escolares; él y su esposa Cristina pasaron de vivir como vivimos la mayoría de los mexicanos de clase media, a terminar muy apretados las quincenas, a darse el lujo de ir a las corridas de toros a la Plaza México, claro en avión y quedándose en hoteles de gran lujo. Huguito se volvió rico.

Y como un rico y farandulero no pude ser rico y farandulero sin ser restaurantero, Huguito puso en la Avenida Hidalgo 241 de Reynosa, frente a la Plaza Engrei, un exquisito y exclusivo restaurante llamado el Mesón 241, que claro no está a nombre de él sino de uno de sus tíos consentidos. Y el también llamado el Mesón del Alcaldito tiene una carta con orientación a las carnes finas y a la cocina internacional.

Y reitero. El problema no es que el Alcaldito tenga este fino y caro restaurante, sino que no transparente de dónde sacó el dinero para invertir en él. Y para quienes lo conocen saben de su repentino cambio de estilo de vida de él y de su familia quienes, lo vuelvo a decir, pasaron de vivir en la honrosa y muy estrecha medianía de la clase media, a vivir en la opulencia y haberse transformado en próspero empresario restaurantero, cuando el Alcaldito, antes de 2016, con trabajos llegaba al fin de la quincena.

  1. 1. La tarde de este jueves, la Secretaría de Obras Públicas del Gobierno del Estado, Cecilia del Alto, compartió el pan y la sal con los miembros de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, encabezados por su presidente, Luis Alberto González Cruz. En el encuentro, realizado en el edificio sede de los constructores victorenses, se habló de las obras que habrán de venir en este año y de la manera en que los constructores victorenses pueden ayudar al Gobierno de Tamaulipas a cumplir con su plan de construcción 2019.

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