Columnas

Playa y sol, pero sin bikini, fiesta y alcohol.

David Ed Castellanos Terán

@dect1608

Playa y sol, pero sin bikini, fiesta y alcohol.

La playa de Miramar en la costa sur de Tamaulipas, en pleno centro del Golfo de México, sigue cerrada por Covid-19; provocando un severo desinterés de los turistas. Mientras que en el Pacífico mexicano ya se abrieron los destinos más emblemáticos.

Desde el pasado 16 de abril, el alcalde Adrián Oseguera Kernion, en coordinación con la Secretaría de Marina Armada de México y autoridades de Salud estatal; decidieron cerrar el área de playa Miramar a bañistas nacionales y extranjeros, así como a los deportistas que gustan de ir a correr a la orilla del mar. Oseguera, no titubeó en asumir el costo político, pues aunque no es su culpa, gubernamentalmente es el primer respondiente al ocupar la presidencia municipal de Ciudad Madero, donde geográficamente se encuentra la playa, y no en Tampico, como la mayoría cree; pero como diría la tía Lola, esa es otra historia.

Han transcurrido ya cuatro meses y los empresarios del sector turístico tamaulipeco, y de donde vive también el poco turismo nortveracruzano, comenzaron a reprochar por qué se decidió darle luz verde a las Iglesias, templos, restaurantes, centros comerciales y hasta tiendas departamentales; pero no se permite el acceso a la playa.

Las reservaciones se desplomaron hasta un 90 por ciento en Tampico-Miramar. Al sector hotelero lo “mantienen con vida”, sus ahorros, el turismo familiar, y de negocios; mientras los vacacionistas que gustan de los destinos de sol, arena y mar han volteado hacia otro lado, donde ya se permitió entrar a las playas. Incluso  Miramar, que es el tercer destino carretero del país, ya no ve cómo salir adelante.

Iñigo Fernández Bárcenas, presidente de la Asociación de Hoteles en Tampico, puso en tela de juicio al Consejo de Salud estatal que ejecuta estrategias para disminuir la proliferación del coronavirus; pero la cifra ya rebasó los 600 mil contagios y 65 mil defunciones. Eso no resta que Iñigo tenga razón, tampoco que falte a la memoria de los fallecidos; sin embargo, parece que ya es tiempo de abrir la playa, que turísticamente hablando es la joya de la corona.

La postura del empresario es entendible para el presidente maderense, quien subraya su preocupación por evitar los contagios; para Oseguera, es mejor esperar a que la vacuna esté al alcance de los tamaulipecos, aunque eso parece va a tardar.

La Playa de Miramar que no repunta, está por convertirse nuevamente en la manzana de la discordia entre iniciativa privada, gobierno estatal y federal; así como de provocar un fuerte enojo en los bañistas nacionales y extranjeros que siguen anhelando desarrolladores turísticos y funcionarios de gran estatura política y verdadera creatividad para potencializar la gran industria sin chimeneas del sur de Tamaulipas. Al paso que vamos, cangrejos seremos en Miramar.

davidcastellanost@hotmail.com