Titulares

Semana Santa conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús

Por: Maryhevelin Hernández / Recopilación 

Para el mundo católico, Semana Santa es una de las fechas más importantes ya que se conmemora  la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Durante esta celebración se realizan diversas actividades que comienzan con el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde es recibido con hojas de palma y ramas de olivo.

Posteriormente se celebra el Jueves Santo, que es el primer día del Triduo Pascual (los tres días de esta conmemoración). Acá se recuerda la Última Cena de Jesús antes de ser crucificado, en la cual presenta la Eucaristía materializada como el pan y el vino.

En viernes Santo se rememora la Crucifixión de Jesús siendo uno de los días más relevantes y de recogimiento de la Semana Santa, mientras que en Sábado Santo Jesús ya fue crucificado, muerto y sepultado y se está en vísperas de su resurrección.

Domingo de Resurrección es el día en que Jesucristo resucita después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles y luego sube hacia los cielos.

Tradiciones más comunes

La Iglesia Católica manda a sus fieles a guardar ayuno de carne en viernes Santo, a fin de conmemorar los sufrimientos de Cristo, por ello se acostumbra la preparación de platos a base de pescado. No ha misa, en el templo se celebran las siete palabras.

De acuerdo a la tradición, los católicos comen pescado o mariscos en Semana Santa para cumplir con las Sagradas Escrituras.

Se señala que los fieles católicos no consumen carne roja porque representa el cuerpo de Cristo crucificado.

Asimismo, el domingo de resurrección en casi todo el territorio hay una tradición en la que distintas comunidades tienen una amplia participación pero son famosas las que se realizan, en los estados.

Se trata de La quema de Judas, esta tradición tiene un significado simbólico de justicia popular, pues a través de esta el pueblo expresa sus quejas y descontentos con relación a los acontecimientos políticos y comportamiento de figuras públicas y funcionarios de Estado, de igual forma trata de dar finiquito simbólico a la cuaresma para garantizar su resurrección el próximo año. El motivo original es recordar la traición de Judas a Cristo, y simbólicamente alude a la traición del personaje escogido para ser el Judas, a su pueblo, comunidad o hasta el país.

La quema de Judas en las comunidades fabrican un muñeco, que es quemado junto con papeles con los pecados escritos por cada uno de los asistentes.

El “Judas” en cuestión es un muñeco elaborado con telas, ropas viejas y trapos, relleno con fuegos artificiales que aportan los participantes de la quema de cada comunidad, estos fuegos artificiales son explotados una vez el Judas es ahorcado y se quema.

Generalmente se hace el muñeco de cuerpo entero y se viste con zapatos y trajes usados, se le colocan lentes, guantes y distintos accesorios, que aportan y colocan los integrantes de la comunidad que lo crean.

La ceremonia comienza cuando es escogida la persona de la comunidad, estado o país que sea considerada por sus acciones una amenaza para la sociedad y que sea merecedora de condena simbólica por sus malos actos.

Las siete palabras en el año de la fe

El Viernes Santo es día de dolor porque Jesucristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, es crucificado después de haber soportado las vejaciones y los suplicios de la flagelación, la coronación de espinas y el cargar su propia cruz para luego ser clavado en ella y pasar tres horas en agonía para finalmente morir salvando a la humanidad de la esclavitud del pecado.

Pero también el Viernes Santo es día del amor porque Cristo se inmola por nosotros ante Dios Padre para redimirnos y darnos una nueva vida por la gracia de Dios. Por eso, nuestro anterior Papa Benedicto XVI, de nombre secular Joseph Aloisius Ratzinger, en su encíclica sobre el Amor Cristiano señala: ”En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo; esto es amor en su forma más radical.” Y es que por el amor el Dios Hijo se hizo hombre, predicó el Evangelio, pasó su vida haciendo el bien, y murió como cordero en la cruz para dar a los hombres y mujeres la salvación y restablecer  la gracia que se había perdido por el pecado.

En su agonía en la cruz, el Redentor pronunció siete palabras, frases breves pero de gran significado para nuestra vida cristiana, palabras que nos dan grandes enseñanzas porque invitan a la reflexión, la conversión, a buscar el reino de Dios y su justicia, y vivir la fe en el Señor.

Las siete palabras de Cristo en la cruz fueron recopiladas y analizadas en detalle por vez primera por el monje cisterciense Arnaud de Bonneval (+1156) en el siglo XII. Estas siete palabras cuyas breves reflexiones están enmarcadas en el año de la fe son:

La primera: “PADRE PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN” (Lc 23,34), Nuestro Señor pide al Padre que perdone a sus acusadores, aquellos que lo entregaron a muerte, a los que se burlaron de Él, a los soldados que lo crucificaron, pero también pide que perdone los pecados de toda la humanidad porque para esto Él se entregó a la muerte. También por esta palabra Cristo nos invita por medio de la fe en Dios a perdonar aquellos que de alguna u otra manera nos hicieron daño, a perdonarnos a nosotros mismos por los errores y faltas incurridas, para acercarnos al Sacramento de la Confesión y recuperar la gracia del Señor, reseña diocesisdemaracay.org.ve en su portal web.

La segunda palabra: “EN VERDAD TE DIGO QUE HOY MISMO ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO” (Lc 23,43). Esta palabra dirigida a uno de los malhechores que también estaba crucificado junto a Jesús, y a último momento se arrepiente con sincero corazón y le pide a Cristo que se acuerde de él cuando esté en su reino, y Nuestro Señor le hace esta gran promesa que estarás con Él en el paraíso. Esta frase nos enseña que el volver la fe en Dios, arrepentirnos de nuestros pecados y vivir con fidelidad el Evangelio, Jesucristo nos hará esta promesa de estar con Él en el reino celestial en el momento de nuestra muerte.

La tercera palabra es: “MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO. AHÍ TIENES A TU MADRE” (Jn 19,26-27). La Santísima Virgen es mujer de fe, cumplió la voluntad del Señor en todos los momentos de su vida, y aunque la pasión y muerte de su Hijo le causó profundo dolor como Madre, por la fe aceptó el sacrificio que hizo Jesús por la redención de la humanidad; y así como un día aceptó ser la Madre de Dios en el día de la Anunciación, con la misma fe aceptó el encargo del mismo Cristo desde la cruz de ser la Madre de todos los hombres y mujeres, misión que Ella cumple porque con su amor nos guía hacia Dios.

La cuarta palabra: “DÍOS MÍO, DÍOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?” (Mt 27,46). Cristo en medio de su agonía recita el Salmo 22, pero también por su condición humana siente como si el Padre lo hubiese abandonado y por eso recurre a Él por medio de esta oración. En nuestras vidas cuando llegan los problemas, las contrariedades y el dolor, se siente como que Dios se olvidó de uno, pero no es así porque por la fe sabemos que el Señor no nos abandona en los momentos difíciles, sino que nos acompaña y nos da fortaleza y esperanza.

La quinta palabra es: “TENGO SED” (Jn 19,28). En medio del suplicio y la agonía, Jesús tiene sed debido a la deshidratación originada por la flagelación que le produjo gran pérdida de sangre, además de la corona de espina y el cargar la cruz, pero también esta palabra nos enseña el tener verdadera sed de Dios, es decir, tener el deseo de buscarlo, conocerlo y aceptar su plan salvador que se logra por medio de la fe, porque Dios es el manantial que con su amor nos purifica y guía por camino del bien y la justicia.

La sexta palabra: “TODO ESTÁ CUMPLIDO” (Jn 18,30). El Redentor siente que el momento de morir está cerca y pronuncia esta frase para afirmar que la misión que le encomendó el Padre está cumplida. Esta palabra nos invita a la reflexión de la misión que Dios nos pone, y por medio de la vivencia de la fe buscamos el cumplir la voluntad del Señor en nuestra vida cotidiana, además de poner en práctica los valores cristianos.

La séptima palabra: ”PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU” (Lc 23,46). Jesús entrega al Padre su espíritu después de haber soportado las torturas y las vejaciones hechas a su persona, pero no pierde la fe en el Padre y por eso le entrega su alma en ese último instante de su vida terrenal. Esta palabra nos exhorta consagrar nuestra existencia a Dios para vivir con fe el Evangelio, y así en el momento de la muerte entregar con paz nuestra alma al Señor, como lo hizo Jesús desde la cruz.